“Venir a la Argentina es como volver a casa” – GENTE Online
 

“Venir a la Argentina es como volver a casa”

Actualidad
Actualidad

El camarín de Ricky Martin está a tono con su nivel de popstar planetario. Varios sillones, mesita de café, velas de vainilla para aromatizar el ambiente, perchero para los cambios de ropa que utiliza durante el show, un espejo de cuerpo entero para mirarse enterito, muchas frutas, una heladera con botellitas de Gatorade, gaseosas light y jugo de manzana, y una puerta imposible de atravesar a menos que seas Ricky Martin o tengas un ADN muy parecido. Todo supervisado hasta el último detalle por Bacon, su asistente personal, que viaja con él a todos lados, para que en cada camarín, Ricky se sienta como en casa.

Después, viene el show, con su andanada de hits y coreografías superproducidas, sobre un escenario que puede estar montado en Miami, Bogotá, Buenos Aires o el lugar que toque en la gira. Y esta vez, como parte del Blanco y Negro Tour 2007 y para delicia de las fans porteñas, cuando Ricky subió al escenario, ahí afuera estaba el Monumental: 50 mil almas enardecidas que estallaron en una ovación que se escuchó en todo Núñez. Unos días antes habían sido Córdoba (el 28 de febrero) y Punta del Este (el 2 de marzo) y unos días después Tucumán (el 5), Neuquén (el 7) y Mendoza (el 9). Pero, el sábado 3 era River. Y arrancó con Pégate, un hit de su último disco, el Ricky Martin, MTV Unplugged. “Hola, estoy muy feliz de estar otra vez sobre este escenario. Venir a la Argentina es como volver a casa”, saludó al público (80 por ciento de mujeres) al terminar el tercer tema. Y el estadio, por supuesto, volvió a estallar. Y ése, básicamente, fue el código de la noche: Ricky diciendo algo, cantando algo, moviendo algo, y el grito ensordecedor como única respuesta. “Estoy muy feliz con mi vida. Estoy muy a gusto, porque descubrí la fe. Soy un hombre con fe, y creo realmente que el amor puede cambiar el mundo”, dijo un rato más tarde, en plan de prédica, y las fans volvieron a estallar otra vez.

VIAJE EXTERIOR. El puertorriqueño llegó a Buenos Aires el sábado a la madrugada en un vuelo privado. Esa noche había dado un show en el hotel Conrad de Punta del Este. Con él venían Bacon, su jefe de seguridad, Anthony Carmona, su asistente, Joselo Vega, su manager, y Rondiné, su encargada de prensa: su círculo íntimo durante las giras, las únicas cuatro personas con verdadera llegada al artista. Salvo cuando sus padres deciden visitarlo en algún punto, como ocurrió durante estos días en Buenos Aires. Tanto su padre, Enrique Martin Negroni, como su madre, Nereida Morales (divorciados cuando el cantante tenía dos años), decidieron pasar un tiempo con el nene. ¿Amores? ¿Algún tipo de compañía? Al parecer, nada de eso. Bailarinas y bailarines sobran en el grupo que viaja con él, pero al parecer el muchacho está solo. Y además, la orden de Joselo, su manager, fue clara: que nadie lo molestara. Y Bacon, su jefe de seguridad, se encargó de que así fuera. De hecho, tampoco hubo desfile de rubias endiabladas en el lobby del hotel, como cuando viene Robbie Williams. Es que hoy por hoy la vida íntima del cantante es un misterio. Y, como para alimentarlo, Ricky viaja a todos lados con un hermético cerco de seguridad. Bacon viene a ser algo así como su sombra. Además, está la cuota de guardaespaldas locales que forman un segundo cerrojo poco amistoso. Nada de eso, por supuesto, desalentó a las fans que levantaron campamento frente al hotel Park Hyatt Buenos Aires, en el Palacio Duhau, sobre la Avenida Alvear, donde el puertorriqueño y su troupe están instalados durante sus días en la Argentina. La del cantante fue la Boudoir Suite, en el cuarto piso, que en sus 103 metros cuadrados incluye un living, un área de escritorio, un cuarto de dimensiones palaciegas, baño con jacuzzi y un patio con reposeras, para tomar solcito en la intimidad si uno no tiene ganas de bajar a la piscina. Su única salida, además de la del sábado para ir al show, fue el domingo a la noche, cuando Ricky y su gente fueron a comer a Lezama, un bodegón frente al parque homónimo al que el cantante ya había ido en su anterior visita, repitiendo incluso el plato: milanesas con papas fritas. Y de ahí, otra vez al hotel: nada de ronda nocturna. Porque desde que hace unos años decidió dejar su carrera en stand by para emprender un viaje interior, Ricky se volvió otra persona.

