La surrealista historia de un hombre británico de 52 años, comenzó a partir de su colaboración con una ONG en Ucrania, donde creyó haber encontrado el amor en una mujer 20 años más joven que él. Sin embargo, el día de su boda, se convirtió en el comienzo de una pesadilla.
Este hombre, apodado James, llegó a la ciudad de Odessa como voluntario en 2015. Después de varios meses yendo y viniendo desde Reino Unido para compaginar su ayuda a la ONG con su trabajo, una de sus colaboradoras en Ucrania le sugirió tener una cita con Irina, una de sus amigas.
El flechazo fue inmediato. Ella le contó que había tenido dos matrimonios malogrados y no quería volver a casarse con un ucraniano. Así, comenzaron a salir y con ellos siempre estaba Julia, una traductora que facturaba más de 100 euros diarios al británico por sus servicios.
El día de la boda
En la historia publicada por BBC mundo, James confesó que, desde el primer día, Irina no quiso mantener relaciones con él ya que creía firmemente en no hacerlo antes del matrimonio. Él lo aceptó, pensando que esa decisión era fruto de las creencias. En noviembre de 2016, solo 11 meses después de su primera cita, James e Irina celebraban una fiesta de compromiso.
A pesar de que el hombre deseaba volver a Reino Unido, los obstáculos burocráticos lo lllevaron a trasladarse a Ucrania. Dejó su trabajo y vendió su casa para buscar un lugar donde vivir con su futura esposa en Odesa. Aquí empezó el principio del fin: como enviar su dinero a Ucrania no era fácil, por las leyes antiblanqueo de ese país, Irina le ofreció hacer una transferencia a la cuenta de su amiga Kristina, que es una organizadora de bodas y que iba a encargarse de su enlace. Luego, según Irina, el banco solo devolvería el dinero a James si él se casaba con Kristina.
La policía ucraniana investigó, pero no presentó cargos a pesar de las pruebas. Un investigador privado ucraniano al que James recurrió descubrió que tanto Irina como Julia ya estaban casadas. La traductora se separó de su marido tres semanas antes para poder estafar al británico y se volvió a casar con él cuando todo terminó. Pagó 160.000 euros por un apartamento que solo costaba 50.000; 16.000 euros por una boda falsa en la que todos los invitados conocían la verdad, excepto él. Incluso mandó 10.000 euros más a Irina cuando le dijo que estaba en un hospital enferma.
En total, la estafa ascendió a unos 200.000 euros.
Incluso el día de su boda con Irina, con 60 invitados falsos, la supuesta madre de su mujer le echó algo en su bebida que terminó con sus huesos en el hospital. Hoy, cuatro años después de aquella estafa, James reconoce que "fui un idiota" que se dejó engañar. Solo ha podido recuperar la titularidad de su apartamento, que fue compartida durante muchos meses con Kristina, aunque solo vale 50.000 euros.
