«Tengo una coraza y es por miedo a sufrir» – GENTE Online
 

"Tengo una coraza y es por miedo a sufrir"

Enfrentarse a Nico Cabré rompe la lista de p
rejuicios que se armó acerca de

su persona. En lugar del malhumorado, cínico y duro que muchos pintan, aparece
un chico educadísimo, considerado y accesible. Sus ojos negros titilan al
sonreír y su tono de voz es relajado cuando explica hasta el cansancio que hará
lo imposible para que Cristina y Norberto, sus padres, y su hermano Duilio no
sufran las consecuencias de su fama. A los 23 (cumplidos el 6 de febrero) ha
hecho cine, teatro y tevé. Hace diez años que trabaja sin parar y sólo aspira a
ser un trabajador más. Pese a su experiencia, sus posturas y sus enojos, su
cara, su piel y su sonrisa confirman su edad.

-Qué desafío la conjunción periodista-Cabré-grabador... No se lo ve muy cómodo
dando declaraciones...
-Solamente hago lo que siento y digo lo que me pasa. Por ahí dicen que tengo
peleas, pero yo no peleo con nadie. Hay cosas que me gustan y las hago. Otras,
qué quieren que haga, no las voy a hacer porque no me siento cómodo y no sirvo
para eso.

-¿Cuáles, por ejemplo?
-Muchas veces me piden notas de programas con los que no tengo onda. Pretenden
que sea divertido y haga chistes y yo soy lo que soy, no me voy a modificar
delante de ninguna cámara. La gente tiene un problema de susceptibilidad y creo
que no está preparada para escuchar lo que uno puede llegar a decir.

-¿Y qué le gustaría decir?
-Tampoco creo que yo tenga mucho para decir y que los demás no tengan capacidad
para escuchar. No quiero formar parte de algunas cosas, no cuajo con el negocio
de los demás. No estoy por encima de nadie, simplemente no voy de la mano con
muchas cosas que hacen y dicen para que después tenga que salir a contestar.
Trato de hacer lo mejor posible mi trabajo, y de mantenernos a mí y mi familia
al margen de todo eso. Mi vida es mi vida y mi trabajo es otra cosa. Yo elegí
esta profesión, no mi familia.

-La gente tiene ganas de saber qué le pasa a alguien a quien quiere sin haberlo
conocido. Y es un deseo lícito.
-Sí, pero hay cosas que no tengo por qué contar aunque la gente quiera
enterarse. No tengo que andar ventilando nada y me remito a que, además de la
pública, hay otra vida que es privada y yo me la respeto a mí mismo cuando no la
muestro. No voy a mentir. Pero muchas veces se cuestiona la sinceridad. Vos me
decías que hay gente que me quiere sin conocerme y espera que sea recíproco: que
les diga que los quiero mucho, y yo no puedo decir que los amo, que vengan a mi
casa y me escriban las paredes. Para ser sincero con los demás, primero tengo
que serlo conmigo. Si me engancho con la mentira, no me sirve de nada.

-En
nuestra colonia de artistas sobrelleva el papel del duro...
-Me catalogan así y no me interesa salir a explicar lo que soy.

-Justamente eso quiero. Que me diga cómo es.
-Muy tranquilo y no comparto para nada lo que se dice de mí. Les parece
enfermizo que no quiera que me saquen una foto o no hable de mi vida privada.
Paso a ser el malo, el más antipático. No considero un maltrato decirle a
alguien: "Esto a mí no me gusta". Por no dejarme hacer una foto sin remera y con
la piel aceitada no soy el peor y no le agrega nada a lo que quiero ser.

-¿Qué quiere?
-Ser un gran actor. Crecer y aprender todos los días. En las revistas quiero que
se me critique o se me pondere como trabajador. No como un personaje mediático.

-Hace diez años que trabaja. ¿No siente que se ha perdido algo de la vida?
-Seguramente perdí muchas cosas. No me fui de viaje de egresados, por ejemplo.
Pero esto pasa en cualquier profesión. El que quiere ser buen nadador tendrá que
estar más tiempo adentro de la pileta que con amigos. Es la elección de cada uno
y cómo uno lucha por ella. No viví algunos momentos, pero tuve otros que son de
un privilegiado. Disfruto de lo que hago, siempre. No me pregunto si gané o
perdí: esta es la vida que elegí y soy muy feliz.

-¿La eligió o después de estar adentro se dio cuenta de que era lo que quería?
-Si digo que desde chico soñaba con ser actor, miento. Me acuerdo que miraba la
tele y me divertía mucho. Me parecía un juego. Veía Flavia está de fiesta y le
decía a mi vieja: "Quiero estar ahí". Después se dio lo de Flavia y enseguida me
llamaron para Son de Diez. Una vez que empecé a actuar, me di cuenta de cómo
eran las cosas en realidad y descubrí que me gustaba. Tenía 10 años e iba a
trabajar todos los días, cumplía horarios y estudiaba la letra.
-¿Cuándo dijo: "Ya soy un actor"?
-Después del primer año de Son de Diez, lo veía trabajar a Claudio García Satur,
aprendía tanto de Federico Olivera y entonces me dije: "Esto es lo que me
gustaría hacer bien".
Pero jamás dije: "Ya soy un actor". Todavía tengo mucho
para aprender y hacer.

-Mientras hacía fotos dijo que no le gustaría ser un galán.
-No es lo que quiero. No me gustaría ser un galán. No estoy buscando que digan:
"Mirá qué lindo es", sino que crean lo que hago, el personaje. No que pongan el
televisor para ver si el pelo está bien o tengo un grano en la cara.

-Puede decir todo eso porque, además, es lindo... tiene buena piel...
-Nunca fue mi obsesión. Yo me voy amargado si las cosas no salen como deben o si
veo el programa y no me gusta. Pero no me deprimo por cómo tengo el pelo en
alguna escena.

-¿Estudia?
-No. Dos o tres veces traté de meterme en alguna clase, pero no les creí mucho.
Hay cosas que no comparto. Sé que debo hacerlo y tengo que encontrar un buen
profesor, porque los hay. Pero tuve la suerte de estar con grandes, de los que
aprendí... Lo que me ayudó Ricardo Darín cuando hicimos Algo en común, es
impagable. No solo aprendí de mirarlo arriba del escenario; todo el tiempo
aprendí de lo que es él. Me enseñaron mucho Alfredo Alcón y Darío Grandinetti.
De todos se aprende, incluso de los que no hacen las cosas bien. Para saber lo
que no hay que hacer. Uno no sabe adónde lo va a llevar la cabeza, por eso es
bueno tener a alguien cerca para decirle: "Si me ves hacer algo así, pegame una
piña en la nuca".


-¿A quién le pediría la piña?
-A mi familia o mis amigos. Necesito una guía y, en ese sentido, mi
representante es muy importante, consulto mucho con él.

-¿Por qué no tiene un televisor en su casa?
-Porque descubrí que puedo hacer otras cosas si llego a casa y no me quedo
colgado del televisor. Leo y duermo más. En este laburo hay que dormir bien para
poder concentrarse.

-¿Qué tal es como amo de casa ?
-Muy ordenado. De chico soy así. Te juro que si alguien entra a mi casa cuando
no estoy, me doy cuenta. Sé dónde está todo.

-¿Va seguido a lo de sus padres?
-Todos los días, cuando vuelvo de trabajar, voy a tomar mates con mi mamá y mi
abuela.

-¿De qué hablan en la rueda del mate?
-De cualquier cosa. De lo que pasó en el día. Me cuentan qué ocurrió en la casa.
Miramos algo de tele. Estoy encontrando otra relación con ellos. Les cuento todo
o casi todo lo que me pasa, y eso antes no lo hacía. Estoy creciendo.

-¿Tiene hermanos?
-Sí, uno más grande, Duilio, que trabaja en una distribuidora de pilas. Con él
estamos por encima del título de hermanos. Es mi mejor amigo. No necesitamos
hablar para estar comunicados. Nos llevamos un año y 8 meses, hicimos
prácticamente todo juntos. Crecimos a la par, tenemos los mismos amigos.

