Dicen los testigos (cinco personas, sin incluir a la agasajada) que no aguantó. Que a las 00:00 del viernes 16 de mayo, después de ver el video de Dalma saludándola, excusándose por no haber podido viajar debido a “impostergables cuestiones laborales” y pidiéndole que abriera la puerta de entrada y buscara la sorpresa que le mandaba, no resistió tanta emoción y, tras descubrirla parada en el umbral, se puso a llorar. Y claro, el combo de la felicidad acababa de completarse en el corazón de Gianinna Maradona: para arrancar el día de su cumpleaños número 19 la rodeaban su hermana Dalma, su mamá Claudia, su papá Diego y su novio, el actual delantero estrella del fútbol español, Sergio Agüero, que en pocos días más –el 2 de junio– cumplirá los veinte...
Claro que el resto del día, el Blackberry de Gianinna no paró de sonar y de recibir decenas de mails. Aunque, lógico, ella también tuvo tiempo de abrir los regalos que le llegaron desde su país. La lista, bien interesante... Su abuela Pochi le mandó una bufanda tejida a mano y una carta, y su abuelo Coco, un jean. Los Agüero que quedaron en Buenos Aires, un vestidito, un par de botas azules, aparte de una tarjeta firmada y unas líneas especiales de su cuñada, Mau. Nico, el ahijado, y su familia, una bandeja con la foto de Gianinna y Sergio. Su tía Gaby y compañía (incluir a la perra, Rona, por favor), un vestido que en palabras de la menor de las Maradona es “una topetitud”. Anita, la señora que ayuda en el departamento de Villa Devoto de Habana y Segurola (y a quien Giani le ruega que se mude a Europa lo más pronto posible), un compacto. Su amiga/tía Fabi, un mate rosa. Los Goycochea (Sergio y señora, Bautista, Paloma y Juan Cruz), ropa diseñada por Ana Laura. Y Liz, ropa de Kosiuko.
¿Obsequios comprados en España y alrededores? Varios y tentadores. La mayoría, entregados durante la cena en el restaurante La Dorada, de la calle Orense 64. El Kun, una súper cámara con gran zoom (motivado por los deseos de su chica de aprender los secretos de la fotografía) y una cartera blanca Louis Vuitton. Magui y Dani, los tíos de él, un pijama rojo (el color preferido de Gianinna) de Hello Kitty. Sus amigos Cecilia y Franco, un vestidito mega-corto; Elena y Erik, un set de perfumería; Gerardo y su novia, una pipa de agua a la que se le coloca tabaco de chocolate, menta y frutilla; Stefano, un llavero con forma de corazón, y los Bagni (la familia de Salvatore), un cuarto vestido, que cargó Diego en su valija. El mismo Diego que decidió dejarle estacionado sobre la puerta de entrada de la casa, un diminuto y bello Smart rosado.
A la hora de la despedida, hubo brindis con champagne, nuevas lágrimas, agradecimientos generales e individuales y, dicen los testigos (ahora diecinueve personas, sin incluir a la agasajada) una frase de Giani que sintetizó el cierre, dos días antes de que Sergio Agüero quedara como tercer artillero de la liga española, anotando el tanto número diecinueve de su cosecha y adjudicándose el premio de la Agencia EFE como Mejor jugador iberoamericano de la temporada. Diecinueve años, diecinueve testigos, diecinueve goles... Repitamos la frase nomás: “Los regalos más lindos fueron que vinieran papi, Dal y mami a pasar mi cumple y unos días conmigo, recibir a aquellos amigos que pudieron acercarse, el esfuerzo de Ceci y Franklin por tomarse un avión y cruzar el océano, y la presencia incondicional de mi novio, Ser, que me mima tanto y me hace feliz todos los días de mi vida”.
Giani entre Dal, Diego y Clau y Sergio, su pareja. La intimidad del primer festejo, tarde del viernes en su casa madrileña.
Mientras sopla las velitas en el restaurante La Dorada.
Giani y su novio, felices.
