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ROCIO GUIRAO DIAZ

Antes de ponerme lolas no hacía un strip ni loca

Confiesa 23 años. Y medidas más que perfectas: “Ahora, 95-59-89”, dice.
–A propósito, ¿te hubieses animado al striptease antes de ponerte lolas?
–Ni loca. ¡Imagináte! Yo ahí, abriéndome la camisa, y la gente en su casa preguntándose: “¿Esta chica cuándo empieza?”. Hubiese sido un canto a la pobreza… Antes de ponerme lolas andaba por la vida con el pelo largo, caído sobre el pecho, tapando semejante vacío. Y ahora, como verás, me animo con los escotes.

–¿Cómo te llevás con el strip?
–Estoy en el horno. No me siento cómoda vestida de guerrera, y siento que el tema Cry, de Aerosmith, no ayuda. No me queda otra que ponerle garra.

–¿Tenés experiencia en striptease?
–Cero. Ni siquiera jugando con mi pareja. No tengo tanta imaginación. Quizás ahora que aprendí a hacerlo pueda sorprender a mi novio…

–Consejos para el strip perfecto, por favor.
–Hay detalles, como arrancar con el pelo adentro del sombrero… Pero lo importante es no ponerse en bolas enseguida. Hay que quedarse con ropa para mantener la intriga, para ratonear.

–¿Cuál es tu límite?
–La canción termina justo cuando quedo en... Mejor miralo.

–¿Qué dice tu novio al respecto?
–El pobre ya está curado de espanto. ¡Después de lo del caño...! Saber moverte, sacarte la ropa, te da mucha seguridad para manejar el cuerpo. Estoy incorporando conocimientos… ¡Y nunca sabés cuándo los vas a necesitar!

FLOR DE LA V

Cumplí 30 y me puse más vieja y pudorosa

Es local en el teatro Tabaris. Su camarín es un loft perfecto, digno de una diva. Confiesa 30 años. “¿Tenés que ponerlo? Ahora no tengo dramas con la edad, pero no quiero dejar registro para cuando me empiece a quitar años”, se apura.

–¿Cómo te sentís haciendo el striptease?
–Rara. Está todo bien con mi cuerpo, pero no tengo mucha onda con el exhibicionismo. Entonces me encuentro en una situación bastante incómoda. Con el caño era distinto, porque había un elemento para jugar… Además, acá todo es medio tirado de los pelos, porque tenés a tu pareja al lado… ¡y los strip se hacen solos!

–Tengo entendido que no es tu primer striptease…
–Hice algunos cuando empecé mi carrera. Me acuerdo que, cuando tenía 20 años, terminé desnuda durante una fiesta en el Palacio Alsina…

–¿Entonces por qué decís que no te llevás bien con el exhibicionismo?
–Será que me puse más vieja y pudorosa (ríe). Creo que tiene que ver con
el rumbo que tomó mi carrera. Además, de chica yo era más inconsciente. Ahora mi cuerpo está en segundo plano, ya no lo cuido tanto.

–¿Hoy ni siquiera lo hacés en la intimidad, con tu pareja?
–Me gusta jugar en pareja. Pero ahí lleva una carga erótica distinta… Hay que tener calidad para desnudarse; es muy difícil. El límite entre lo burdo y lo sensual es muy finito.

–¿Por qué creés que las mujeres se enganchan con bailes tan sensuales?
–Porque ven en el strip y el caño una liberación. Intentan copiar lo que una hace para desinhibirse y sacarse la vergüenza.

–¿No te preocupa la comparación con otras compañeras de programa, chicas de cuerpos perfectos?
–Nada. Cada una le aporta
al concurso algo distinto. Todas las mujeres tenemos nuestra cuota de sensualidad y, afortunadamente, hay hombres para todas. Además, entre tanta variedad todas las mujeres que ven el programa pueden sentirse identificadas. Con más o menos escote, más o menos cadera.

–Pablo Goycochea, tu pareja, ¿está resignado?
–Para nada. Creo que lo disfruta. Además, sabe que no voy a hacer nada grosero.

JUANITA REPETTO

Nunca imaginé que me iba a sacar la ropa en televisión

Hace dos días, anteayer, cumplió 19 años. Sigue siendo la más joven de Bailando por un sueño. Jura que, entre caño y strip, se siente superada. “No la estoy pasando nada bien”, confiesa.

