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Una noche en los dorados años veinte

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El espíritu de los años 20’ se trasladó a los salones de la Mansión del Four Seasons, sobre la paquetísima Cerrito, en el corazón de la Recoleta. Por una noche, apenas unas horas de fiesta, las diosas elegidas por los diseñadores parecieron personajes de la novela El Gran Gatsby, una de las grandes obras de Scott Fitzgerald (1896-1940). Aquellos tiempos cambiaron el rumbo de la moda: lujos como la cosmética y la ropa de gala dejaron de ser un territorio de la minoría, mientras la mujer, a fuerza de audacia y sensualidad, comenzaba a romper las cadenas de un machismo rampante. Así nacieron las flappers, término acuñado por el mismo escritor norteamericano, en referencia a las jóvenes urbanas con un nuevo estilo de vida, que disfrutaban de la soltería y las noches festivas de las ciudades en crecimiento. Las revistas también reflejaron ese ánimo: Vogue o Harper’s Bazaar mostraban en sus tapas a estrellas de Hollywood, como Clara Bow, Marlene Dietrich o Louise Brooks, o mujeres como Suzanne Lenglen, un ícono del tenis y la elegancia.

También se incluían artículos que enseñaban a vestir con buen gusto, o consejos para peinarse de acuerdo a la moda. Las flappers usaban mucho maquillaje, bebían licores fuertes, fumaban y manejaban sus propios autos, diseñados para conducir a una nueva velocidad. La frutilla del postre vino de Nueva Orleáns, en el sufriente Sur negro de los Estados Unidos: el jazz fue la música característica por excelencia de los años 20’. Un ritmo distinto, que llegaba para desestructurar los oídos. Fitzgerald lo retrata en sus relatos, al igual que Baz Luhrmann en el último remake de su novela. Grandes mansiones, decoradas bajo la directriz del art déco, arañas de cristal, perlas, zapatos para bailar y cortes de pelo que permitían el uso de sombreros ajustados para enmarcar el rostro, fueron rasgos distintivos de una época que la magia de la ambientación de Armando Cazón (50) revivió en la Mansión del Four Seasons para la 48ª Gala Aniversario de GENTE.

Así, los invitados, que llegaron cerca de las nueve de la noche del martes 10, se sorprendieron al entrar en casa del Gran Gatsby, el personaje interpretado por Leo Di Caprio en el film: “Mi intención fue reflejar el lujo decadente de la época: el derroche de dinero en detalles efímeros, que desaparecen después de una gran noche de fiesta y alcohol. Para eso pensé en los globos, los papelitos y las plumas. Creo que la pista de baile y la entrada es donde mejor se puede apreciar la estética de aquellos tiempos. Además, conté con la ayuda de las instalaciones del hotel, que se adecuan perfectamente al estilo art déco de aquellos tiempos. El resto, claro, lo aportaron estas maravillosas mujeres y sus diseñadores”.

Así los recibimos, viajando en el tiempo y pronunciándonos a favor de la mujer contemporánea y moderna: las flappers actuales. El glamour de los detalles, el color de uñas, las plumas, las perlas, el pelo corto y la literatura del escritor que inspiró la noche: “Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”, El Gran Gatsby, 1925. Los invitados llegaron al Palacio Alzaga- Unzué cerca de las nueve, ataviados de acuerdo al código de la época de oro y se sorprendieron con la imponente decoración, basada en la remake cinematográfica del clásico de Scott Fitzgerald protagonizada por Leonardo Di Caprio.

Los invitados llegaron al Palacio Alzaga- Unzué cerca de las nueve, ataviados de acuerdo al código de la época de oro y se sorprendieron con la imponente decoración, basada en la remake cinematográfica del clásico de Scott Fitzgerald protagonizada por Leonardo Di Caprio.

En los detalles, la esencia de todo: champagne –by Chandon–, para rememorar las grandes fiestas de deshora; flores y plumas, para emular la estética de los años 20’ según Baz Luhrmann, con globos y serpentinas bañando las escaleras, luminarias y los altos techos de los salones más exclusivos del renovado Four Seasons.

En los detalles, la esencia de todo: champagne –by Chandon–, para rememorar las grandes fiestas de deshora; flores y plumas, para emular la estética de los años 20’ según Baz Luhrmann, con globos y serpentinas bañando las escaleras, luminarias y los altos techos de los salones más exclusivos del renovado Four Seasons.

Armando Cazón (50) fue el encargado de darles vida a los salones de la Mansión. “Fue un desafío, aunque el Four Seasons es ideal para el espíritu de la época. Me inspiré en la última película de Gatsby, donde predominan los globos, los papelitos y las plumas”, contó el ambientador.

Armando Cazón (50) fue el encargado de darles vida a los salones de la Mansión. “Fue un desafío, aunque el Four Seasons es ideal para el espíritu de la época. Me inspiré en la última película de Gatsby, donde predominan los globos, los papelitos y las plumas”, contó el ambientador.

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