“Todavía me debo el éxito de formar una linda familia” – GENTE Online
 

“Todavía me debo el éxito de formar una linda familia”

Actualidad
Actualidad

–¿Quién te llama Andrea?
–(Risas) Nadie. Ni mis viejos me dicen así. Creo que si alguien grita “¡Andrea!” por la calle soy la última de la cuadra en darme vuelta… Siempre fui Paola para todos.

No es mucho lo que se sabe de ella. Según su DNI, Andrea Paola Krum nació el 21 de junio de 1970 en la Capital Federal. Según cuentan, se crió en el barrio de Palermo junto a tres hermanos varones y menores, quienes la celaban por ser “la preferida” de mamá y papá… “denuncia” de la que nunca se hizo ni se hará cargo. Según su currículum, arrancó a lo grande y bajo las órdenes de Pepito Cibrián cuando protagonizó Drácula en 1989 y ese mismo año debutó en el cine con El faro. Tardó en transar con la tele, porque recién en 1994 se dejó convencer por Alejandro Romay para protagonizar Inconquistable corazón junto a Pablo Rago, pero desde entonces las ofertas de trabajo le sobraron. Y según consta en los archivos periodísticos, tuvo tres amores conocidos: con Pablo Rago (los presentó el zar para que protagonizaran un amor en la ficción y ellos se encargaron de llevarlo a la vida), con Nico Cota (percusionista y DJ a quien conoció grabando un tema junto a Alberto El Flaco Spinetta) y con Joaquín Furriel (su pareja desde que comenzaron con los ensayos de Sueños de una noche de verano, por noviembre de 2004, hasta hoy). Nada más. Eso es casi todo lo que se conoce de su historia.

Para muchos es la “chica misterio”. Apenas, dicen, deja saber que detesta la exposición, que se resiste a los reportajes y que escatima las palabras…

–Andrea Paola Krum, ¿podríamos terminar con los fantasmas?
–¿Fantasmas? ¿Cuáles…?

–Esos que te presentan como una especie de fenómeno oscuro y misterioso…
–¡Qué horror! ¡¿Quién me ve así?!

–Alguien se encargó de hacerte la fama, parece…
–Pero yo no me hago la misteriosa. Peco de tímida, sólo eso.

–¿Hablo con la misma mujer que filma esas escenas de alto voltaje en Montecristo?
– Sí, claro. Hay muchos actores súper tímidos, no soy la excepción. Para trabajar debo hacer un gran esfuerzo. Te cuento: cuando llega el momento de enfrentarme a cámaras me sobrepongo a mi timidez, la atravieso, la atravieso, y ¡paff!, de golpe la traspasé… Hay algo en ese instante, cuando logro mostrarme de una manera que no soy –mucho más arrojada–, que es muy gozoso, que me causa un enorme placer. Pero en la vida no logro romper esa barrera. Jamás me agradó exponer mi vida frente a la prensa. Soy un tanto reservada. Eso quizá se confunda con misterio, pero lo cierto es que me cuesta darme con la gente que no conozco.

–No gastemos un cassette hablando de lo que no vas a contar de tu vida privada, por favor…
–(Risas) Pero no me interesa hablar de mi intimidad. No me gusta hablar de mí. Hay veces que no sé qué diablos me pasa… Soy un ser humano, con todos sus defectos. Me pasa lo mismo que a todas las mujeres: hay días que me levanto y me veo espléndida, y otros en que digo: “¡Nooo! ¡Qué escracho soy!”, y ni quiero ir a laburar de lo mal que me veo. Por eso, quizá, me resulte tan raro esto de las notas. Por un lado está bueno, es como un reconocimiento a tu trabajo, el problema es que no siempre uno se reconoce al leerse ni tiene ganas de andar haciéndose la sexy para las fotos. Reniego de lo mediático, no de lo popular. ¿Se entiende? Me encanta estar haciendo este programa tan exitoso, me halaga tener un buen rating, porque significa que a la gente le gusta y nos ve. Pero de ahí a exponerme en todos los medios hay una gran diferencia. Yo hago un personaje, no soy un personaje.

–¿Por qué ese pánico desmedido a la exposición? ¿Me lo explicás? ¿Qué te pudo marcar tanto…?
–¿Vos querés que me termine analizando frente al grabador?

–Imagino que eso también lo hacés a puertas cerradas…
–Te hago un breve resumen, entonces: estudié danzas en la primaria, me anoté en teatro durante la secundaria, pero a la hora de elegir mi futuro me inscribí en Psicología.

–Nada que ver.
–En cierta forma no, nada que ver. En aquel tiempo estudiaba Psicología y trabajaba de moza en un bar. Pero el bichito del arte igual me picaba. Acompañé a un amigo a un casting para el musical Drácula de Pepito Cibrián y me ligué el protagónico.

–¿No estabas contenta?

–Muy. Jamás voy a olvidar la cara de mis papás: estaban alucinados el día del estreno. Imaginátelos, entre 50 mil personas, viendo a la nena en escena. Estaba muy contenta, claro, pero muy confundida a la vez. Recuerdo que tenía tanto miedo que por las noches tenía pesadillas, soñaba que salía a escena y me quedaba sin voz. De hecho, ese musical me demandó tanta energía que dejé la facultad.

–Y te despediste para siempre de los libros del austríaco Sigmund Freud…
–Sí. De todas formas, no sé si para siempre. A veces fantaseo con retomar y recibirme. Ya me daré ese lujo cuando tenga tiempo, cuando llegue el momento.

–Seguí. Todavía no llegaste a la fobia…
–…De la nada, empecé a llenar el Luna Park. No bien empecé a trabajar quedé muy expuesta. Encima, después me puse de novia con un actor del ambiente (se refiere a Pablo Rago) y ya nada fue como antes… Fotos por la calle, preguntas sobre mi vida privada, cosas que no me agradaban.

