«Soy una chica conservadora en un cuerpo sensual» – GENTE Online
 

"Soy una chica conservadora en un cuerpo sensual"

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"Libertina", dice el hombre intentando definir a Dolores Barreiro. Sin quitar la vista del pavimento, con las manos sobre el volante, trazando sobre la ruta el via je de regreso, el hombre cuya voz es, de alguna manera, la voz de todos los hombres, no duda y se convence: "Muy sensual, muy libertina debe ser…".

Atrás quedó Dolores, que está casada desde los 21, que fue madre a los 26, que tiene un padre militar y cuyas mejores amigas son sus hermanas; una chica de familia "costumbrista, tradicionalista y muy católica", según ella misma declara.

Le cuesta creer al hombre -por esta vez, emblema y correlato de casi todos los hombres- que la chica que nos acaba de despedir con la sonrisa cansada pero encantadora, es eso que yo le digo que es: un espíritu conservador en un cuerpo despampanante. La fractura, la violenta diferencia que hay entre la Dolores que late febrilmente y se expande en el imaginario de todos, y la íntima Dolores casera y de médula familiar es algo que sorprende al hombre, que sorprendería a todos los que la han hecho, los que la seguirán haciendo, el objeto de sus fantasías. "Yo no sé qué responder a eso. Nunca supe. Definitivamente, no me siento la chica más linda de la Argentina -confiesa Dolores, y luego agrega-: Yo tengo problemas como todo el mundo, me cuesta hacer un montón de cosas, me siento bien unos días, me siento mal otros, soy insegura … Me encanta ese lugar que me asignan, no te voy a mentir, pero creo que es una cuestión de gusto. Yo no sé si lo generalizaría tanto. Soy como muchas argentinas: una chica frágil y conservadora en un cuerpo sensual".

-¿Qué imagen creés que tiene la gente de vos?
-No lo sé. Yo no soy todo lo que creen que soy. Está claro que trabajo con mi imagen, con mi cuerpo. Y lo vengo haciendo desde hace diez años. Pero en verdad, soy una mina muy apegada a mi familia. Matías (Camisani, su esposo) es igual. De hecho, su mejor amigo es su hermano.

-La distancia entre lo que sos y lo que algunos afiebrados fanáticos de tu figura creen que sos es, por lo menos, gigante…
-Es la misma diferencia que hay entre mi ámbito de trabajo y mi ámbito personal.

-¿Cómo es tu mundo familiar?
-Muy intenso. Yo soy la mayor de seis hermanas y tengo una familia muy tradicional y católica. Soy, en el fondo, como casi todas las mujeres argentinas: clásica, familiera y conservadora.

-¿En una familia así una modelo no es una rareza? Sobre todo si tenemos en cuenta que esa modelo es la de mayor exposición en todo el país…
-Y, es un poco extraño. Nosotras siempre fuimos muy sobreprotegidas y vivimos en medio de una burbuja, donde todo estaba bien equilibrado. Lo mío fue un poco inesperado.

-¿Tuviste que abrirte camino dentro de tu familia?
-Sin duda, pero es algo a lo que una se acostumbra. Me acostumbré yo y se acostumbraron ellos. Tampoco fue una cosa terrible. Como te digo, cuestión de costumbre. Todo es extraño hasta que un día, sin darte cuenta, es algo natural.

-Además, como para rubricar el rumbo, una de tus hermanas asoma como tu heredera…
-Sí, la más chica de mis hermanas, Bernardita, pero recién tiene diez años. Es muy linda, muy alta y tiene mucho estilo. Me va a gustar poder aconsejarla, pasarle algo de mi experiencia, pero todavía falta, hay que ver si esto le gusta. Pancho (Dotto) siempre le dice a mi viejo: "¡Horacio, nuestro futuro!"

-¿Y Horacio…?
-El ya está curado de espanto.

-¿Hubo que curarlo en algún momento? Tal vez un padre militar no es lo más fácil a la hora de elegir una profesión sostenida en la exposición del cuerpo…
-Mi viejo es un tipo bárbaro y tengo una relación magnífica con él, pero sí, en algún momento hubo que explicarle, pero porque él tenía un prejuicio alrededor de este trabajo. Creo que eso ya no se produce como antes. Las chicas empiezan cada vez más temprano, y está todo mucho más aceptado.

El sábado 19 de octubre, a las 21 y por la pantalla de Canal 13, Dolores volverá al aire de la televisión. El programa se llamará Planetario, está producido por Cuatro Cabezas y no -definitivamente no- será una vuelta revisada de El Rayo, que condujo durante cuatro temporadas y con el que hizo pie en el vertiginoso y resbaladizo universo de la televisión. Esta vez, una Dolores algo más periodística intentará dibujar, en cada emisión, el perfil de alguna celebridad, que van desde Mariano Martínez hasta Joan Manuel Serrat.

