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“Todos necesitamos alguien que nos quiera”

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De su cuello cuelgan tres cordones negros, una cadenita y nueve pendientes. Los dijes de plata son los que llaman más la atención. El primero, con la Virgen de las Mercedes, se remonta a los tiempos de la fundación de Lima, Perú. Y el segundo, un medallón inca. Son recuerdos de su paso por ese país, la primera escala de su flamante travesía, El tren de los momentos (último disco, el décimo de su carrera). Los otros siete colgantes (una espada, un diente de aluminio y medallones de todo tipo), hablan de su estadía en la Argentina: “He decidido utilizar todos los collares que me regalen las chicas en esta gira. No me voy a sacar ninguno hasta que termine los últimos conciertos en los Estados Unidos”, asegura Alejandro Sanz, y con una sonrisa cómplice agrega: “Si hubiera estado un par de días más en Buenos Aires, me iba a ir como Mario Baracus”.

El español, que vendió 21 millones de discos, tuvo que esperar 17 años para darse uno de los mayores gustos de su carrera: tocar en River. “Siempre que venía a Buenos Aires me preguntaba: ‘¿Podré tocar alguna vez en el Monumental?’. Por eso hoy siento que cumplí un sueño. Pero tuve que trabajar, y mucho. Cuando estaba en el camarín, minutos antes de salir, recordé mis primeros Gran Rex, mi paso por Vélez, y ahora sí, estaba a punto de dar el gran show de mi carrera”, arremete el hombre de 38 años, que se asoma con simpleza desde su metro setenta y cuatro. Jeans, saco negro y guitarra eléctrica en mano, al grito de “¡Buenos Aires me mata!”.

De temas privadísimos evita hablar. Como por ejemplo, de Alexander, su hijo de tres años. En diciembre del año pasado, poco antes de presentar su último disco, lo reconoció públicamente. Fue fruto de su affaire con Valeria Rivera, peluquera y maquilladora, nacida en Puerto Rico. Tampoco quiere hablar de la mexicana Jaidy Mitchell, mamá de su primera hija, Manuela, de cinco años.

En el escenario sonarán un mix de canciones, algunas recién estrenadas, otras clásicas. Y los primeros gritos de la platea femenina se oirán cuando en la séptima canción suenen los acordes de Cuando nadie me ve. Y para no bajar las pulsaciones, sigue con Corazón partío: “Dar solamente aquello que te sobra nunca fue compartir, sino dar limosna, amor”, entona, para luego ganarse el grito de todas con un “Soy el presidente del fans club de esta ciudad”. En primera fila, Araceli González y su hija, Florencia Torrente, no paran de aplaudir. A pocos metros, Osvaldo Laport junto a toda su familia, y Mariano Martínez. Después de una hora y media de concierto, llega un bis de cuatro canciones más, entre las que sobresalió ¿Lo ves?, con Sanz sentado en el piano. Y para el final, con todo River de pie, llegan los dos últimos temas del show, Te lo agradezco pero no y No es lo mismo, aplaudidos por 41 mil fans.

El después. El show era historia, y los 23 temas habían llegado a su fin. El andaluz saludó a los doce músicos en escena (dos coristas, teclado, batería, saxo, percusión, trompeta, bajo, piano y guitarra) y se despidió con un “Hasta siempre y gracias”. Después llegará su baño en el camarín y el vaso de Chivas Regal para celebrar el the end. Y a pesar de que su vuelo saldrá el domingo muy temprano hacia el Uruguay, Sanz aceptó la invitación de los RRPP Guga Pereyra y Carola Gamundi y fue hasta Crobar, en los Arcos de Palermo, para comer sushi y divertirse con amigos hasta las cuatro de la mañana. Pero también se lo vio muy entusiasmado con una morocha que, según sus allegados, forma parte de la producción de su mega gira (que el domingo hizo escala en Montevideo, y que el 18 y 19 de abril se presentará en México). Sin embargo, al dejar el boliche –custodiado por su seguridad personal– sólo se atreverá a decir: “Todos necesitamos alguien que nos quiera”.

Y con una sonrisa franca, se subirá al asiento de atrás (donde también viajan la morocha y demás señores) para seguir con este Tren de los momentos.

Muy custodiado, tras el megashow en River, Sanz se dio una vuelta por <i>Crobar</i>. Vestía igual que en el escenario y llevaba puestos muchos colgantes, regalos de sus fans.

Muy custodiado, tras el megashow en River, Sanz se dio una vuelta por Crobar. Vestía igual que en el escenario y llevaba puestos muchos colgantes, regalos de sus fans.

“<i>He decidido utilizar todos los collares que me regalen las chicas en esta gira. No me voy a sacar ninguno hasta que termine los últimos conciertos</i>”

He decidido utilizar todos los collares que me regalen las chicas en esta gira. No me voy a sacar ninguno hasta que termine los últimos conciertos

“He decidido utilizar todos los collares que me regalen las chicas en esta gira. No me voy a sacar ninguno hasta que termine los últimos conciertos”

“He decidido utilizar todos los collares que me regalen las chicas en esta gira. No me voy a sacar ninguno hasta que termine los últimos conciertos”

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