–Reglas del juego, las llaman.
–Pero como no me interesa transar con eso, decidí aprender a resguardarme, para no repetir historias.

–Pero en cierto aspecto volviste a tropezar con la misma piedra. Hoy estás de novia y en pareja con Joaquín Furriel, otro personaje del ambiente.
–El “nunca digas nunca”, va muy bien conmigo. En ese tiempo les dije a mis amigas: “Nunca más un actor”. Pero bueno… en la vida no todo se programa: eso también lo aprendí. Y si lo que hago es actuar, muy difícilmente termine enganchada con un arquitecto.

–¿Sabés que sos la envidia de muchas mujeres?
–¿Envidia? ¡No! ¿Por qué deberían envidiarme?

–Besás a Pablo Echarri, el sex symbol argentino, todos los días en Montecristo.
–Sí, un amigo. Con Pablo nos fuimos encontrando a lo largo de la vida y de nuestra carrera, porque nos cruzamos en diferentes momentos y en distintas etapas en lo personal. Este medio tiene algo un poco cruel: pasás de convivir catorce horas diarias durante todo un año a no verte nunca más. Pero el cariño que nos tenemos está intacto.

–…Y dormís con uno de los morochos más fuertes de la tevé.
–Sí, mi pareja. Bueno, reconozco que soy una chica con suerte…

–¿Y con ganas de casarse…?
–Me da miedo que titules con la respuesta que te voy a dar… El “me quiero casar y tener hijos”, para título no, por favor. La verdad es que nunca fui muy Susanita, ni de chica. Casarme no está entre mis deseos. Me casé tantas veces en la tele que ya no me importa la libreta. Conozco de memoria la escena del “Sí, quiero”. Ya sé cómo me luce el vestido blanco, el peinado, cómo debo entrar por la alfombra roja… Actué tantas bodas para la ficción que, a esta altura, ¡me resultaría un plomo!

–Nunca digas nunca, Krum…
–Es verdad: tengo miedo de leer esta nota dentro de un año y querer matarme. Quizás acepte que me case algún amigo medio borracho en alguna quinta y con diez invitados. Eso está más cercano a mi realidad. Igual, por ahora, la boda no me quita el sueño.

–¿Los hijos tampoco?
–Los hijos sí. Me encantaría tenerlos… Mucho, sí. Es una lástima que laboralmente éste no sea un buen momento.

–¿Te preocupa andar postergando la maternidad…?
–Como los límites se han extendido, no tengo apuro. No lo siento como una prioridad todavía. Hasta hace muy poco tiempo no tenía el deseo. Ahora me tienta. Tengo 36 años y mi profesión ha copado mucho toda mi vida. No me arrepiento de eso porque satisfizo muchas cosas, pero hoy siento que todavía me debo el éxito de formar una linda familia.

–¿Y cómo sobrellevan con Joaquín la aventura de compartir casa y trabajo?
–Lo dudamos mucho. Cuando nos ofrecieron Montecristo a los dos, tuvimos una larga charla y terminamos aceptando. No nos equivocamos: lo llevamos muy bien.

–¿Es cierto que tu novio se niega a ver tus escenas calientes con Echarri?
–Nada que ver. Una vez le preguntaron si había visto un beso que le di a Pablo y él contestó que no, pero porque no lo vio, no porque no lo pueda ver… Es más, a veces vemos juntos algún capítulo en particular, porque nos interesa chequear cómo quedó tal escena editada. Y el pudor me agarra a mí, no a él. Ni siquiera por los besos, sino por esa timidez de la que te hablé. Me da cosita verme, soy cero egocéntrica en eso. No disfruto para nada viéndome en televisión.

–Decíme: ¿hay algo que no harías en este trabajo?
–(Piensa) No, la verdad que no. Haría comedia, musicales, drama, teatro, cine, televisión…

–Me refiero a tus pudores a la hora de un desnudo, por ejemplo.
–No le diría que no a un desnudo. De hecho, en la novela la historia requería una escena de sexo. La gente la esperaba, era necesaria y la hice. Igual, no significa que disfrute eso de andar sacándome la ropa. Me costó un montón hacerla, pero estuve de acuerdo y se grabó. En la ficción me animo a perder ciertos límites. En la vida soy mucho más recatada.

–No debés ser una chica fácil de conquistar, imagino.
–(Risas) La verdad que no.

–¿Y se puede saber qué debió hacer Furriel para seducirte?
–No te voy a dar detalles. Pero sin química, admiración y respeto no hay pareja que sobreviva.

Ama bailar, cantar, actuar, viajar por el mundo, leer y –por sobre todas las cosas– tener algo de tiempo para estar en su casa sin hacer nada. Hoy comparte techo y trabajo con Joaquín Furriel, su último y gran amor.

Ama bailar, cantar, actuar, viajar por el mundo, leer y –por sobre todas las cosas– tener algo de tiempo para estar en su casa sin hacer nada. Hoy comparte techo y trabajo con Joaquín Furriel, su último y gran amor.

“<i>No le diría que no a un desnudo. En la ficción me animo a perder ciertos límites. En la vida soy mucho más recatada</i>”

No le diría que no a un desnudo. En la ficción me animo a perder ciertos límites. En la vida soy mucho más recatada

“<i>Jamás me agradó exponer mi vida frente a la prensa. Eso quizá se confunda con misterio, pero lo cierto es que me cuesta darme con la gente que no conozco</i>”

Jamás me agradó exponer mi vida frente a la prensa. Eso quizá se confunda con misterio, pero lo cierto es que me cuesta darme con la gente que no conozco

Más información en Gente

   

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig