“Soy la última romántica antes del Apocalipsis” – GENTE Online
 

“Soy la última romántica antes del Apocalipsis”

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La mujer que ahora recorre, casi voluptuosa, el antiguo departamento de la calle Melo que acaba de estrenar (un lugar que le corresponde: lleno de vericuetos y escaleras que presuponen otros tantos misterios), lleva un cuarto de siglo como best seller absoluta por su Horóscopo Chino. Pero se niega tenazmente al encasillamiento, “porque también soy actriz, poeta, experta en filosofía oriental y en astrologías Dharma y Maya… Soy mil mujeres en una, y además, campesina”, desgrana.

–¿Campesina?
–Porque vivo en Traslasierra, a unos 150 kilómetros de Córdoba capital, bajo uno de los cielos más puros del mundo, cultivo la tierra –la Pachamama–, y la defiendo…

–¿En qué sentido?
–Luchando por ella. Junto con el pueblo de la región, me opuse a una explotación de uranio a cielo abierto que planeaba una empresa canadiense, porque una cucharita de café llena de uranio puede envenenar la tierra y el aire por generaciones. Hicimos marchas, asambleas, y lo logramos: la Legislatura provincial rechazó por unanimidad ese proyecto. El NO ya es ley…

–Tocar la tierra, ese hecho práctico y hasta romántico, ¿cómo se conecta con la astrología, las predicciones, todo lo que es “la marca Ludovica”?
–No se conecta, porque no están divididas. Si el ser humano divide, encasilla, vive en un gran conflicto. Yo me crié en Parque Leloir cuando era un paraíso. Iba al colegio a caballo. Mi padre (Eduardo Squirru, diplomático) criaba caballos criollos, y jamás disocié esa vida con mis otras vidas, mis otros trabajos, mis estudios. Todo es uno, y siempre. Soy la última romántica antes del Apocalipsis…

–¿Cuándo y cómo llegará el Apocalipsis?
–En distintas formas, siempre está. Por ejemplo, en el micromundo en que vivimos sumergidos, y que no nos atrevemos a desafiar y romper, porque los demás tratan de censurarte; de alguna manera, matarte.

–¿Cómo logró romperlo?
–Aprendiendo a través de varias reencarnaciones.

–Eso nos lleva a una cuestión espinosa: la transmigración de las almas. No es algo en lo que mucha gente cree…
–Es cierto. Y respeto al que no cree. Pero separar mente, alma y cuerpo es un grave error. En la medicina china, que deriva del taoísmo (de Lao-tse, filósofo chino del siglo V antes de Cristo), todo médico es astrólogo, y para curar investiga la carta natal de cada paciente, para conocer su árbol genealógico y sus males hereditarios.

–¿Usted logró la unidad mente-alma-cuerpo? ¿Cómo?
–Tomando conciencia de que soy una unidad. Nada ni nadie puede separarme de la Luna, las estrellas, los pájaros, lo que siembro, la salida y la puesta del Sol… Tengo que ver con toda esa energía. Total y absolutamente.

–¿Cómo se acercó a China, a lo oriental?
–Porque mi padre fue, en 1945, encargado de la primera embajada argentina en ese país, donde pasó cinco años.

–Pero usted no había nacido…
–No. Soy de 1956 (Tauro y Mono, según el Zodíaco occidental y el chino, respectivamente). Pero tuve referencias, testimonios, y estuve en China hace veinte años. Creo que para que algo cambie en tu vida tenés que refundarte cada día, y eso es lo que hago.

–Refundar, imagino, no es cambiar de casa, de ropa, o pasar por el bisturí de la cirugía plástica…
–No… Es todo lo contrario. Estás hablando con la mujer menos operada del país. ¡Ni botox! A mis veinte años alguien me dijo: “Sos la Venus de Milo del año dos mil”. ¡Mirá qué piropo! La refundación es hacia adentro. Hoy, el hombre viaja al espacio, cambia la moda cada seis meses, se expresa en lo exterior (autos, casas, ostentación), pero ignora que el verdadero cambio, el gran viaje, es hacia adentro. Es la aventura espiritual…

–No es fácil comprenderlo, y tampoco actuar en consecuencia…
–Es cierto. Pero si no lo intentamos estamos perdidos, porque todo conspira para exterminarnos como cucarachas.

–¿Hay alguna fórmula, algún método para encarar ese viaje interior?
–Sí. Constelarse.

–¿Qué es eso?
–Una técnica creada por Bert Hellinger, un psiquiatra y antropólogo alemán. Se trata, a través de una ceremonia parecida al psicodrama, de poner en orden el desorden familiar con el que todos nacemos.

–¿Por qué “desorden”, y por qué tan general?
–Por mandato familiar, tradición, costumbre: condicionamientos que te impiden ser quien realmente sos.

–Pero hay familias funcionales, ordenadas, ricas, felices. Como decía el conde Tolstoi, “todas las familias felices se parecen”.
–Esas son las peores. Las que más esqueletos, secretos y mentiras tienen encerradas en el armario. Al fin y al cabo, cada uno es producto de lo que le pasó a toda su familia: bisabuelos, tatarabuelos…

–¿De qué signo es usted?
–En el Zodíaco oriental, Mono; en el occidental, Tauro. ¿Y vos?

–Conejo de tierra y Géminis.
–¡Extraordinario! Conejo, en el chino, es lo mismo que Gato. Muy larga vida…

–¿Por qué uno tiene animales, y el otro, astros o constelaciones?
–Es una diferencia cultural muy profunda. La astrología china empezó en la India, y Buda, al partir hacia su ultima reencarnación, convocó a todos los animales y los instaló en su lugar según el orden de llegada.

–Más o menos como el Arca de Noé…
–Tal cual. Desde luego, es mitológico, pero las doce fases están relacionadas con el tiempo de las semillas: germinar, brotar, madurar, etcétera, según el ciclo que Júpiter cumple alrededor del Sol cada doce años.

–Según los orientales, ¿en qué año entramos?
–En el año del Búfalo, que empezará el 26 de enero de 2009 y terminará el 13 de febrero de 2010. Adoro al Búfalo… (ver recuadro).

–Hablando del tema ¿tiene animales?
–En Córdoba, sí: perros.

–¿Gatos no? Es raro…
–Tuve una gata, Sofía, que fue el amor de mi vida. Jamás amé tanto a un animal. Vivió dieciséis años; la velé, la cremé, y sus cenizas están en la ventana de mi casa. Jamás tuve una conexión tan fuerte con un animal, y detesto a los que los matan por placer.

–La combinación de la crueldad y la estupidez…
–Sí, la gran tragedia humana.

–¿Por qué hay animales de tierra, fuego, madera, metal y aire?
–Porque son las cinco energías del mundo, y cada una corresponde a un órgano de nuestro cuerpo.

–¿Qué animales son, para los chinos, los mejores?
–Ellos los agrupan no sólo por virtudes: también por defectos. Pero los más queridos son la Serpiente y el Dragón. En China, decirle serpiente a una mujer es un gran piropo. Pero cada persona trabaja su karma.

Ya en el final, Ludovica me lleva hasta el pequeño altar donde reina Mashimon, una especie de Ekeko del Norte argentino, pero más grande y de Guatemala, vestido a la usanza lugareña y de ojos muy profundos, como diamantes. Me enciende un cigarrillo: “Pitá, y después ponélo en su boca y conectáte con él. Lo descubrí hace catorce años, y gente de todo el mundo va a Guatemala a pedirle sus deseos”. Lo hago, lentamente. En la boca del tótem, el cigarrillo sigue ardiendo. Me voy. Lo que pedí es un secreto. No publicable. Ludovica (52) en Traslasierra, Córdoba, donde vive más de la mitad del año “porque es uno de los cinco microclimas más perfectos del planeta, y porque aquí me conecto con las cosas más profundas de la vida”, dice.

Ludovica (52) en Traslasierra, Córdoba, donde vive más de la mitad del año “porque es uno de los cinco microclimas más perfectos del planeta, y porque aquí me conecto con las cosas más profundas de la vida”, dice.

Cada 4 de diciembre, en Ojo de Agua, Córdoba, ante un grupo de seguidores, Ludovica rige la ceremonia de fundar espiritualmente el país.

Cada 4 de diciembre, en Ojo de Agua, Córdoba, ante un grupo de seguidores, Ludovica rige la ceremonia de fundar espiritualmente el país.

“Soy una campesina. Fui a la escuela a caballo. En mi casa de Córdoba siembro y recojo los frutos. Es decir, me conecto con la tierra

“Soy una campesina. Fui a la escuela a caballo. En mi casa de Córdoba siembro y recojo los frutos. Es decir, me conecto con la tierra".

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