Empezó a tomar clases a los 6 años. Más tarde comenzó a brindar su música en la vía pública por diversión y le encontró el gusto: "Conocer gente bonita es lo que más me gusta de tocar en la calle", dice el niño que deslumbra con su arte
Algunos lo llaman “el Messi del violín”. Otros, como Juan Carlos Baglietto (64) y Lito Vitale (58) –con quienes compartió el honor de tocar el Himno Nacional en el acto del 20 de Junio frente al Monumento a la Bandera (él en vivo, los otros músicos por streaming)– reconocen que tiene un don para la música. Dylan Villanueva (13) es el del medio de cinco hermanos. Le gusta jugar con los menores, Mateo (9) y Diego (7). Admira a los dos más grandes, Brian (22) y Soledad (18), la responsable de alguna manera de que él se haya dedicado a la música.
Los cinco viven con sus padres, Marcelo (44) y Soledad (40), en el barrio Nuevo Horizonte, a donde se mudaron luego de la gran inundación de Santa Fe en 2003. “Perdimos todo y tuvimos que empezar desde cero con nuestras vidas y la de nuestros entonces dos hijos”, recuerda Marcelo. “Éste es un plan de viviendas. Son casas precarias, pero tenemos un techo, que es lo que importa”, dice.
Dice que como muchos barrios puede ser tranquilo, aunque a veces “puede haber disparos y otras cuestiones. Creo que la mayoría de los barrios marginados son así”, dice. “Dylan es como nuestra llave mágica. A partir de su proyecto se nos abrieron muchas puertas”, asegura.
“La música empezó a gustarme cuando era chico. En mi casa siempre se escuchó música”, dice Dylan. Y sigue: “A los seis años comencé a estudiar violín en Somos Música. Mi hermana también toca ahí. La veía estudiar y me acercaba a ver cómo tocaba. Un día le pedí a mi mamá que me anotara, porque yo también quería aprender”.
El proyecto al que se refiere es un programa de orquestas infantiles de la Municipalidad de Santa Fe, que para este año tenía una matrícula de 250 niños y adolescentes. Aprendió violín, audioperceptiva y otros instrumentos en el marco de ese programa.
Su amor a la música excede las paredes del aula. Y hace un tiempo comenzó a tocar en la peatonal de Paraná, Entre Ríos. “Me habían invitado a un evento en el que conocí a un chelista, que se llama David Velazco y es artista callejero”, cuenta.
“Él me preguntó si quería acompañarlo a tocar ahí. Empecé yendo con él y con el tiempo le dije a mi papá que quería probar de ir solo, para ver cómo me iba. Me gusta hacer esto, porque veo la emoción de la gente al escucharme: oír sus aplausos y que me agradezcan”, dice.
Tiene un sinfín de grabaciones caseras hechas con él. Despacito era uno de los hits de la dupla. Fue viral la primera vez que Dylan lo compartió en sus redes y durante la cuarentena compartió diversas versiones del tema de Luis Fonsi.
“Conocer gente bonita es lo que más me gusta de tocar en la calle. Una vez pasó por ahí la mamá de un director que había en Somos Música. Frenó para escucharme y se quedó a saludarme. Fue un momento muy especial, porque le contó a él que me había visto”, relata.
De la peatonal al Monumento de la Bandera. Dylan extraña la peatonal. Y tocar para el público. Pero en medio de la pandemia, gracias a su talento recibió un regalo muy especial: la invitación a tocar el violín en el acto por el Día de la Bandera en Rosario. “Iba a tocar con Lito Vitale (58) y Juan Carlos Baglietto (64). Tuvimos un ensayo previo vía zoom para conocernos y que yo pudiera ver lo que tenía que hacer”.
Hace una pausa, se transporta a ese momento y sigue: “Me emocioné. Llegar a tocar con semejantes músicos fue algo muy hermoso. Mi papá me mostró música de ellos. Fue algo muy lindo. Ellos me habían mandado una partitura que estudié antes del encuentro”. Durante el ensayo le preguntaron si se animaba a sumar arreglos propios y Dylan contestó que sí, sin dudarlo.
“Todas las canciones son hermosas”, exclama, abierto a descubrir nuevos artistas y sorprenderse con nuevos acordes. Es consciente de que aún tiene mucho para aprender. Tal vez por eso se declara fanático de David Garrett. “Me encanta la rapidez que tiene para tocar. Siempre me levanto más temprano para poder ver en la televisión una obra que él hace. Es muy virtuoso para tocar el violín”, afirma.
Dice que en su vida no hace mucho aparte de tocar el violín, pero extraña encontrarse con sus amigos en la canchita del barrio para jugar un partido de fútbol. También añora las tardes en la peatonal. Hace unos días, después de mucho tiempo, lo invitaron a tocar en el merendero Manitos Unidas, que asiste a unos 300 chicos.
