Tras perder a su hija en el parto, le diagnosticaron dos raras enfermedades: «No podía doblar las manos y sentí que mi cuerpo moría de a poco» – GENTE Online
 

Tras perder a su hija en el parto, le diagnosticaron dos raras enfermedades: "No podía doblar las manos y sentí que mi cuerpo moría de a poco"

En el Día del nutricionista la historia de Malena ramos Mejía
En el Día del Nutricionista, Malena Ramos Mejía cuenta su historia de cómo a través de la alimentación le hizo frente a un diagnóstico "irreversible"; hoy da talleres para enseñar a otros a "sanar" desde la comida.
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A principios de 2016, Malena Ramos Mejía tenía toda una vida que marchaba sobre rieles. O así lo creía ella. Trabajaba como nutricionista, estaba casada y embarazada de su segunda hija. Estructurada y exigente, como ella misma se define en su charla con GENTE, tenía una rutina en la que no se permitía parar. "Hasta que me caiga redonda no freno", decía. Pero un día el freno lo puso su propio cuerpo. Cuando Malena llegó a la sala de partos con contracciones - tras un embarazo normal sin complicaciones- los médicos descubrieron que el corazón de su hija Violeta no latía.

Ese 16 de marzo, el mundo que había diseñado para ella misma empezó a caerse a pedazos. Los meses de post parto, sin bebé. Y, a todo el desborde físico y emocional que significa el puerperio para cualquier mujer, se le sumó otro que no esperaba: su cuerpo dejó de responderle.

Durante el embarazo se sentía más hinchada “como dura”, pero todos repetían que tenía que ver con los síntomas del último trimestre, como la retención de líquido, etc. Pero, dos meses después del parto, ya sin la panza, aún no podía agacharse para atar sus cordones.

Malena junto a su marido Max y su hija Sophie

"Al principio todos pensábamos que estaba ligado al embarazo, sumado al estrés y a la angustia por lo que había pasado con Viole. Ya había empezado a sentir ciertas señales antes del parto. Pero de repente no podía agacharme a atarme los cordones. Mis manos empezaron a ponerse duras al punto de no poder doblarlas para sostener una birome", cuenta.

En julio, tres meses después del parto, su cuerpo dejó de responderle. “Una noche empecé a sentir las manos entumecidas. Empezaron a dormirse mis dedos. Luego se tornaron grises, amarillos y mis manos moradas. Sentí que mi cuerpo se estaba muriendo de a poco.”

En la desesperación, llamó a una de sus hermanas que es médica y fue la primera en ponerle un nombre a lo que les estaba sucediendo: Malena padecía el fenómeno de raynaud, una enfermedad autoinmune que genera una reducción extrema del flujo sanguíneo a la piel.

"Empezaron a dormirse mis dedos. Luego se tornaron grises, amarillos y mis manos moradas.”

A partir de ese momento, los síntomas empezaron a agravarse día a día. Llegó un punto en el que no podía levantar los brazos, no podía peinarme o vestirme sola. Perdí toda la capacidad para las actividades básicas de la vida, como comer sola.”

En septiembre fue internada. Allí empezó la maratón de estudios y análisis. Malena empezó a tomar 21 medicamentos por día.

La enfermedad, que de por sí era muy grave, avanzaba demasiado rápido. Finalmente, en el Hospital Italiano dan con el diagnóstico: Esclerodermia sistémica difusa y polimioscitis.

La enfermedad que sufría era sistémica y podía afectar los órganos vitales. Estaba en riesgo su vida.

"Sigo siendo yo, con sophie, en diciembre del 2016 hinchada tomando los 40 mg de corticoide/día.", posteó Malena en su cuenta de Instagram The Food Alchimist.

Malena tomaba una lista interminable de remedios, algunos sumamente agresivos, lo que hacía que algunos días estuviera bien y otros su estado empeorara estrepitosamente. El panorama era imposible. Pero más allá de todo ella “tenía la sensación de que iba a sanar“, asegura.

“Yo sentía que no había venido al mundo para estar enferma. Al principio me decía a mi misma: estoy en manos de los médicos, veamos que sucede y un poco esperar el milagro. Pero después me di cuenta que tenía que ir más allá de pensar que el médico, Dios y el universo van a actuar y yo acá no puedo hacer nada.”

Un día entró su médico reumatólogo con cara de preocupado y ella le dijo: “No se preocupe doctor, yo me voy a curar”. Su médico a quien Malena le tiene mucho aprecio le respondió: Estas enfermedades no se curan. Tenes que aprender a convivir con ella y aceptarla. Ahí me cayó la ficha”.

Cuerpo, mente y alma

Su filosofía de vida siempre fue esa. Cuerpo, mente y alma. Incluso después de lo que pasó con su hija Violeta, logró cierta tranquilidad en el post parto gracias a un trabajo meditación, que la ayudó a atravesar el duelo.

La nutricionista de 38 años cuenta que empezó una serie de meditaciones que apuntan a ir concretando lo que uno quiere que suceda y enfocarse en eso. “Yo venía trabajando esa impronta. Y cuando mi médico dijo eso pensé: tengo que escuchar lo que me ayuda a sanarme y lo que no, descartarlo. El médico me dijo que no me va a curar, que me puede ayudar pero yo tengo que buscar por otro lado. Ahí empezó mi camino, que es muy espiritual: sanar a partir de entender qué es lo que me venía a mostrar esta enfermedad”.

