“Sólo podría enamorarme de un hombre que compartiera mis ideales” – GENTE Online
 

“Sólo podría enamorarme de un hombre que compartiera mis ideales”

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La vida por Perón!”. Así se bendecía la mesa familiar de los Del Boca los domingos, una oración sentida, una plegaria repetida. Andrea, entonces una niña, poco entendía de quién se hablaba. “¡Cuánto debió haber calado hondo en la historia de mis abuelos, cuánto agradecimiento por poder darles una vida mejor a sus hijos!”, dice hoy la actriz que debutó hace ya cuarenta años en el rol de una niñita sordomuda en Nuestra galleguita. Tres años atrás, sin embargo, asumió su militancia kirchnerista y no dejó nunca de decirlo. Y ahora llegó el momento de unir el escenario con la vida, con una versión de Eva y Victoria, un clásico de Mónica Ottino. Ella es la madrina de los descamisados y Graciela Dufau la intelectual Ocampo, bajo la dirección de Hugo Urquijo.

En ese mismo juego de ficción-realidad, Andrea (45) se asoma al balcón histórico de la Rosada, con los brazos cruzados y la mirada en el infinito. Un gesto típico de Eva. La gente se agolpa abajo. Toman fotografías e intentan adivinar quién es esa Evita 2011. “¡Me tiemblan las piernas! Me pasa lo mismo cuando salgo al escenario, y en esos momentos pienso: ‘Eva, yo te presto el cuerpo, pero acá tenés que estar vos, porque yo no puedo’”.

Atrás quedó la cabellera colorada: Eva es su prioridad. Aunque hizo falta pasar por nueve decoloraciones, la adaptación a las lentes de contacto para esconder sus “faroles” celestes y perder algunos kilos de la mano del doctor Alberto Cormillot (en el final de la obra, Evita ya está cerca de su muerte y debía verse más delgada de lo habitual). Pero los premios son muchos. ¿El mejor? Las palabras de Hebe de Bonafini al final de una función: “Nena, no te ofendas, pero yo no te vi a vos: la vi a ella”.

–¿Es la primera vez que un personaje te atrapa así?
–¡Se mezclan muchos sentimientos! Admiro a Evita por su compromiso con la mujer, incluso en cosas que hoy nos parecen obvias, como el voto femenino. Me siento muy afortunada de poder prestarle mi cuerpo para encarnar su mensaje y su pasión por un ideal que es el mismo en el que yo creo. Soy una enamorada de la Argentina y de mis raíces, y sufro cuando veo que seguimos poniéndonos palos en la rueda entre nosotros.

–¿Qué aspectos de Evita quisiste resaltar?
–Su espíritu de lucha, que la llevó a inmolarse, a entregar su vida por la causa, como decimos los peronistas, por el amor que sentía por Perón y por lo que a través de él podía dar a los que más necesitaban. Llegó al poder pero no se olvidó de sus orígenes. El lujo y el poder no la obnubilaron: su imagen transmitía la idea de que si ella había llegado, otros también podrían lograrlo.

–¿Los frentes que representan Evita y Victoria Ocampo –la clase popular y la oligarquía– siguen vigentes?
–Totalmente. En ese momento era un petitorio por el voto femenino. Hoy podría ser la Asignación Universal por Hijo o la famosa Resolución 125: seguimos discutiendo por más justicia social y menos exclusión. Eva dejó sus últimos siete años de vida, y de alguna manera Néstor Kirchner también. ¡Cuánta vocación de entrega como para olvidarse de sí mismos!

ESA MUJER. Una verdad de Perogrullo: detrás de toda actriz hay un corazón que late. ¿Es el amor una asignatura pendiente para Andrea ? “Hay momentos en que extraño estar con alguien con quien compartir mis sueños, mis deseos, la vida cotidiana... ¡hasta los silencios! De todas maneras, apuesto a que un día aparecerá ese señor con el que pueda transitar la vida”, confiesa.

–¿Si es peronista, mejor?
–Hoy por hoy sólo podría enamorarme de un hombre que compartiera mis ideales, que sea un “compañero” en todos los sentidos de la palabra. No estaríamos de acuerdo en un proyecto de pareja y de familia si no coincidimos en un proyecto de país. Una cosa es defender otra camiseta de fútbol y otra muy distinta si no le importa lo que pasa a su alrededor.

–¿Por qué creés que todavía no se dio?
–¡Es complicado! Ser una mujer independiente me juega en contra. No necesito un hombre que me pague las cuentas a fin de mes o que se haga cargo de mi hija. Hay mujeres que perdonan todo porque trabajan de “señora de”. Y otras que enganchan a un hombre con un hijo para salvarse de por vida. Son papeles muy tristes. Yo estoy en la vereda de enfrente. Eso sí: estoy dispuesta a cocinarle y a plancharle una camisa sin problemas.

