“Triunfar en el exterior me mareó: hoy tengo ambiciones más espirituales” – GENTE Online
 

“Triunfar en el exterior me mareó: hoy tengo ambiciones más espirituales”

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–¿¡Qué hacés, perdida?!
–(Sonrisa enorme) Muy bien, muy feliz de estar acá, otra vez en mi país.
–¿Te quedás?
–Sí. Esta vez volví para siempre…

La que contesta es María José Lovrich. ¿La recuerda? Fue la chica que explotó en el verano del ’95, cuando ganó el scouting de beauties nacionales que organizó GENTE de norte a sur y de este a oeste de la República Argentina. Fue la cordobesa que en aquel concurso le ganó a la mismísima Pampita. Fue la chica que con sólo 20 años se instaló en el fashion desde nuestras tapas, para después seducir en las pasarelas y las campañas gráficas. Un día, así como llegó, se fue. Seis años atrás tomó un vuelo a Madrid para iniciar su carrera internacional y allá –parece– le fue tan bien como acá. Bien lejos de Buenos Aires, empezó a triunfar en otras ciudades como Barcelona, Viena, Nueva York, Miami, Hamburgo…

Hoy está de regreso, posando en los espacios de Buenos Aires CE Hotel de Diseño, un hospedaje que se estrenó hace apenas tres meses frente al Palacio Pizzurno. Y no llegó sola. Vino con su novio, también argentino y modelo de la agencia de Ricardo Piñeiro. Es Federico Zuliani, uno de los preferidos de Armani. Juntos, cuenta ella, van a montar un complejo hotelero en las sierras cordobesas que la vieron nacer.

–Es increíble lo que creció nuestro país en los últimos años. Hay que irse como hice yo para poder apreciarlo. Me enorgullece esta posibilidad que tengo de invertir mis ahorros acá. La arquitecta del complejo que haremos será mi hermana. Está a full con los planos. Es más: también nos está haciendo para nosotros dos la casa que soñamos en Capilla del Monte. Es toda estilo mediterráneo. Con suerte, la estrenamos en seis meses.
–¿Te volvés a Córdoba entonces?
–Al principio voy a ir y venir de Buenos Aires a Córdoba todo el tiempo. Es que tengo muchas propuestas en la Capital Federal también: me ofrecieron estar en la tele el año que viene. Como verás, volví con muchas pilas.

–Si te estaba yendo tan bien allá, ¿por qué regresaste?
–Porque cumplí con toda una etapa de ambiciones frívolas y desmedidas que hoy ya no me interesan. Triunfar en el exterior me mareó, hoy tengo ambiciones más espirituales…

–¡¿…?!
–¿Cómo te lo explico? Me di cuenta que estaba mareada, ¿sabés? Mucho viaje, mucho desfile, mucho trabajo, mucho jet-set, mucha frivolidad, y en el fondo de mí no había nada.

–¿Qué te hizo llegar a esa conclusión?
–Varias cosas. La primera vez que tomé conciencia de eso fue el nefasto 11 de septiembre del 2001. Era el cumpleaños de mi novio y pensábamos festejarlo juntos. Yo estaba en Nueva York y él iba a viajar ese día desde España. Imagináte, no pudimos vernos. Y no sólo eso: aquella mañana pensé que nunca más lo iba a ver. Me había ido con otras modelos a desayunar detrás del Empire State, como a las ocho de la mañana, con la idea de irnos después de compras. Cuando salimos de la cafetería estaba ese humo negro, la gente que corría, las sirenas de las ambulancias que te ensordecían… Fue una pesadilla. Un horror que no terminó ahí, porque después sufrimos tres amenazas de bomba y tuvimos que salir corriendo del hotel llevando únicamente algo de plata y el pasaporte en el bolsillo. Todas las líneas telefónicas estaban bloqueadas y pasé tres días sin poder hablar con nadie. Fede no sabía si yo estaba viva o muerta. Nos reencontramos recién a los doce días en España. En el primer abrazo le dije: “¿Qué perseguimos, qué buscamos, si la vida no vale nada?”