–En televisión hiciste escenas jugadas, incluso de cama.
–Tuve escenas de sexo y repartí besos a muchos actores amigos. Pero acá hay un jurado, una tribuna… No me cuesta actuar, pero en el strip todo es distinto: hay mucho de vos. Y a mí me cuesta mostrar.

–El secreto, dicen, es creerte una diosa.
–Es que, justamente, no me siento una diosa. Estoy bien conmigo, pero no creo que esté para andar desnuda por ahí. No sé si tengo un cuerpo para andar mostrándolo…

–Quizá tenga que ver que sos la más joven. Las chicas más grandes, aun cuando no midan 90-60-90, parece que se plantan distinto, que conocen mejor sus armas de seducción.
–Obvio. Tienen mucha más experiencia, saben lo que generan y cómo explotar sus virtudes.

–¿Pensaste en abandonar el programa?
–Yo soy muy profesional, y las cosas me las tomo muy en serio. Pero cuando decidí participar en Bailando… nunca imaginé que tenía que bailar con un caño o hacer un striptease. Si me lo decían, lo hubiese pensado un poco más.

–¿Qué dice papá, Nicolás Repetto, de todo esto?
–Mis viejos conocen el ambiente y saben cómo es esto. Igual soy la nena, pero ellos saben que no voy a hacer nada vulgar o que los avergüence. Sé que tengo que ser sensual y voy a poner mi mejor actitud. Pero sé también que voy a ser la más recatada, y eso quizá me juegue en contra… Mi desafío es, aun terminando vestida, ser más sensual que las que se desnuden.

–¿Nunca hiciste un strip? ¿Ni siquiera a un novio?
–Jamás.

ROCIO MARENGO

Bailar en el caño me liberó

Encara la entrevista semidesnuda. Con una bombacha negra diminuta y un escote generoso que descubre la abundancia. Toda cubierta en aceite, claro. Es difícil sostener la mirada sobre sus ojos. Apenas se enciende el grabador, dispara: “Soy muy tímida”. La acompañan su madre y su hermana mayor, también rubias y exquisitas.

–Sin embargo, el destape te sienta bien…
–Todo esto fue un proceso difícil para mí. Nunca me había sentido tan sexy. Bailar en el caño fue como ir a terapia… Ahí superé muchos pudores. Siempre me costó sacar lo que Moria llama “la perra que tenemos dentro”. Hoy me siento más liberada.

–¡Y todo gracias al caño!
–Lo digo sin pudor: “El caño me liberó”. Y eso está en la canción del Koala, que habla de la liberación. ¿La escuchaste?

–Por supuesto. Aunque confieso que me sorprende tu timidez…
–Es que quizá viste el personaje que asoma cuando se encienden las cámaras. ¡Hay veces que me desconozco! Pero yo nunca me sentí una mina sensual… Ahora, después de este baile terapéutico, me siento más mujer. Y me dieron ganas de recuperar el tiempo perdido.

–¿Qué querés decir con “recuperar el tiempo perdido”?
–No puedo decirlo. En realidad, vos no podrías publicarlo. Yo crecí en el interior, en un ambiente conservador, ¿entendés?

–¿Es decir que después de esta “liberación” sentís que podés aplicar algunas de estas danzas en la intimidad?
–No tengas dudas. Siento que aprendí los ritmos suficientes para entretener a un novio por muchas semanas.

–¿Nunca antes hiciste un strip?
–Jamás. A nadie. ¿De qué te reís?

–¿A dónde quedaron tus límites ahora?
–Mis límites son mis principios. Además, sé que del otro lado de la tele hay hombres y mujeres, pero también chicos. Hay posiciones que no me interesa hacer.

CELINA RUCCI

Hace mucho que perdí la culpa y el pudor

Se supone que es la que más sabe de sensualidad y desnudos. ¡Si fue conejita de Playboy! Mide 1,75 y su cuerpo hoy describe curvas contundentes: 95-60-92. “Con tantos ensayos, mis medidas cambiaron un poco. ¡Perdí dos kilos!”, insiste.

–¿De dónde los perdiste?
–De lolas. ¡Se me están achicando!

–Una verdadera pena…
–No. Me viene bien, porque son muy grandes y naturales. Ya me estaban haciendo doler la espalda. ¿No la viste a mi mamá? ¡También tiene lo suyo!

