Allí está Carolina Ardohain, contoneándose delante de la cámara en un infierno de sensualidad. Cero nena. Cero bebota. Cero ternura. Cero peluche. Un vendaval que se lleva el mundo por delante. La boca entreabierta, la piel mojada, y una mirada con la que podría prenderle fuego al mar. En cada foto, Pampita devora.
"Todas las mujeres tenemos esa parte fuerte, bien sexy. Sólo que muchas no están acostumbradas a mostrarla", dice. Y luego agrega: "A mí me sale espontáneamente. En la Argentina, es lo que me diferencia del resto. La imagen fuerte y segura. Así es como todos conocen a Pampita: salvaje por naturaleza. Y los hombres deliran por las mujeres salvajes".
-Después de años de extrema delgadez, ¿volvió a poner de moda las curvas?
-No sé si tanto. Yo creo que ya se venía dando desde antes. En GENTE, por ejemplo, siempre se vieron figuras muy saludables, con formas, más humanas, nunca se vio una flaca con cara de nada, siempre fueron mujeres deseables.
-Qué modesta…
-(Risas). No es por modestia. Hay una tendencia mundial a buscar modelos cuyas caras tengan rasgos bien personales, que puedan hacer fotos fuertes porque tienen una personalidad fuerte. Lo que se busca ahora es justamente eso, personalidad, más allá de la altura o la delgadez.
-¿Hay algún caso en el que se haya fijado particularmente?
-No sé… Ser alta y flaca va a seguir siendo indispensable para la alta costura, pero en el mundo empiezan a tener aceptación las chicas diferentes. Modelos delgadas van a haber siempre, pero ahora se abrieron nuevos espacios.
-Donde entra Pampita…
-Sí, claro. Incluso hubo una época en la que la tendencia no sólo eran chicas muy, muy flacas, sino además encorvadas, sin peinar, sin maquillaje, como afeadas. Me parece que desde hace un tiempo estamos volviendo a la normalidad.
-Cinco años atrás, ¿le hubiera costado más llegar a ser una top?
-Mirá, a mí me hubiese ido bien en cualquier momento.
"…en cualquier momento". Pampita lo dice segura, también avasalladora. Desde hace tiempo, según ella misma lo confiesa, viene trabajando en el equilibrio de su carrera. Salvaje, pero no vulgar. Fuerte y personal, pero no agresiva. Una tarea de contrapesos.
-¿Cuáles son los recaudos que tomó a la hora de pensar en su figura?
-Se trata de ser latina sin ser burda. De ser salvaje sin ser grasa. Muy sexy, pero no grotesca. Son como fronteras que hay que ir encontrando con el tiempo. Es todo un tema, porque en la Argentina el público es muy exigente. A Buenos Aires llegan todas las revistas de moda internacional. Hay una relación muy fuerte con las modelos y todos saben mucho de estética.
-Hablemos de usted…
-Antes de que me preguntes nada, te cuento que ni me caso ni estoy embarazada.
-¡Oops…! Una entrevistada de anticipación…
-Poné por favor que no dije que me caso.
-Señores lectores: Pampita no dijo que fuera a casarse. ¿Satisfecha?
-Muchas gracias.
-¿Tanto miedo a lo que la gente piensa?
-No es miedo, pero la exposición de la vida privada es lo que más me cuesta desde que comenzó mi carrera. A veces no consigo manejarlo, esa es la verdad. De todas formas, me siento muy cerca de la gente.
-A ver…
-Sé que la aceptación del público es lo que me puso en este lugar. Lo tengo perfectamente claro y por eso me siento muy agradecida. Siempre trato de responder a todos con mucha calidez, por más que a veces me encuentren cansada.
-Me da la impresión de que tiene una cercanía con la gente, su imagen está lejos de la diva inalcanzable…
-Yo creo que somos todos iguales. Yo no estoy por encima de la gente: es un honor que me pidan un autógrafo o que me vengan a conversar. La gente se da cuenta de que no hay barreras entre ellos y yo, porque yo me encargo de que sientan eso. Le gente me abraza y me cuenta de la familia… es raro, pero agradable.
-Hace poco salió elegida en una encuesta virtual como la madrina de la selección de fútbol…
-Sí, me votaron por Internet. Es un orgullo. Modestamente, siento un gran placer de haber sido la elegida.
-Una morocha argentina para el mundo. ¿Se siente una embajadora?
-Me encanta que me identifiquen como bien argentina porque amo a mi país y sufro mucho por lo que está pasando. Y que me tomen por "la" morocha argentina, sí, me fascina.
-¿Cómo viene su 2002?
-Me voy a Nueva York dentro de poco.
-La perdemos…
-(Risas). No. Tengo algunas gráficas para hacer, algunas revistas. Y también me voy a presentar en varios castings de ropa interior, que después de todo es mi fuerte. Pero después vuelvo a la Argentina.
-¿Lo promete…?
-Sí… tengo contrato con Cuatro Cabezas para todo el año. Todavía se tiene que definir si se va a hacer El Rayo o no se va a hacer. Estoy esperando eso. Si no sale la conducción, haré alguna otra cosa en televisión.
-¿Algo en especial que la tiente?
-Me gusta todo. A muchos no les copa el lugar del notero, pero a mí me encantaría. Ya veremos. Todavía falta.
Desde hace cuatro meses Pampita es la novia de Martín Barrantes, ex modelo y empresario del campo. Parece poco tiempo para afianzar un relación que tiene pretensiones de largo aliento. Sin embargo, ella se siente segura, más segura que nunca.
-Está bien: no está embarazada, no se va a casar, pero algún proyecto debe tener en cuestiones amorosas.
-Mi amor está sólido, consolidado. Y la verdad es que no tengo ningún plan. Sólo espero que siga así.
Ella se deja envolver por la olas del Atlántico, en Punta del Este. El pelo al viento, las manos hundidas en la arena húmeda de la orilla. Sencillamente, enloquecedora.
Se trata de ser latina sin ser burda. De ser salvaje sin ser grasa. Muy sexy, pero no grotesca. Es todo un tema, porque en la Argentina el público es muy exigente, todos saben mucho de estética".">
"Se trata de ser latina sin ser burda. De ser salvaje sin ser grasa. Muy sexy, pero no grotesca. Es todo un tema, porque en la Argentina el público es muy exigente, todos saben mucho de estética".