–¿Y qué buscabas vos, Lovrich?
–Fama, dinero, popularidad, consagración, qué sé yo… Lo que queremos todas de esta profesión. Yo llegué a compartir la mesa con Sophia Loren, con el príncipe Felipe de España, con el sultán de Brunei, con tantas celebrities que en un momento me mareé. Todo ese vértigo no te permite ver el horizonte, ¿sabés? Y con esa experiencia me di cuenta de que mi horizonte estaba acá, en mi país, en mis sierras.

–Pero te quedaste allá...
–Me quedé un tiempo más, sí. Porque tenía compromisos laborales que no podía cancelar. Después, cayó el dólar en la Argentina y tampoco me convenía volverme al país sin ahorros, porque no tenía ni casa acá. Ahí decidí juntar unos euros antes de emprender la vuelta. Me iba bien afuera, pero ya no estaba tan feliz. Es más, empecé a somatizar todo lo que me estaba pasando y tuve psoriasis nerviosa en las manos y los pies. Cuando consulté al médico, me dijo: “Esto es puro estrés. Si querés curarte, pará la moto”. Ahí nomás, frené. Le dije a Fede de volvernos, de juntar nuestros ahorros para poner un hotel, para tener nuestro emprendimiento juntos e intentar vivir de eso. Y bueno, lo convencí. Acá estamos.

–¿Cómo se conocieron?
–Hace diez años, en un boliche de Córdoba. Me lo presentó una amiga, charlamos tres minutos y… (“era tan famosa, la chica GENTE, que me la robaron los fotógrafos antes de que llegara a pedirle el teléfono”, termina la frase Federico). Sí, fue así. Nos volvimos a ver en Punta del Este y no nos separamos más. Bah, en realidad es una forma de decir, porque llegamos a estar seis meses separados, manteniendo la relación a puro teléfono, porque cuando uno estaba en Nueva York el otro estaba en España, y cuando uno estaba en España el otro viajaba a Asia, y así… Pero seguimos, y muy bien.

–Pregunta obligada: después de diez años juntos, ¿para cuándo los confites?
–Ni boda ni hijos. Esas cosas no están en nuestros planes. Tenemos una profesión muy desordenada, para nada rutinaria, no sé si podría. Así, con Fede, nos va muy bien, ¿para qué cambiar?

Ojos miel, pelo castaño claro, 1,79 de altura y 90-62-90 de infartantes curvas. María José Lovrich mantiene la belleza que la consagró hace diez años en la tapa de GENTE. Por dentro, asegura, es otra.

Ojos miel, pelo castaño claro, 1,79 de altura y 90-62-90 de infartantes curvas. María José Lovrich mantiene la belleza que la consagró hace diez años en la tapa de GENTE. Por dentro, asegura, es otra.

En 1995 ganó el concurso que hizo la revista por todo el país buscando a la chica más linda. En ese scouting dejó atrás a la mismísima Pampita, que también estuvo entre las elegidas. La cordobesa se convirtió en la tapa del verano 1995 y cuatro años más tarde dejó el país para probar suerte en el exterior. “<i>Ser la tapa de GENTE me abrió las puertas en Europa</i>”, reconoce.

En 1995 ganó el concurso que hizo la revista por todo el país buscando a la chica más linda. En ese scouting dejó atrás a la mismísima Pampita, que también estuvo entre las elegidas. La cordobesa se convirtió en la tapa del verano 1995 y cuatro años más tarde dejó el país para probar suerte en el exterior. “Ser la tapa de GENTE me abrió las puertas en Europa”, reconoce.

“<i>Me iba bien afuera, pero ya no estaba tan feliz. Es más, empecé a somatizar y tuve psoriasis nerviosa en las manos y los pies. Ahí nomás frené y decidí volver</i>”

Me iba bien afuera, pero ya no estaba tan feliz. Es más, empecé a somatizar y tuve psoriasis nerviosa en las manos y los pies. Ahí nomás frené y decidí volver

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