–¿Es muy difícil entrar al “clan” Del Boca?
–Quizá los de afuera no lo entiendan, pero cada uno de los Del Boca tiene su vida, aunque después nos gusta compartirla. Tuve 30 puntos de rating y llegaba a mi casa y era la menor de tres hermanos. Y esta noche, cuando llegue a casa, me desarmo el rodete y le preparo milanesas a mi hija Anna. Estas son mis elecciones y no podría vivir en una irrealidad de telenovela. Soy ama de casa, mamá, una mujer normal... Esa es mi realidad y no la del maquillaje, los tacos altos y los anteojos negros.

–¿Si te gusta alguien das el primer paso?
–En eso soy tradicional. Le puedo ofrecer todas las señales, pero él debe avanzar. Si aparece el compañero que quiero, va a encontrar a una mujer que lo banca.

MILITANTE K. Se acercó a Cristina Fernández de Kirchner cuando era senadora, en medio de su problema de violencia familiar (con su ex, el empresario Ricardo Biasotti, padre de su hija Anna, de diez años). “Ella me ayudó a no quedarme en silencio. Me dijo: ‘Si te callás para que nadie se sienta mal o se ofenda, vas a ser cómplice. Salí, reaccioná y vas a ser un ejemplo para tu hija’. Yo sentía que se me terminaba el mundo y ella me extendió su mano. Con el tiempo me di cuenta de que fue uno de los mejores consejos que recibí en mi vida. Gracias a ella, hoy las argentinas tenemos una ley que nos defiende de la violencia de género”.

–¿Aceptarías un cargo o una candidatura?
–No lo sé. Hay ciertas cosas que prefiero no pensarlas demasiado, porque mi conciencia no me lo permitiría. Pero hoy puedo colaborar mucho más desde mi exposición pública, desde la concientización. No quiero que me acusen de frivolizar la política. Los argentinos somos nuestros mayores críticos. Muchas veces nos olvidamos de nuestro triste pasado, cuando nos cercenaron los sueños y los ideales. Tenemos que aprender a vivir y defender nuestra democracia, que no es señalar culpables sino comprometernos. Muchos fuimos educados en el “no te metás”, “votá en contra de”, pero estamos aprendiendo a no tener miedo.

–¿Te afectó a nivel profesional?
–Aun trabajando en Canal 13 salí a defender la investidura de la Presidenta y los objetivos de ciertas medidas económicas. Nunca les mentí. Fui contratada como artista y mi opinión como ciudadana es libre, pero me pasaron factura. Hubo un manejo sutil: estaba contratada como protagonista, pero me sacaron de las promociones y mis escenas eran mudas. Hubo un manoseo para desgastar mi imagen.

–¿Si te llamara Adrián Suar de nuevo, aceptarías?
–Sí, pero no creo que exista esa posibilidad.

–¿También te perjudicó en tu vida personal?
–Te cuento una anécdota: el día de las elecciones porteñas fui con mi hija a una confitería en Belgrano, donde vivo desde hace 36 años. Una señora muy elegante se acercó y me insultó mal, me acusó de mil disparates por mi militancia. Nunca había vivido una situación así. Anna, con los ojos llenos de lágrimas, me sugirió irnos, pero me negué, porque yo no había hecho absolutamente nada malo. Con esto quiero decir que la intolerancia es un mal que todavía no pudimos erradicar, y me afecta.

–¿No hay demasiada confrontación social?
–Los peronistas somos apasionadamente locos. Como le sucede ahora a la Presidenta, a Eva también la consideraban una reaccionaria por defender con convicción y pasión sus ideas. Es el momento de defender al Gobierno para consolidar los cambios en marcha. Estas no son épocas para tibios o pechos fríos. Andrea siempre soñó con interpretar a la Abanderada de los Humildes. Ahora lo logró en la obra Eva y Victoria. Aquí luce un vestido con falda de tul y casaca, creación de Susana Ortiz, e inspirado en uno que usó Evita en en el Teatro Colón.

Andrea siempre soñó con interpretar a la Abanderada de los Humildes. Ahora lo logró en la obra Eva y Victoria. Aquí luce un vestido con falda de tul y casaca, creación de Susana Ortiz, e inspirado en uno que usó Evita en en el Teatro Colón.

“Evita llegó al poder, pero no se olvidó de sus orígenes. El lujo y el poder no la obnubilaron. Su imagen transmitía la idea de que si ella había llegado, otros también podrían”

“Evita llegó al poder, pero no se olvidó de sus orígenes. El lujo y el poder no la obnubilaron. Su imagen transmitía la idea de que si ella había llegado, otros también podrían”

“Con los hombres soy tradicional. Le puedo ofrecer todas las señales, pero tiene que avanzar él. Si aparece el compañero que quiero, va a encontrar en mí una mujer que lo banque”

“Con los hombres soy tradicional. Le puedo ofrecer todas las señales, pero tiene que avanzar él. Si aparece el compañero que quiero, va a encontrar en mí una mujer que lo banque”

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