–Y con semejante pérdida, ¿no se caen?
–Lo normal. Una caída que, entre tanta prótesis, se ve poco hoy en día. ¿No viste que la mayoría tiene el escote pegado al mentón?

–Intuyo que no te costó explotar tu sensualidad en el strip…
–Yo no ando por la vida proponiéndome ser sexy. Que se entienda: me volvieron sexy las medidas y la altura que Dios me dio.

–¿Acaso renegás de tu carga sensual?
–Yo no veo la hora de que se me caigan las lolas y se me arrugue la cara, así me tienen en cuenta para
otros papeles.

–¿Reconocés límites?
–Yo perdí el pudor y la culpa hace mucho. Tengo un hijo de once años, Uriel, y no hago nada que pueda afectar su mundo. Y, por una cuestión de buen gusto, no entro en esos simulacros de sexo. No me va, me parece burdo: sacarme la ropa sola me parece más sexy a que me la saque otro franeleándome.

–¿Antecedentes como stripper?
–Durante los primeros tres meses de noviazgo, con mi pareja. Jamás en público. Yo aparecí desnuda en la tele, pero sacarte la ropa en vivo es más sensual. El tipo espera verte desnuda, y siempre es bueno hacerlo esperar…

–Esto te lo contó tu mamá, imagino.
–Me lo dijo mi abuela: cuanto más lo hacés esperar, más se engancha. Se erotiza mucho más, se empieza a imaginar qué hay debajo. Es como todo en la vida: lo que es fácil, fácil se va.

–¿Y por qué se enganchan las mujeres?
–Por dos motivos. Primero, porque les gusta criticar. Después, porque todas le hemos hecho un striptease a nuestra pareja alguna vez. Es parte del juego previo a hacer el amor. Todas las mujeres son sensuales.

–¿El mejor strip es proporcional a las curvas de la chica que se desviste?
–Para nada. Las curvas ayudan, pero todo está en la sensualidad. La mujer que no está segura con su cuerpo, se pone límites. Pero las chicas que no tienen 90-60-90 pueden ser tan sensuales como una Barbie. O más.

CARLA CONTE

El strip dispara muchos ratones en los hombres

Acusa 30 años. ¿Por qué no creerle? El responsable del teatro Tabaris improvisa una definición: “Esta chica explota”, dice. Y no hay mucho más que agregar. ¿Sus medidas? 95-62-94. “Por tirarte unos números”, remata Carla Conte. Fuera de la entrevista confiesa que está enojada con Victoria Onetto. “Me tiró muy mala onda sin motivos”, asegura.

–¿Es tu primer striptease?
–El primero frente a cámaras. Alguna vez, jugando, pude haber hecho alguno… Los hombres tienen esa fantasía. Y más aún cuando saben que sos bailarina. “Che, vos que bailás lindo, hacéte un striptease”, dicen. Pero una no siempre responde que sí…

–¿Cuál es la clave para el strip perfecto?
–Lo más importante es creértela. No hay dudas.

–¿Creés que sos una diosa?
–Un yeguón, te diría. Eso es lo que tenés que transmitir.

–¿Hasta quedar en ropa interior?
–Yo pedí una bikini. En esos momentos, un centímetro de tela te cambia la vida. Sacarte ropa genera una máquina muy fuerte en la cabeza de los hombres. Muchos ratones.

–¿Cómo imaginás a la platea masculina?
–Es difícil pensar que los tipos dicen: “Yo creo que Carla Conte se fue de tiempo en su primer paso”. Los imagino más bien gritando: “¡Mirá! ¡Se le está por escapar una lola!”. Y, al final, eligen a la que más los sedujo.

–¿Por qué las mujeres se enganchan viendo a otra mujer en un strip?
–Yo me imagino al matrimonio ya en la cama, viendo la tele… Y mientras el marido nos ve bailando, la mujer está pensando: “Un día lo voy a sorprender con un baile así”.

–¿Cuál es el límite entre lo sensual y lo burdo?
–Es muy delicado. Primero, ¡no me saco el corpiño ni a palos! Después, todo radica en la actitud, en los movimientos. En el baile del caño se vieron las diferencias entre lo burdo y lo delicado. Trato de ser lo más sexy, lo más sensual que pueda, pero no voy a caer en ninguna animalada.

