«Todos los hombres sufrimos por amor» – GENTE Online
 

"Todos los hombres sufrimos por amor"

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Cualquiera diría que un actor a las siete de la mañana tiene un humor de
perros. Pero él rompe el molde en todo sentido. Llegó a la producción de fotos
en la Fundación Konex con un bolso enorme -repleto de cambios de vestuario y
ropa de gimnasia- y una sonrisa. Tiene 26 años y es el nuevo prototipo de galán:
misterioso, baby face, sexy, huidizo. En el amor, no le va nada mal. Conquistó a
las mujeres más lindas de la Argentina: Lola Ponce, Marcela Kloosterboer, Liz
Solari… Y ahora -quizá por eso su buen humor- sale con Luisana Lopilato.

En el trabajo le va tan bien como en el amor. Está a punto de estrenar una de
las apuestas fuertes del 13, Una familia especial, junto a Luis Brandoni, Mirta
Busnelli y Gustavo Garzón. Cuando habla, le brillan los ojos.

-¿Qué tal, cómo anda?
-Ansioso. Quiero que ya salga la tira al aire. Estoy muy contento con el
producto. El elenco es extraordinario y yo tengo la suerte de poder, con mi
edad, trabajar con alguien con el talento de Luis Brandoni. Pero la verdad es
que antes que nada, me gusta mucho actuar.

-¿Cuándo supo que quería ser actor?
-Desde muy chiquito. En jardín de infantes siempre quería participar de los
actos. Una vez, me acuerdo que estaba disfrazado del Gato con Botas y tenía que
bailar con una nenita. Ella no se animó a último momento y yo me quise matar. No
me iba a quedar sin actuar, así que entré igual y bailé con un palo de escoba.
Tengo ese recuerdo muy presente. Ya desde entonces supe que quería ser actor.

-¿Y volvía locos a sus padres ya de chiquito con la actuación?
-No, yo era muy reservado. No contaba mis cosas. Yo decía que quería ser
veterinario.

-Ah, un gran impostor. Así era imposible que lo estimularan en su casa.
-No, a los catorce años me hice un book y quise probar en la publicidad. Ahí sí
mi papá me ayudó mucho. Pero no tuve suerte.

-O tal vez sí la tuvo.
-Sí, tenés razón. A los dos años se hizo el casting para La nena y casi no voy
porque pensé que iba a ser imposible por la cantidad de gente que iba. Llegué,
me dieron el último número y quedé. Y desde ahí nunca más paré.

-¿Hay algo que no le guste de la actuación?
-Antes me ponía demasiado nervioso con cosas que tal vez no valían la pena.
Estaba demasiado pendiente de cosas poco importantes, y ahora me doy cuenta de
que eso no sirve para nada. Es que soy muy exigente conmigo y a veces no lo
dosifico. Antes le buscaba el pelo al huevo y no ponía la energía donde debía
ponerla. Me enojaba conmigo, veía problemas donde no los había.

-Será que la edad le está dando seguridad…
-Sí, ahora estoy más seguro y puedo disfrutar más.

-¿Piensa seguir en la televisión?
-A mí me gusta actuar en todos los campos. Nunca experimenté el teatro, pero muy
pronto lo voy a hacer. Tenía una obra dando vueltas, pero eso se dilató. Y tengo
un proyecto de cine, pero todavía no te puedo contar nada porque no está
cerrado. Pero la verdad, tengo ganas de hacer las tres cosas. Tengo energía de
sobra.

-¿Le gustaría cambiar un poco e intentar un malo realmente perverso?
-Me encantaría. Hay tiempo para eso, pero me gustaría mucho. Creo que podría
hacer un malo malísimo. Me parece que debería ser en un unitario para poder
prepararlo bien. Me encantaría poder hacer otra cosa.

-Usted tiene fama de cabrón. ¿Qué cosas lo enojan de su profesión?
-Me enojan los periodistas que se van de boca. Se falta mucho el respeto. Pero
ahora trato de no enojarme tanto y de tomarme las cosas con humor. Es la mejor
manera de tomarme la vida. Lo que sí me molesta es cuando se pasan, cuando
imponen reglas del juego que no me interesan. Lo que sí no voy a hacer más, es
exponerme como lo hacía antes. No me hace bien. Me angustio, me enojo y no me
hace bien.

-¿Le gusta ser un galán?
-Yo me divierto. Por ahí cuando era más chico, renegaba de eso. Pero no me
considero galán.

-Ay Martínez, qué modesto…
-No, en serio. Pero si me viene bien, me ayuda a trabajar en lo que me gusta, y
puedo demostrar que soy actor, bienvenido sea. Yo la paso bien.

