“Sólo me siento libre cuando juego al rugby” – GENTE Online
 

“Sólo me siento libre cuando juego al rugby”

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Año brillante. Campeón de Francia y gran figura de su club, el Stade Français. Según la revista francesa de rugby Midi Olympique, “el mejor jugador de la temporada”. Algo que solamente otro argentino consiguió: Hugo Porta –nada menos– en 1985. Con el mismo número 10 en la camiseta que el legendario crack, se consagró en el reciente Mundial, donde alcanzó el tercer puesto con Los Pumas. Tipo sensible. Tipo humilde. Más que tipo: señor. El mundo femenino: ¡a sus pies! Y derretido. Nombre: Juan Martín Hernández. Años: 25 (nació el 7 de agosto del ’82). Medidas: 1.87 m, 93 kilos: casi la Divina Proporción de Luca Pacioli y de Leonardo Da Vinci. Puesto: apertura. Orígenes: Buenos Aires, club Deportiva Francesa, desde la panza de su madre.

–¿Primer contacto con la ovalada?
–Mi padre, Miguel, jugaba en Deportiva Francesa, que fue mi segunda casa. Jugaba allí desde muy chiquito…

–Colegio: ¿normal, armalíos o insoportable?
–Normal y medio líder: tenía mucha influencia sobre mis compañeros. La profesora negociaba conmigo para que la clase se portara bien o para que volviéramos del recreo a tiempo. Si lo lograba, nos dejaba ir antes…

–¿Notas? ¿De cero a diez?
–Estudiante promedio: ni brillante ni vago.

–¿Idolo total?
–Diego Armando Maradona. Talento inigualable, único, inimitable. En rugby, Agustín Pichot. Iba a ver a Los Pumas, quería ser como él, quería llevar la camiseta del seleccionado. Hoy es un gran amigo.

–¿Y qué sentís cuando un estadio entero te llama “Maradona”?
–Yo sólo me siento libre en una cancha de rugby; esos ochenta minutos son de total libertad. Pero no creo en la felicidad completa, porque nunca dura mucho tiempo. Son ratitos, siempre hay algo que nos duele, nos falta, nos preocupa, nos da vueltas por la cabeza.

–¿Qué cambió en tu vida desde el Mundial?
–Muy pocas cosas. Admiro a los que triunfan en la vida, llegan adonde muy pocos pueden llegar, pero se mantienen firmes en su esencia. Y aspiro a eso.

–¿Hobbies?
–El rock argentino. Soy fana del grupo Arroba, una banda porteña que está creciendo. También juego al golf. Me gustan la compu, el cine, la lectura, entrenarme… y perderme caminando por las calles de París…

–¿Tipo de mujer preferida?
–Muy simple: que respete sus valores y sus sentimientos con sencillez y sin vueltas. Que mantengan su esencia.

–¿Estás de novio?
–De mi novia (es una chica argentina) no hablo…

–¿Qué enseñanzas te dejó Marcelo Loffreda?
–Que si estoy convencido de algo, lo lleve hasta el fondo y superando todo: presión, nervios, ansiedad. No me enseñó con palabras, sino con ejemplos. Es un gran director técnico.

–¿Qué mensaje les dejarías a los jóvenes rugbiers argentinos?
–Lo que me enseñaron mis padres: que hagan lo que sienten, con total responsabilidad, y que aprovechen todas las posibilidades que tengan.

–Cuando te propusieron jugar en Europa, ¿dudaste?
–La idea nació mucho antes de ir al Stade Français. Ya había tenido tres ofertas de Inglaterra: London Wasps, Leicester y Gloucester, pero a veces estaba lesionado, y otras no tenía permiso de trabajo. La bolilla estaba al caer desde mis 19 años. Por fin, el Stade Français me ofreció desafío, nueva vida, nuevo país, idioma, club. ¡Y apenas tenía 20 años!

–¿Un día tipo en París?
–Desayunar muy bien, entrenarme, almorzar, dormir, volver a entrenarme. Poco tiempo libre para hacer cosas. Pero no soy muy salidor. París es una gran ciudad, con un excelente club de rugby, sí. Pero mi lugar en el mundo es la Argentina…

–¿Qué te dejó la formación europea?
–Vivir solo, ya sea en la Argentina o en Francia, te forma de otro modo. Aprendí a ser responsable de mí, a pagar las cuentas, a ir al supermercado, a buscar casa, a amueblarla, todo de golpe. Y no fueron las más difíciles…

–¿Y cuáles fueron?
–La soledad, la nostalgia, querer dormir en tu casa y tu cama. Pero se compensó con tomar un tren, recorrer Europa, visitar castillos y museos, descubrir otras culturas, leer sobre historia medieval.

–¿Cómo es la sociedad francesa?
–Se basa en el respeto y en los derechos comunes de los ciudadanos: algo muy sano. Pero a veces no se dan cuenta de todo lo que tienen: salud y educación resueltas, por ejemplo, y se quejan por cosas que para nosotros serían insignificantes.

–¿Qué traerías de allá para acá, y viceversa?
–A la Argentina llevaría el respeto y el afán de superación. De la Argentina traería la pasión para hacer las cosas, el empuje para salir adelante.

–¿Qué valores del rugby infundirías entre los argentinos?
–Nobleza, caballerosidad, respeto... Pero, sobre todo, solidaridad. Juan Martín, con un cachorro de puma. Inofensivo… hasta que crezca. Como crecieron Los Pumas, que asombraron a Europa y se cotizaron en lo más alto de las pizarras.

Juan Martín, con un cachorro de puma. Inofensivo… hasta que crezca. Como crecieron Los Pumas, que asombraron a Europa y se cotizaron en lo más alto de las pizarras.

“<i>Admiro a los que triunfan en la vida, llegan adonde muy pocos pueden llegar, pero se mantienen firmes en su esencia</i>”.

Admiro a los que triunfan en la vida, llegan adonde muy pocos pueden llegar, pero se mantienen firmes en su esencia”.

“<i>Loffreda me enseñó, con ejemplos,  que si estoy convencido de algo lo lleve hasta el final, más allá de la presión, los nervios y la ansiedad</i>”.

Loffreda me enseñó, con ejemplos, que si estoy convencido de algo lo lleve hasta el final, más allá de la presión, los nervios y la ansiedad”.

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