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Un amor que hace olas

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Cuando la casualidad se repite, conviene empezar a llamarla “costumbre”. O “hábito”. O “rutina”... Por eso, la aparición de Sabrina Rojas (30) en el balneario Guillermo, donde –desde el comienzo de la temporada– hace base cada tarde Luciano Castro (34) con familia y amigos, puede adquirir cualquier título posible, excepto el de mera casualidad.

En medio de una andanada de rumores que los señala como uno de los romances más rutilantes del verano (los chicos comparten escenario en la versión teatral de Valientes, donde, como si se tratara de un guiño de la ficción, se besan casi ferozmente ante la ira de las fanáticas del pelilargo), tanto Luciano como Sabrina se encogen de hombros y, sin desmentir ni afirmar, siguen mostrándose juntos. O muy cerquita.

El jueves 11, por caso, no sólo compartieron una tarde de sol en la playa: la modelo y actriz también se atrevió a encarar la nueva pasión de Castro: el surf. Y, tabla en mano, improvisó algunos torpes trucos sobre las olas, pocos metros mar adentro. Mientras, a mucha más profundidad, Castro se floreó como un profesional, fruto de su agitada y casi obsesiva práctica de cada tarde. Un rato después, partieron juntos rumbo al teatro. Otra “casualidad” más. O, perdón, “costumbre”. O “hábito”. O “rutina”... Los chicos surfearon un rato (Castro con mucha más técnica que Rojas, fruto de su intensa práctica durante el verano) y luego volvieron a la privacidad de la carpa, cada uno por su lado.

Los chicos surfearon un rato (Castro con mucha más técnica que Rojas, fruto de su intensa práctica durante el verano) y luego volvieron a la privacidad de la carpa, cada uno por su lado.

¡Piedra libre para un besito entre Luciano y Sabrina! El salió del mar con un estilo digno de aquella famosa publicidad de desodorantes en la que un malón perseguía al barbudo en busca de una muestra de afecto.

¡Piedra libre para un besito entre Luciano y Sabrina! El salió del mar con un estilo digno de aquella famosa publicidad de desodorantes en la que un malón perseguía al barbudo en busca de una muestra de afecto.

Ella solita: strip tease de su traje de neoprene, para deleite masculino.

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