VIAJE INTERIOR. En 2003, después de tantos años de vida loca, Ricky se tomó vacaciones de todo y se fue “como un bohemio, con mi mochila en la espalda” a viajar por la India, Egipto, Japón y las ciudades tailandesas barridas por el tsunami. Allí, Ricky tuvo su magical mystery tour espiritual, una aproximación feroz al mundo real, y parece que su cabeza hizo un clic. El lo explica así: “Hoy, si me pones una pistola en la cabeza y me dices que tengo que elegir entre el escenario y rescatar niños, prefiero rescatar niños de la calle. Mira: estuve en la India y saqué a tres niñas de adentro de bolsas plásticas. Después, ya nada importa”. Y decidió volver para contarlo. Y aunque es cierto que en 2005 volvió a los escenarios con Life, un disco que vendió bien aunque no tanto como se esperaba, con el MTV Unplugged que editó en agosto de 2006, el cantante regresó a las pistas. Hits radiales, videos rotando y rotando, estadios llenos, éxito total en Viña del Mar y ahora el escenario de River Plate. Un punto más en una carrera con la que ya vendió más de 55 millones de discos . Algo que, sin embargo, ya no lo desvive. “Antes, lo único que yo quería era ser el mejor. Vivía obsesionado. Quería vender muchos discos. Quería éxito. Estoy satisfecho con lo que he logrado, pero todo era un ‘sí’ en mi vida. Una vez me dije: ‘Qué pasa si digo no’? ¿Qué pasa si paro aquí?’. Y cuando dije ‘no’ por primera vez me encantó. Y esas caminatas en silencio, poder sentarme a hablar con los pescadores, simplemente sentir, me reconfortaron”, le decía a GENTE el invierno pasado.

Así que, como ven, parece que hay otro Ricky. Que sigue llenando estadios, aunque ya no le importe tanto. Que sigue haciendo delirar a sus fans, pero sin enloquecer. Que está más tranquilo, pensando dos veces qué hacer con su vida.

Domingo 4 a las 5 de la tarde, un Ricky Martin encapuchado se asoma a la ventana del hotel para saludar a sus fanáticas. Mediante señas, intentó explicar que lo aquejaba un dolor de cintura. Ellas, claro, entendieron.

Domingo 4 a las 5 de la tarde, un Ricky Martin encapuchado se asoma a la ventana del hotel para saludar a sus fanáticas. Mediante señas, intentó explicar que lo aquejaba un dolor de cintura. Ellas, claro, entendieron.

Cientos de fanáticas levantaron campamento frente al Duhau Park Hyatt Buenos Aires, el hotel que eligió para alojarse en la Argentina. Los que tampoco quisieron dejar de ver al cantante fueron Araceli González, Flor Torrente y Toto, que estuvieron en el VIP de Sony Ericsson durante el recital y cantaron todos sus temas. Y el club de fans oficial Te Amaré, que lo sigue a todas partes, esté dónde esté.

Cientos de fanáticas levantaron campamento frente al Duhau Park Hyatt Buenos Aires, el hotel que eligió para alojarse en la Argentina. Los que tampoco quisieron dejar de ver al cantante fueron Araceli González, Flor Torrente y Toto, que estuvieron en el VIP de Sony Ericsson durante el recital y cantaron todos sus temas. Y el club de fans oficial Te Amaré, que lo sigue a todas partes, esté dónde esté.

“<i>Estoy muy feliz con mi vida. Estoy muy a gusto, porque descubrí la fe. Soy un hombre con fe, y creo realmente que el amor puede cambiar el mundo</i>”

Estoy muy feliz con mi vida. Estoy muy a gusto, porque descubrí la fe. Soy un hombre con fe, y creo realmente que el amor puede cambiar el mundo

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig