«Sólo quiero ayudar a miles de parejas desdichadas» – GENTE Online
 

"Sólo quiero ayudar a miles de parejas desdichadas"

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Hoy, su nombre no tiene término medio: Severino Antinori (italiano, ginecólogo, 56 años) es
"un mago de la genética" o "el monstruoso doctor Frankenstein". En 1988 creó el primer
hermano-hijo: implantó el óvulo fecundado de una madre en el útero de su hija. Seis años después desató huracanes al lograr el embarazo de Rosanna Della Corte, de 62 años, primera madre-abuela (Rosanna perdió a su único hijo en un accidente, y Riccardo, el nacido con el Método Antinori, mitigó su dolor y llenó su vacío afectivo). No es todo: en su
Centro de Reproducción (paradoja: está en Roma, casi en el corazón del Vaticano), donde habló con
GENTE, se ufana -con su voz ronca y profunda- de ser "el padre científico de más de dos mil bebés de probeta y de otras técnicas". Esto dijo. 

-La Argentina no le es ajena, doctor...
-No, claro. Mi abuelo nació allá, y yo fui muy amigo de Carlos Monzón en sus días de gloria. 

-He visto una multitud en la sala de espera. ¿Siempre es así?
-Tengo millares de pacientes, y una lista de espera de meses... (Nota: la visita cuesta un mínimo de 300 dólares)

-¿Cómo es, exactamente, su propuesta de clonación de embriones humanos?
-No es sólo mi propuesta. Trabajo en ese proyecto con Panos Michael Zavos, un médico norteamericano de origen chipriota que fue profesor en Nueva York y hoy dirige una clínica de fertilidad en Kentucky, y con la investigadora francesa Brigitte Boisellier.
(Nota: la semana pasada, ese equipo expuso el proyecto en la Academy of Sciens de Washington ante treinta figuras mundiales en biología molecular, genética y ética. Resultado: reacciones de todo pelo y color en medio planeta, y hasta un discurso del presidente George Bush, pidiéndole al Congreso una legislación precisa al respecto, ya que son muy pocos los países en los que está prohibida o permitida bajo reglamentación.)

-¿Es posible explicarlo de modo sencillo?
-Sin duda. Se selecciona con mucho cuidado un grupo de mujeres donantes (por lo común, unas cuarenta), a las que se les dieron estrógenos (hormonas) para aumentar su fertilidad. De esas cuarenta se logran, poco más o menos, unos cuatrocientos óvulos. 

-¿Segundo paso?
-Se seleccionan los varones candidatos a la clonación y se les extraen células provistas de
ADN, que luego serán introducidas en los óvulos femeninos.

-¿Tercer paso?
-El núcleo de cada óvulo se aspira con una aguja finísima para extraerle su
ADN. Enseguida, el óvulo ya vacío y la célula del varón donante se colocan uno junto a la otra y se les transmite un impulso eléctrico para provocar la fusión de ambos elementos. La célula, al encontrar el
ADN completo, empieza a desarrollarse, y se produce el embrión.

-Es la hora del milagro...
-No hay milagro alguno. Tampoco azar. Es ciencia pura, razonada y posible. 

-¿Cuántos embriones, promedio?
-Sobre cuatrocientos óvulos, sólo doce llegan a embriones. Y sobre cuarenta mujeres voluntarias, sólo nueve o diez quedan embarazadas. 

-¿Esos embarazos llegan a buen término?
-No siempre. No hay garantías. 

-¿Cuál es el sentido profundo de su proyecto de clonación?
-En primer lugar, no se trata de clonación. Lo único que intento es ayudar a los hombres que, por falta de espermatozoides, no pueden tener hijos.

-¿Por qué niega la palabra clonación?
-Insisto, porque lo que hago no es clonación. Clonar es hacer bebés-fotocopia de sus padres. Lamentablemente, mi método está acosado por muchos prejuicios y mucha desinformación. La suma de esos prejuicios y de esa desinformación da lugar a las versiones más disparatadas. 

-Si no es clonación, ¿qué es?
-Es reclonación. Es decir: nacimiento de chicos perfectos que tendrán el carácter de sus padres, pero también identidad propia. 

-Si realmente es así, ¿por qué la comunidad científica mundial lo ataca con tanta virulencia? En los últimos días, muchos lo presentaron como un sabio loco, como un hombre que quiere jugar a ser Dios, etcétera...
-Los ataques son estúpidos. Y las acusaciones, completamente infundadas. Pero le aseguro que ninguno de esos ataques es capaz de detenerme. 

-¿Por qué? ¿Por convicción o por terquedad?
-Por convicción respecto de la bondad de mi objetivo. Mi método es una terapia capaz de resolver el drama, la angustia de muchas parejas estériles. De miles y miles de hombres y mujeres que se sienten terriblemente desdichados.

-¿Son realmente tantos? 
-Muchos más de los que se cree. Hoy, en todo el mundo, viven setenta y cinco millones de hombres sin espermatozoides suficientes para engendrar. Pues bien, yo trabajo para ellos.

-¿Sólo en su clínica? Convengamos en que no todos pueden llegar hasta aquí y someterse a su método...
-En esta clínica, o en cualquier lugar del mundo desde donde me llamen. Soy un científico, y tengo un objetivo claro, científico y humano. 

-Al respecto, se dice que, para evitar prohibiciones, está dispuesto a alquilar un barco y trabajar en aguas internacionales. ¿Es cierto?
-¡Otra tontería! No habrá barco alguno: todo se hará en tierra firme.

-Se habla de la isla de Chipre...
-Disculpe, pero de ningún modo puedo contestarle esa pregunta. 

-¿Por qué? Usted bien sabe que, muchas veces, no contestar es confirmar.
-Porque con los científicos de mi equipo ya trazamos un plan muy preciso, pero no podemos divulgarlo. Eso es todo. 

-Se dice también que usted ya clonó a un hombre...
-Me mantengo en mi respuesta anterior: no puedo contestar esa pregunta. 

-Muchos países prohibieron este experimento. ¿Cómo va a enfrentar esas legislaciones?
-Legislar contra la clonación es una estupidez.

-Pero, más allá de su opinión, no es posible desconocer los datos de la realidad. En los catorce países de la Unión Europea está prohibida la clonación. Sólo se autorizan terapias con células
futtock adultas: células raras que están en el cerebro, la sangre y otros tejidos. En los Estados Unidos, si el Congreso aprueba el método, también quedaría limitado a las
futtock. Y la Iglesia católica rechaza absolutamente todo método de manipulación genética. ¿No cree que son demasiados escollos?

-Es posible. Pero, de todos modos, seguiré avanzando. Mis últimos experimentos fueron sobre cabras. Resultado: de 141 embriones logré cuarenta y dos embarazos. Es decir, más de un treinta por ciento de éxito, con apenas un diez de malformaciones. Es una realidad positiva, e imposible de desconocer. Es evidente que no estoy contra la vida sino a favor de la vida.
 
-¿Ese porcentaje significa un éxito muy grande, mediano o mínimo? ¿Es posible compararlo con otras cifras?
-Sí, claro. Comparado con el método que hizo nacer a la oveja Dolly, es un éxito rotundo. En aquel caso sólo se lograron doce embarazos sobre doscientos setenta y siete embriones.

-¿Qué pasa si los humanos reclonados nacen con defectos? Sería gravísimo. Medio mundo le caería encima, profesor. 
-No hay peligro alguno. Antes de implantarlos en el útero, los embriones son analizados a fondo, y las mujeres así embarazadas son controladas con ténicas de última generación. 

-¿Puede afirmar que no nacerán monstruos? 
-Total y absolutamente. 

-Pero usted sabe muy bien que los animales nacidos por el método Dolly envejecen prematuramente, y que algunos tienen anomalías genéticas. ¿Es posible que los bebés gestados con su método de reclonación corran igual suerte?
-Mi método no presenta riesgos. Dolly nació bajo la técnica de fotocopia, y lo mío -insisto en la palabra- es reclonación. Estamos hablando de cosas muy distintas, y también de resultados muy distintos. 

por Alfredo Serra
informe y entrevista en Roma: Isabel Torre (corresponsal en Italia)
fotos: Gamma
Antinori en su clínica romana, donde hizo nacer a más de dos mil bebés por métodos genéticos Creó un hermano-hijo y logró el embarazo de una mujer de 62 años. Detrás, el panel del comienzo de la vida humana: su escenografía predilecta.

Antinori en su clínica romana, donde hizo nacer a más de dos mil bebés por métodos genéticos Creó un hermano-hijo y logró el embarazo de una mujer de 62 años. Detrás, el panel del comienzo de la vida humana: su escenografía predilecta.

Antinori y su colega, el norteamericano Michael Zavos, anunciaron en la <i>Academy of Sciens</i> de Washington, el 7 de agosto pasado y ante treinta especialistas de primer nivel, su método de clonación de seres humanos. A pesar de que Antinori niega la palabra clonación, tituló su conferencia como <i>Aspectos científicos y médicos de la clonación humana</i>.

Antinori y su colega, el norteamericano Michael Zavos, anunciaron en la Academy of Sciens de Washington, el 7 de agosto pasado y ante treinta especialistas de primer nivel, su método de clonación de seres humanos. A pesar de que Antinori niega la palabra clonación, tituló su conferencia como Aspectos científicos y médicos de la clonación humana.

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