-¿Te volviste más periodista?
-No, no… Los productores que están conmigo son los periodistas de verdad, lo mío es pura cancha y caradurismo, nada más.

-Cuando vos te fuiste de El Rayo, Pergolini sugirió que el programa igualmente se podía hacer sin vos.
-En su momento me ofendí. Le dije a Mario "¿Cómo podés decir eso?". Y después todo se fue aceitando. Lo que él quiso decir es que los productos se pueden hacer más allá de las caras. De hecho CQC funciona en España y no está Pergolini. De todas formas me parece que está comprobado que un mismo producto no siempre funciona igual, ya sea conmigo, con Déborah (de Corral) o con María Vázquez. Hay que pegarla con la conductora que ponés. Funcionó bárbaro con Déborah, que es un estilo, y funcionó muy bien conmigo, que soy otro estilo nada que ver…

-Lo que queda flotando es que con María Vázquez no funcionó…
-No sé, yo no te lo voy a decir, pero es la verdad. Mario también es muy verborrágico y de pronto se interpretó mal, pero también hace dos meses, cuando firmamos contrato, él salió a decir a todos los medios que estaba contentísimo de que yo volviera a su productora… Ahí lo fui a cargar y le dije: "Ay, no puedo creer que hayas salido a decir eso…"

-Concretamente, ¿se podía o no se podía hacer El Rayo sin vos?
-Poder siempre se puede, pero de ahí a que funcione… Son muchas cosas las que tienen que encajar para llegar a los 15 o 20 puntos de rating, es muy complicado. De todas formas, volver a Cuatro Cabezas es como volver a casa.

Bernardita cruza el living blanco con la gracia apenas, el estilo apenas, aunque visible como una maravilla que despunta. El pelo le cae con el encanto desprolijo de una nena, los ojos grandes en la cara pequeña. Es alta. El eco de su hermana está allí, indiscutible. Sólo falta saber qué hará con él. Valentino, de un año y medio ya, no entra: irrumpe. La corrida termina en el cuello de su mamá Dolores. En la mano rolliza, una galletita húmeda. "Ella es mi hermanita", dice Dolores, señala a Bernardita y un jirón de orgullo fraterno le cruza la cara. Después, con Valentino aún en su cuello, se hunde en el gran sillón verde.

-¿Cuánto de Valentino te quita el trabajo?
-En general no me separo mucho de él. Estos días, que estuve haciendo la apertura del programa, trabajé hasta las cuatro de la mañana y ni siquiera lo vi despierto. Pero si fuera médica me pasaría lo mismo, y si fuera psicóloga también. Cuando laburás, es así.

-¿Tenés alguna rutina?
-Hay que ser organizado. Trato de no acostarme muy tarde porque sé que Valentino se levanta a las ocho, entonces cuando él está arriba, hay que estar arriba uno también para aprovechar una hora, una hora y media con él… Le pongo mucha garra a la organización de mi tiempo. Es lo único que queda.

-¿Por qué vos y Matías parece que nunca pasaran por períodos de turbulencia?
-¡Ah, claro, porque nosotros no vamos al baño, no tenemos crisis…! Somos como cualquier matrimonio, sólo que tratamos de preservar ese espacio.

-De todas maneras, habrá una intimidad de la que te sentirás orgullosa…
-Sí, claro. Matías, por ejemplo, es un papá bárbaro. Lo tenés que ver cuando jugamos con Valentino a imitar los animales y él hace el pato o el elefante… es muy divertido.

-Al principio decías que eras una mujer frágil, con inseguridades. Al mirarte es difícil descubrirlas. ¿Me podés decir cuáles son?
-Ah no, eso lo dejo para mi analista.

El detalle de cómo se dibuja la casa de Dolores Barreiro podría extenderse sobre esta página. Basta con decir que un orden blanco lo cruza todo. Sin embargo, Dolores se fastidia: "Disculpá la casa", dice. Ante mi inequívoco gesto de perplejidad, se explica: "Es que soy un poco fanática". La chica de belleza descollante en un país de bellezas descollantes se refuta a sí misma: "¡Tengo que explicar tantas veces que soy una persona como cualquier otra…!". Así se siente. Así se ve.

por Alejandro Seselovsky
fotos: Santiago Turienzo
asistente: Diego Soldini
producción: Sofía Delger
peinó: Margarita para Impagliazzo-Lamensa
agradecemos a: Class Life, María Vázquez, De María (zapatos) y a Los Galpones

Ojos seductores, cuerpo sensual sobre la madera. A los 27, Dolores se consagró como la más deseada en un país de mujeres deseadas.

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Mis hermanas y yo siempre fuimos muy sobreprotegidas y vivimos en medio de una burbuja. Lo mio fue un poco inesperado".">

"Mis hermanas y yo siempre fuimos muy sobreprotegidas y vivimos en medio de una burbuja. Lo mio fue un poco inesperado".

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