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Un desafío por las nubes

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Agotamiento, falta de oxígeno… solidaridad. La Toyota Experiencia 4x4 podría definirse como una competencia, pero más adecuado sería recordarla como una escuela de vida de cara al cielo.
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar", sería la síntesis. Los versos de Machado bien servirían de definición para esta aventura que unió Iguazú con el pueblo chileno de San Pedro de Atacama y en la que 26 participantes (24 representando a las provincias argentinas, y 2, a Chile) aceleraron, doblaron, treparon, frenaron, se ayudaron para atravesar el Impenetrable, salares de la puna y las dunas chilenas.

"Uno nunca sabía con lo que se iba a encontrar", explicó Enrique Cammarata, el mentor de la experiencia y director de la empresa organizadora Off Road. "¿Ejemplo? Antes de llegar al río Pilcomayo esperábamos un ancho de 70 metros entre las orillas. Pero tardamos un día en cruzarlo… Había crecido a
300
". La naturaleza hizo lo posible por dificultar el andar de las caravanas, entregando fuertes lluvias y escasez de oxígeno. Las camionetas llegaron a transitar obstáculos a 4.830 metros sobre el nivel del mar, donde el rendimiento del oxígeno suele descender un 40 por ciento y la sangre no llega correctamente a la cabeza, lo que obligó en varias ocasiones a hacer uso de los tanques especiales que se llevaron en las camionetas para atender a los descompuestos. Sin embargo, nadie se quedó atrás.

"Una de las mejores cosas de esto es poder conocer cómo viven las personas del norte del país", dijo uno de los participantes al llegar a San Antonio de los Cobres, el pueblo de Salta donde termina el Tren de las Nubes. Luego de recorrer cientos de kilómetros entre la Cordillera de los Andes surgían de la nada pequeños poblados, sorprendidos al ver pasar tanta tecnología y potencia frente a sus casas de barro. La fascinación reflejada en sus ojos dejaba entrever un gesto de admiración hacia los competidores, a quienes los vaivenes climáticos les demandaron distintas exigencias: desde dormir en carpa con temperaturas superiores a 40 grados hasta pernoctar en la mina abandonada La Casualidad con 20 bajo cero.

En los últimos días se empezaron a notar el agotamiento físico y los cambios de temperatura. Sin embargo, eso no los detuvo para ayudar a aquellos que se vieron en problemas. Para el caso, durante una prueba en el salar de Llullaillaco los competidores debieron desencallar una de las
Toyota Hilux, mientras eran evaluados por los organizadores. A pesar de las dificultades ocasionadas por la extensa masa de sal, el trabajo en equipo fue lo que prevaleció en todo momento.

"Nosotros vinimos a vivir la experiencia, no a competir", resumieron el salteño Juan Manuel Ortiz y el jujeño Fernando Casares, ganadores e integrantes del equipo número 9. Fuera del hotel, en San Pedro de Atacama, los motores aún humeantes atestiguaban la hazaña realizada a lo largo de 3347 kilómetros por 26 personas (personas antes que competidores) orgullosas de haber dado todo de sí en pos de una aventura sin igual.

por Diego Sanjurjo
fotos: Julio César Ruíz
(enviados especiales a Jujuy y Salta -Argentina- y a Antofagasta -Chile-).

La caravana recorre la ruta 27 en Salta rumbo a la mina La Casualidad. Abajo, Pequita, una llama de San Antonio de los Cobres, se acerca a los competidores. Y las 4x4 y su tecnología GPS, a plena tracción por el salar de Llullaillaco.

La caravana recorre la ruta 27 en Salta rumbo a la mina La Casualidad. Abajo, Pequita, una llama de San Antonio de los Cobres, se acerca a los competidores. Y las 4x4 y su tecnología GPS, a plena tracción por el salar de Llullaillaco.

Deslumbrante travesía por las Salinas Grandes.

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