-¿Todavía?
-Sí y rescato muchísimo eso. A veces no los cuido como ellos se merecen por
falta de tiempo. Pero me emociona eso tan increíble de la amistad: te puede
pasar cualquier cosa y ellos están. Y yo con ellos. Darme vuelta y saber que
estuvieron, están y estarán es una de las cosas más maravillosas que me pueden
pasar. Sentirse acompañado es la felicidad.

-Usted parece tan duro y es tan vulnerable…
-Sí. Tengo una coraza y es por miedo a sufrir. Seguramente hay cosas que no
puedo superar y eso hace que me cuide mucho, especialmente a mis afectos. Me
molesta cómo repercute en mi familia lo que dicen.

-¿Qué cosas hacen sufrir a sus padres?
-No es muy lindo que hablen mal de tu hijo, que hagan ademanes en su contra o
usen el apellido para insultarlo. No hago el personaje de duro, los quiero
cuidar y no voy a dar información a cualquiera. Tengo un cuidado extremo para
con los que me rodean. Cuando sea padre lo voy a vivir en carne propia

-Dijo: "Cuando sea padre...". ¿Se le cruzó por la cabeza?
-Me gustaría mucho. Creo que, entre otras cosas, ese es nuestro fin. Quiero
tener hijos porque crecemos y nos educamos para transmitirlo. La vida es eso,
tener un hijo, ayudarlo a crecer, dejarlo volar y estar abajo esperando para
cuidarlo por si se cae.

-¿Es así en su casa?
-Seguro. Veo cómo disfrutan ellos las cosas de Duilio y mías más que nosotros.
Estoy muy orgulloso de mi familia. Me acompañan y me respetan. Les cuento lo que
les quiero contar y no me presionan ni se meten. Son parte fundamental de lo que
soy hoy.

-¿Y el amor?
-¿Qué?

-¿Está enamorado?
-Este es mi límite. Eso es muy mío. No hablo.

-¿Entonces no vamos a hablar de Celeste Cid?
-...

-¿Pero está feliz?
-Vivo.

-No es poco.
-Es muchísimo.

-¿Cuál es su sueño de máxima?
-Crecer viviendo lo que me toca. Si pensara lo que voy a hacer dentro de tres
años, estaría distraído del ahora. Lo importante es ir escalón por escalón. Hoy
hago esto, mañana otra cosa. Tengo una imagen medio ridícula en la cabeza: es la
escalera de Susana Giménez, que a medida que pisabas el escalón se encendía una
lucecita. Quiero eso en lo profesional y en lo personal. El día que me tenga que
ir de este mundo, solo pediré dos minutos para darme vuelta y ver la escalera
encendida sin escalones apagados.

por Teresa Ferrari
fotos: Santiago Turienzo
producción: Gabriela Díaz
asistente: Gustavo Sancricca
agradecemos a Museo Regazzoni y Kosiuko

No estoy buscando que digan 'Mirá qué lindo es'. Quiero que el público crea en el personaje que hago, no que se fijen cómo está mi pelo o si tengo un grano en la cara. Eso no me importa nada". Para el galán de Son amores, la pinta es lo de menos.">

"No estoy buscando que digan 'Mirá qué lindo es'. Quiero que el público crea en el personaje que hago, no que se fijen cómo está mi pelo o si tengo un grano en la cara. Eso no me importa nada". Para el galán de Son amores, la pinta es lo de menos.

Tengo una imagen medio rídicula en la cabeza. Es la escalera de Susana Giménez, que a medida que pisabas el escalón se encendía una lucecita. Quiero eso en lo profesional y en lo personal. El día que me tenga que ir de este mundo, sólo pediré dos minutos para darme vuelta y ver la escalera encendida, sin escalones apagados".">

"Tengo una imagen medio rídicula en la cabeza. Es la escalera de Susana Giménez, que a medida que pisabas el escalón se encendía una lucecita. Quiero eso en lo profesional y en lo personal. El día que me tenga que ir de este mundo, sólo pediré dos minutos para darme vuelta y ver la escalera encendida, sin escalones apagados".

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