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Un amor sin alianzas

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Por ahora no dicen nada. Pero las miradas, los gestos y la complicidad que se respira alrededor de Soledad Silveyra (57) y Carlos Chacho Alvarez (60) gritan que ahí hay amor. Y si no, vamos, que lo desmientan... ¿O es que no pueden? Difícil decir que no cuando una relación es tan natural. Ahí están, el lunes 30 por la noche, cenando con amigos en Don Justo, un restaurante muy cercano al departamento de él, en Palermo, su barrio de tantos años. Hay un vinito, como corresponde, para aligerar la charla. Un menú light. Y una sensibilidad común, un abanico de códigos, lugares, películas, libros, pérdidas, victorias y luchas (¡y hasta el mismo equipo de fútbol, Racing!) que sólo se pueden compartir con alguien de la misma generación y las mismas ideas. Es una relación madura. Y va en serio.

El romance comenzó un tiempo después de la entrevista que Solita le hizo a Chacho para, precisamente, Un tiempo después, el exitoso ciclo que produce Endemol para Telefe y del que la actriz –que se reveló como conductora con Gran Hermano allá por el 2001– empezó a grabar la segunda temporada. En esa ocasión, uno de los temas que tocó fue la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. El encuentro fue en octubre, en Montevideo, sede del Consejo de Representantes Permanentes del Mercosur, del que Alvarez ejerce la presidencia desde el 2005. Chacho –un seductor– jugó la primera carta: la fue a esperar a la terminal del Buquebús. Una teoría científica asegura que los hombres tardamos 8,2 segundos en enamorarnos. Es muy probable que estén errados de punta a punta. Tal vez Chacho tardó mucho menos: una vez que finalizó la grabación, el ex vicepresidente de la Alianza puso otro naipe sobre la mesa y la invitó a cenar. Solita, que aún estaba de novia con Carlos de Grande, el remisero de la productora Endemol, aceptó con gusto comer con Chacho, que estiraba, a su vez, una relación con una mujer de 40 años que pronto terminó. La sobremesa, dicen, fue más sabrosa que el menú. Pero las cosas quedaron ahí.

Al mes siguiente, mientras llegaba a su trabajo en Montevideo, Alvarez sintió dolores en el pecho. De inmediato fue internado en la terapia intensiva del Centro Asistencial Casa de Galicia, donde pasó dos inciertos días, y luego fue trasladado al hospital Alemán de Buenos Aires, donde le practicaron cinco by-pass. Por aquellos días, instaba a todos los hombres mayores de 40 años a practicarse una “prueba de fuerza” coronaria. Y todavía está en proceso de recuperación.

De nuevo en Uruguay, a principios de año, Chacho se enteró de que la actriz estaba otra vez solita y sola. Puso a prueba su corazón y la llamó. Durante enero fueron varias las veces que la fue a esperar, como la primera vez, a la llegada del ferry. Y aunque ella viajó a Miami y a Brasil con amigas, el contacto vía telefónica y a través de mensajes de texto se hizo intenso. La presentación formal fue el 13 de febrero, cuando Solita cumplió 57 años y decidió festejarlos de visitante, en Montevideo. Allí, cómo no, estuvo Chacho.

Ella le presentó a sus hijos (Baltazar y Facundo, que tuvo con su primer marido, José María Jaramillo), quienes aceptaron al novio de su madre de muy buena gana. Y los de él (Ramiro, María, Dolores y Lucía, de tres matrimonios –con Marta Chojo, Gloria López Lecube y Liliana Chiernajowsky–) tampoco pusieron ningún reparo. Cuando Chacho viaja a Buenos Aires, reparte su tiempo entre su nuevo amor y la presidencia del CEPES (Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales). Juntos se enfrascan en prolongadas charlas o salen a dar largas caminatas. El domingo, después de pasar la tarde en el departamento de él –recién llegado de Chile, donde acompañó a la presidenta, Cristina Fernández, al cónclave del progresismo mundial–, tomaron el té en el Museo Evita. Ella lucía espectacular después de su paso por la clínica del doctor Rubén Mühlberger (un gurú antiage).

Están entusiasmados. Solita dijo alguna vez: “En el amor, creo que los viejos tenemos más para decir que los jóvenes, porque el amor de los jóvenes es muy volátil”. Chacho, en cambio, siempre reconoció que la política lo absorbía demasiado, y confesaba: “No soy un modelo de padre y marido”. Es probable que tras el susto que sufrió a fines del año pasado vaya por la revancha en las cuestiones –en todo sentido– del corazón.

Por ahora, entonces, recorren codo a codo esta nueva oportunidad que se les presenta en el terreno del amor. Después de todo, así como los científicos pueden errar en sus teorías sobre el amor, bien podrían hacerlo los poetas. Y Solita Silveyra y Chacho Alvarez, entre Buenos Aires y Montevideo, a una altura de la vida donde perder el tiempo está de más, tal vez puedan desmentir a José Santos Chocano, aquel peruano que escribió eso de “quizás la misma barca de amores empujaremos, ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos, bogando juntos y separados toda la vida...”. Se reparten el tiempo entre Montevideo y Buenos Aires. Y coinciden en todo: música, libros, cine y política. Festejaron el cumpleaños de Solita en Uruguay. Y ya se presentaron como pareja ante los hijos de ambos.

Se reparten el tiempo entre Montevideo y Buenos Aires. Y coinciden en todo: música, libros, cine y política. Festejaron el cumpleaños de Solita en Uruguay. Y ya se presentaron como pareja ante los hijos de ambos.

Chacho y Solita en la puerta del restaurante Don Justo. El llegó desde Chile, donde acompañó a la presidenta Cristina Fernández. Ella lo esperó recién salida de la clínica antiage del doctor Mühlberger. Estaba espléndida.

Chacho y Solita en la puerta del restaurante Don Justo. El llegó desde Chile, donde acompañó a la presidenta Cristina Fernández. Ella lo esperó recién salida de la clínica antiage del doctor Mühlberger. Estaba espléndida.

Solita siempre mantuvo su compromiso social sin dejar de lado su femineidad. Y Chacho es uno de los pocos políticos de los que nunca se pone en duda su honestidad.

Solita siempre mantuvo su compromiso social sin dejar de lado su femineidad. Y Chacho es uno de los pocos políticos de los que nunca se pone en duda su honestidad.

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