-Y las chicas también, porque usted les produce cierta ansiedad.
-Yo les agradezco todo el cariño que me dan.

-¿Por qué cree que usted tiene ese efecto en ellas?
-No sé, habrá que preguntarles a ellas.

-Y seguimos con la modestia. ¿Está muy pendiente de su físico?
-Me gusta cuidarme. Me entreno casi todos los días. Es más, hoy después de la
grabación, me voy al gimnasio. Me hace bien, no sólo físicamente sino también a
la cabeza. Me concentra. Llevo en general una vida sana. Aprovecho para
cocinarme.

-Qué notable, hombre que cocina. ¿Sabe de verdad?
-Cocino bien. Es algo que me gusta mucho. Lo heredé de mi papá, que también
cocina.

-¿Qué plato podría prepararme?
-Acabo de aprender a hacer matambrito, y me sale muy bien.

-Pero usted es un partido extraordinario. ¿Qué lo seduce de una mujer?
-Las mujeres por ser mujeres, me gustan.

-¿Qué estrategia usa para enamorar a una chica?
-La verdad es que no me pongo a pensar en eso. Usar estrategias no sirve de
nada. Me parece que forzar las cosas es una pavada. Hay que ser como uno es.

-¿Sufre por amor?
-Sí, por supuesto. Todos los hombres sufrimos por amor. Y además, ¿quién no
sufre por amor?

-¿No somos las únicas que lloramos por amor?
-¿Así que las mujeres son las únicas que sufren? ¿Y quién dijo eso?

-Particularmente está pasando por un buen momento.
-(Risas) No hablo de mi vida privada.

-Es que en las últimas fotos lo vimos tan sonriente…
-Estoy aprendiendo que hay cosas que no se dicen por nada del mundo.

-¿Es un atorrante?
-Me parece imposible ser sólo una cosa. Yo no soy solamente bueno o malo y no
creo en ese tipo de gente. Tengo matices, como todos. Puedo ser un atorrante y
mañana no serlo, para volver a probar.

-¿Se podría definir?
-Estoy muy contento. Me di cuenta de que es mejor así. Tengo ganas de pasarla
bien. Ahora quiero divertirme, no enroscarme tanto. Yo le debo mucho a Marcelo
Rey (su representante, quien murió el año pasado), él me enseñó mucho de la
vida. Era un amigo, un hermano. El siempre me decía que no tenía que enojarme
tanto, pero yo era muy rebelde y no lo entendía. Todo el tiempo pienso en las
cosas que me decía.

Y la mirada se le llena de agua. Es el único momento en que Mariano se conmueve.
Habla despacio, como si quisiera retener algunas imágenes para siempre. Al rato,
vuelve al estado de ánimo original, come un chocolate, mira fijo y espera la
pregunta.

-¿Sabe escuchar?
-Sí. Yo creo que de todas las personas se aprende. Soy como una esponja.

-¿Es discutidor?
-Defiendo mis ideas hasta las últimas consecuencias. Pero también puedo darle la
razón al otro y pedir perdón. Si me equivoqué, lo digo.

-¿Tiene cosas complicadas de su carácter que quiera cambiar?
-No, soy así y así me quedo.

-¿Tiene sentido del humor?
-Sí, y de hecho lo estoy aplicando. Lo de cabrón quedó atrás. Estoy en otro
momento de mi vida. Me quiero divertir.

-¿Es miedoso?
-No. Bah, tal vez me da miedo que le pase algo a la gente que yo quiero.

-¿Hablamos de Luisana Lopilato?
-No la conozco (risas).

-¿Usted sube gente que no conoce a su auto?
-(Risas más irónicas.) No hablo de mi vida privada. Soy actor y quiero actuar.

Y sonríe. Y sabe que nadie le cree. Que todo es parte de una gran puesta en
escena.

por Florencia Canale
fotos: Santiago Turienzo
producción: Felicitas Magnasco
agradecemos a Levi´s, Reebok, Fundación Konex y Jorge León

Vino, posó y huyó. Mariano Martínez sólo descansó unos minutos. Después de la producción de fotos, partió a la grabación de la tira y de ahí al gimnasio. Se mata con los fierros.

Vino, posó y huyó. Mariano Martínez sólo descansó unos minutos. Después de la producción de fotos, partió a la grabación de la tira y de ahí al gimnasio. Se mata con los fierros.

Defiendo mis ideas hasta las ultimas consecuencias. Pero también puedo darle la razón al otro y pedir perdón. Si me equivoqué, lo digo"">

"Defiendo mis ideas hasta las ultimas consecuencias. Pero también puedo darle la razón al otro y pedir perdón. Si me equivoqué, lo digo"

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