Malena cuenta que fue clave el apoyo de su marido, que es coach ontológico y espiritual y la acompañó durante todo el proceso de "sanación". “Arranqué desde la alimentación. Una hermana me decía: vos que sos nutricionista podes ver qué comidas te pueden ayudar a sentirte mejor. Yo pensaba: me estás cargando, perdí a mi hija y no me dejas comer una medialuna”. Pero decidió hacer el intento de sanar desde ese lugar que ella conocía.

En noviembre ya estaba comiendo todo natural: carne, fruta, verdura, legumbres. Eliminé el gluten, el azúcar, los lácteos, todo lo procesado.

No fue un camino fácil. Nunca lo es. Si bien admite que “siempre fue de comer sano” disfrutaba también de la comida chatarra. “Siempre fui hiper kiosquera: frenar todos los días a comprar un alfajor o algún dulce. Así que, si yo pude, pueden todos.”

En este sentido, advierte que intenta dejar algunos permitidos para los días en que la rutina no la deja preparar a conciencia las comidas. Pero anima a intentar buscar este camino. “Se trata de buscar el equilibrio entre lo que nos hace bien y lo que nos perjudica”.

"Así empecé a recorrer este camino. Si sacar esa enfermedad de mi cuerpo dependía de mi, sabía que tenía que llegar hasta el fondo, costara lo que costara, doliera lo que doliera."

Junto a las indicaciones de su reumatólogo, y acompañados de "cuanta terapia alternativa apareciera" Malena fue venciendo esa enfermedad que quería adueñarse de su cuerpo. Los laboratorios empezaron a arrojar datos favorables y en mayo de 2008 le quitaron los corticoides. "En octubre mi médico se sentó conmigo en el consultorio y me dijo: no puedo creer lo que estoy viendo". Ese día dejé el último remedio.

Correr la voz

Nadie en su entorno podía creer la evolución de Malena en tan sólo dos años. Con un diagnostico irreversible y 27 medicamentos por día, la nutricionista había cambiado el destino al que parecía encadenada de por vida. "Tenés que correr la voz. Las personas que pasan por enfermedades y situaciones como las que pasaste vos tienen que saber que hay un camino para sanar", le dijo un día una de sus hermanas, que tiene una cuenta de Instagram, y fue quien la animó a abrir la suya.

Malena, que es nutricionista egresada de la UBA desde 2008, trabajó incluso después del parto de Violeta. Pero, tras ser diagnosticada, y a medida que las enfermedades avanzaban sobre su cuerpo, fue internada y dejó de trabajar. En 2018 de la mano de las redes encontró la forma de reconectarse con su profesión y llevar un mensaje.

La nutricionista comparte recetas a base de alimentos naturales, sin conservantes, ni gluten, ni azúcar.

“Dejé de trabajar en su momento porque no podía agarrar una birome. Había días que no podía hablar; no podía sentarme en el piso a jugar con mi hija de dos años. El proceso fue soltar toda mi vida. Quería tener cuatro o cinco hijos y me dijeron que no iba a poder. Solté todo para sanar”

The Food Alchimist - la cuenta de Instagram que abrió en 2019- tiene 187 mil seguidores. Crece día a día a medida que "corre la voz" sobre la sanación por la alimentación saludable. Es un espacio en el que comparte recetas, alternativas y los pasos que recorrió en su camino para estar mejor.

"Mi idea es esa. Poder contar mi historia y que les sirva a otros para cambiar lo que les hace mal. El 70 % de las células inmunitarias están en el intestino: por eso escuchar el cuerpo es clave para saber qué nos esta haciendo mal", dice.

Malena comparte recetas en su cuenta para lograr una alimentación más natural

Arrancó con la única receta que tenía de unos muffins y siguió con cosas simples. Con el tiempo, empezó a probar cómo hacer las cosas que quería comer y no podía porque estaban llenas de conservantes.

Cuando abrí mi cuenta de Instagram quería mostrar a la gente con enfermedades autoinmunes que hay poder dentro nuestro que puede ayudar a sanarnos. Todos tenemos una especie de caja interna, con un tamaño de llave distinto y tenemos que descubrirlo.”

La respuesta fue inmediata. Como cada vez más personas le preguntaban por privado, en 2019 volvió al consultorio. “A fin de 2020 empecé a dar talleres para llegar a más gente porque no daba a basto y no quería exigir a mi cuerpo de nuevo”.

A Malena se le pone la piel de gallina cuando ve la mejoría en casos que son “ impresionantes”. “Desde gente grande hasta chiquitos con enfermedades autoinmunes de todo tipo, con artritis, temas renales, migrañas”. Comparte en su cuenta los testimonios de sus pacientes que atraviesan diversas afecciones y cómo a partir de la alimentación consiguen disminuir la cantidad de medicamentos y mejorar su calidad de vida.

“Hay casos de autismo, mujeres que se han acercado por problemas de fertilidad”, añade.

La mujer que a los 33 años no podía caminar dos cuadras sin agotarse, al punto de necesitar una siesta después de eso, consiguió aumentar el número de cuadras y estar bien. Lo hizo a partir del cambio de alimentación.

Bajo la premisa de que "cada cuerpo es un mundo" y que lo que les hace bien a algunos puede no resultar a otros, la nutricionista invita a recorrer el camino donde la comida puede resultar la mejor medicina.

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