“Tres mil… ¡y sigo!, porque ésta es mi vida” – GENTE Online
 

“Tres mil... ¡y sigo!, porque ésta es mi vida”

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Del mediodía a la noche, del formato diario al semanal, de Hola Susana a Susana Giménez, de la sex symbol a las bromas por los kilitos de más, del Maestruli a Los Susanos, del enano Nelson a los protagonistas del libro Guinness, del Susymóvil a El Imbatible, de las confesiones sentimentales con la abuela (Gasalla) a los dinosaurios vivos... y otras perlas: todo fue la arcilla del monumento: todo, cada pieza del vasto rompecabezas que jamás se bajó el éxito. Un milagro.

Hola Susana. Al año, ya en la tevé privada, pasó al 9 de Alejandro Romay, se quedó hasta el ’90, y nació entonces otro título inamovible: La Diva de los Teléfonos. Los aparatos se recalentaban y estallaban de tantas llamadas: 19.234.000 a lo largo de 23 años, jura la estadística. Un año más tarde (’91) firmó con Telefe uno de los más altos contratos de la historia de la tele nativa, y también uno de los más fieles: 19 años, con picos de rating de hasta 40 puntos (más de cuatro millones de almas), y la historia continúa: el 2011 está asegurado.

Las apabullantes –pero exactas– cifras superan lo creíble, derrotan lo casual, desafían la lógica del mercado (a veces tan efímero). ¿Por qué? Por los personajes, sí. Por las entrevistas, sí. Por los premios millonarios en dinero, sí. Porque nadie se va con las manos vacías, sí. Por la expectativa y la esperanza de los que llaman, sí. Por las intimidades que se revelan, sí. Por las cábalas de la súper star (una, entrar siempre al estudio con el pie izquierdo), tal vez... Por los 3.350 deslumbrantes vestidos que lució, sí. Por las 1.800 horas de maquillaje y peinado, es posible.

Pero ninguno de esos “sí”, esos “tal vez”, esos “es posible”, alcanza a explicar el fenómeno. Tampoco lo explican el Martín Fierro de Oro (1995) ni el de Platino (2009). Es inútil: olvidemos los miles de invitados, los nombres famosos y hasta célebres que se sentaron en ese living, la gracia de los casi 700 sketches... y hasta los 200.464.000 pesos que se repartieron en miles de manos. Olvidemos (todos) esos factores de triunfo, esos potentes motores, esa ecuación matemática. Porque es un vano ejercicio. Y porque la única verdad es otra, más simple, más sencilla, pero inimitable e irrepetible. Esa única verdad es Susana Giménez Aubert.

Susana Giménez, desde su iniciático “¡shock!” para vender un jabón (Cadum), filmado en Córdoba, en una mañana helada, bajo una cascada a punto de congelamiento... ¡y en una sola toma!: se dio vuelta, dijo “¡shock!” y el director gritó “¡se imprime!”. Y después, con las plumas del teatro de revistas, lo mismo. Y después, como actriz en Las mariposas son libres, en el arduo género musical con La inhundible Molly Brown –y otras–, y el cine con monstruos sagrados como Alberto Olmedo, y………………… (complete la línea de puntos, lector memorioso).

Nada la quebró ni le movió el pedestal. Ni siquiera sus amores, los largos y los fugaces, los más o menos felices, y hasta los desdichados. O su paso por el quirófano, por la trampa que le tendieron algunos huesos rebeldes. Encendidos los spots del teatro, los reflectores del cine, la luz roja de la implacable tele, con penas, con alegrías, con lutos, vivió y sobrevivió cada año como un titán, y siempre, siempre, absolutamente siempre fue, es y será Susana Giménez.

Es más. Imaginemos que esa noche, la del domingo, la de los 3.000 programas, un ciclón o cataclismo parecido, cortadas las calles y las rutas, la hubieran sorprendido en un living vacío. Apuesto. O mejor: apuesto y juro, que ella, sola y su alma, hubiera hecho el mejor programa de su vida. No sé cómo, pero lo hubiera hecho, y el rating no hubiera retrocedido un punto.

Es más: cortados también los teléfonos por el desastre climático, el de ella... ¡hubiera funcionado! ¿Por qué? Porque ya lo dice y lo explica y lo graba a fuego la canción. Porque detrás de todo eso, hay sólo una mujer. O mejor dicho: no una mujer. Esa mujer. Rubia y nada fatal. Madre y abuela. Pero nacida con la invisible estrella en la frente que el Destino le regala a muy, muy, muy pocos en este mundo.

Y punto: toda otra explicación es devaneo, literatura (buena o mala), engañosa sociología de masas, incógnita, enigma, desafío para analistas de mercado, etcétera. Toda otra explicación es una pérdida de tiempo. Y no se lo pregunte a ella (¡tantas veces en tantos reportajes se lo han preguntado!), porque no logrará nada. Es más fácil explicar por qué gira la Tierra alrededor del Sol.

Susana brinda con todos sus invitados (Verónica Castro, Chayanne, Marley, Los Nocheros... y siguen las copas), que cantaron a coro Detrás de todo sólo hay una mujer. ¿Torta con velas? Imposible. ¿Cómo apagarlas de un soplo?

Susana brinda con todos sus invitados (Verónica Castro, Chayanne, Marley, Los Nocheros... y siguen las copas), que cantaron a coro Detrás de todo sólo hay una mujer. ¿Torta con velas? Imposible. ¿Cómo apagarlas de un soplo?

Debutó en ATC en 1987.  Después estuvo dos años en Canal 9, y lleva 19 seguidos en Telefe, donde seguirá en el 2011. En esos 23 años habló por teléfono 19.234.000 veces y recibió a 16.000 invitados; 650 de ellos, stars internacionales. Y en cada llamada y cada entrevista face to face imprimió su sello único e inimitable: frescura, simpatía, respeto y capacidad de asombro.

Debutó en ATC en 1987. Después estuvo dos años en Canal 9, y lleva 19 seguidos en Telefe, donde seguirá en el 2011. En esos 23 años habló por teléfono 19.234.000 veces y recibió a 16.000 invitados; 650 de ellos, stars internacionales. Y en cada llamada y cada entrevista face to face imprimió su sello único e inimitable: frescura, simpatía, respeto y capacidad de asombro.

Con Los Nocheros y La Tota (Miguel Del Sel).

Con Los Nocheros y La Tota (Miguel Del Sel).

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