Opina el jurado

Una danza donde no hay ortodoxia
por Gerardo Sofovich

El factor principal del strip dance es el erotismo. Entonces, cada pareja tiene la libertad de elegir distintos ritmos y realizar su propia puesta artística. Los participantes tienen la posibilidad de crear. Por eso, a la hora de juzgar tendré en cuenta la creatividad de la pareja y su coach para crear la coreografía, la impresión que me provoquen y la complejidad de la danza. A veces creo que soy difícil de complacer, porque hace 40 años que hago musicales y en la mayoría empleo el erotismo como fuente de creación. En consecuencia, en este ritmo tan libre habrá que evaluar también el vestuario y los elementos que usen los participantes para apoyar cada caracterización y puesta coreográfica. El mejor strip que vi en mi vida fue el que hicieron Marlon Brando y María Schneider en El último tango en París.

La mejor fue Rita en ‘Gilda’”
por Jorge S. Lafauci

El strip dance causa furor en el mundo, en escuelas de baile y gimnasios, entre las mujeres de todas las edades. No tiene que ver con una música en particular: cualquier ritmo admite que los participantes se empiecen a quitar lenta y mórbidamente parte o la totalidad de sus ropas. Además, tendré que juzgar la actitud, la destreza y la sensualidad con que se van desnudando. Si bien esta técnica es reciente, el striptease se conoce desde hace dos mil años: la Biblia cuenta que Salomé lo hace con la danza de los siete velos, hasta que Herodes le entrega la cabeza de San Juan el Bautista. Las religiones lo prohíben, pero a comienzos del siglo XX la bailarina y espía Mata Hari lo instala en París. El cine recoge el guante y muchas estrellas hacen striptease, pacatos o audaces, de acuerdo a los códigos de censura que imperen. El cine local permitió que Isabel Sarli y Libertad Leblanc, máximas sexys, se desvistieran al son de boleros. Y hasta una muy juvenil Graciela Borges lo hizo en Los viciosos. Pero el mejor strip de la historia es, a mi entender, el apenas insinuado de Rita Hayworth en Gilda (1946).

Tiene que encender la lujuria
por Graciela Alfano

Va a ser difícil juzgar a los participantes, porque acá vale cualquier ritmo. Los soñadores deberán acariciarse, bailar y sacarse alguna prenda, disfrutando el momento. Ellos tienen que producir cosas en el espectador. Como jurado, creo que cada performance debe tener efectividad, intensidad, creatividad e identidad. Pero no hay que olvidarse de que el condimento principal de este baile es el erotismo. ¡Tienen que encender la lujuria! La semana pasada fui con Matías Alé a la escuela de Moria Casán y ella nos dio unas clases de Aero Strip Dance. Ahí me di cuenta de que este baile ayuda a la gente a levantar la timidez pasiva. Cuando estudiaba teatro con Alberto Ure me mandó a realizar observaciones a un cabaret, y descubrí que el espectador que mejor observaba era el que miraba a un stripper. Matías es el participante que más lujuria me provoca, pero también siento que las mujeres nos podemos erotizar mirando a otras mujeres. Por eso siento que esta semana voy a estar muy erotizada.

Es el arte de la seducción
por Moria Casán

Es una danza aeróbica donde tenés que tocar y sentir tu cuerpo. Después del baile del caño –que funcionó tan bien–, le propuse a Tinelli realizar el baile del Aero StripDance, que se destaca por su sensualidad y porque las parejas quedan casi como Dios las trajo al mundo. Preparé a algunas parejas en mi academia de la calle Río de Janeiro. A la hora de votar voy a tener en cuenta la actitud y la provocación y seducción. Una de las pioneras en estas danzas fue Carmen Electra, y en mi escuela compramos la licencia para poder enseñar el Cardio Strip, que es muy parecido al Aero Strip Dance porque a los dos los podés realizar con cualquier ritmo, te tenés que sacar la ropa con actitud y saber provocar. El otro día vino a mi clase una señora que quería aprender a realizar un striptease para su marido, ¡porque cumplían 20 años de casados! Para sostener el Strip Dance no son necesarios cuerpos magníficos, pero las chicas de Bailando por un sueño son capaces de despertar la fantasía de toda la audiencia. Aunque una de las parejas más hot y provocadoras es la de Abigail y Gustavo Guillén. Rocío Guirao Diaz, una de las diosas que se animaron al destape en el programa de Marcelo Tinelli.

Rocío Guirao Diaz, una de las diosas que se animaron al destape en el programa de Marcelo Tinelli.

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