«Siempre voy a estar orgulloso de haber vivido en Fuerte Apache» – GENTE Online
 

"Siempre voy a estar orgulloso de haber vivido en Fuerte Apache"

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"¿Si yo era pobre?... No (piensa unos segundos). Aunque en casa muchas veces pasábamos hambre, yo siempre me sentí rico. Porque pobre es el que tiene que rogar para
que lo pongan en un partido, el que pide la pelota y nunca se la pasan o el que tiene que ir ganando por goleada para animarse a tirar un sombrerito. Por todo eso, nunca fui pobre. Yo soy uno de los tantos pibes humildes que nació y se crió en Fuerte Apache
".

Los bermudas negros gastados con sus bolsillos repletos
de bolitas es la primera imagen que a muchos vecinos
del Nudo Uno del barrio de Ciudadela se le viene a la mente
cuando escuchan el nombre de Carlos Tevez (19). Y los
más memoriosos, esos que se enorgullecen de haberse
ensuciado las zapatillas agujereadas con el mismo barro,
dicen que la primera lechera, esa que después le sirvió de
punterita para sus futuras victorias, se la ganó al Narigón,
uno de sus amigos inseparables: "No había quién le ganara
-afirma el Chicho, una de las "víctimas" de aquellos partidos
de bolitas, y mientras mueve la cabeza para ambos
lados y aprieta los labios contra sus dientes tratando de
traer al presente las anécdotas de un pasado no muy lejano,
arremete-: Si Carlitos le apuntaba a la tuya, ya tenías
una bolita menos
". Al atardecer, cuando el sol se apagaba
por completo, las latas de durazno vacías de los Tevez eran
los cofres que guardaban el tesoro más preciado de Carlitos:
esas esferas de vidrio que al día siguiente serían exhibidas
como verdaderos trofeos de guerra en los patios
polvorientos de Fuerte Apache.

Pero una de esas tardes, en las que el chico de la sonrisa
fácil volvía a "desplumar" a sus amigos con su puntería,
ocurrió el milagro: "Vimos picar una pelotita de tenis y tuve
que correr para llegar primero
-recuerda hoy el delantero
de Boca-. Le tiré un doble caño al Chicho y al Narigón y un
sombrerito al Oscuro. Tenía 6 años, ese fue mi primer contacto
con una pelota y nunca más me separé de ella...
". Y la canchita de tierra del barrio -llena de vidrios y cascotes - fue la que tuvo el privilegio de ser el escenario de sus primeras gambetas. Y los arcos, sin redes y hechos con palos de madera, los que sufrieron sus primeros goles. Estrellas del Uno fue su primer equipo, el que dirigía su papá.
Ahí jugó hasta los 13 años: "Como los otros chicos eran más grandes, me tenía que poner dos canilleras, una adelante y otra atrás, para que no me lastimaran los gemelos.
Casi siempre jugábamos por plata. A la noche juntábamos todo lo ganado y nos cruzábamos al almacén para comprar pan y fiambre. ¡No sabés los sándwiches que nos armábamos!
", recuerda el pibe que el domingo recibió la mayor ovación en los festejos por la obtención de la Copa Libertadores. "En casa, muchas veces no había un plato de
comida en la mesa y teníamos que rebuscárnosla para que la panza no hiciera ruido. Eran épocas en las que mi viejo
no tenía changas como albañil y todos tratábamos de colaborar.
Por eso, cuando salía a la cancha, no me podía
equivocar. No sólo estaban en juego las cargadas con los
pibes del Nudo 6: el triunfo iba a servir para gambetear la
malaria, al menos por unas horas
".

Hoy, el chico que nació el 5 de febrero de 1984 en Ciudadela y dieciséis años de su vida los pasó en el Nudo Uno, el departamento L del primer piso de la Torre B de Barragán 214, pleno corazón del barrio Ejército de los Andes (más conocido como Fuerte Apache), dice que su presente se lo debe a sus padres. "Porque a mí, el hambre se me iba con un 'Te amo' de mi vieja o un 'Te quiero' de mi viejo. Verlos luchar para darnos
un poco de felicidad me empujó a ser lo que soy
".

Pero de la infancia de este petiso (1,70 metro), morrudo
(73 kilos), medio tímido, el mayor de los cinco hermanos del
matrimonio de Segundo Raimundo Tevez y Adriana Martínez,
le quedan otros dos recuerdos ingratos, además del
hambre y la pobreza. Una, la cicatriz que le recorre el
cuerpo desde la oreja derecha y que baja hasta el pecho.
"Mi vieja estaba tomando mate con mi tía. Yo gateaba en el piso y, no sé cómo, tiré la pava con agua hirviente. Me quemé todo". Y confiesa que le ofrecieron hacerse una cirugía plástica, pero no quiso. "Si me quieren es como soy o por
cómo trato a la gente; no me importa la belleza
". La otra
"herida de guerra" es un diente partido producto, de un cabezazo
de Luciana, la hermana de su actual novia, Micaela.
Tevez asegura que su padre fue uno de los que más le insistió
para que ingresara a las inferiores de All Boys. Y en
1998 le llegó la gran oportunidad: jugar en Boca, el equipo
de sus amores. Carlitos no dejó pasar la oportunidad, y en
sólo tres años se despachó con 72 goles en cuatro catego-
rías hasta que el 21 de octubre de 2001,
en Córdoba y ante Talleres, hizo su debut
en Primera: "Fue algo de lo que nunca me
voy a olvidar. Sentí que todo lo que había
aprendido en el barrio, lo podía volcar en
una cancha de verdad. Por eso siempre
voy a estar orgulloso de haber vivido en
Fuerte Apache
". La Copa Libertadores interrumpió
los estudios nocturnos en el
tercer año del Polimodal, con inclinación a
maestro mayor de obras, en el colegio
Jorge Newbery de José Ingenieros, pero
asegura que va a terminar la secundaria:
"Es una promesa que le hice a mi mamá y
la voy a cumplir
".

-Que tu primer título haya sido la
Copa Libertadores, ¿es tocar el cielo
con las manos?

-Seguro. No sabés cómo lloré en Brasil.
Me quería meter en la tribuna y abrazarlos
a cada uno de los hinchas. Después, en el
vestuario, Maradona me saludó por teléfono
y no lo podía creer. Yo, fanático de Boca,
consiguiendo el pentacampeonato.
Voy a comprarme los videos para revivir
ese momento y convencerme de que no es un sueño.

Con diecinueve años en sus anchas espaldas, ese chico de
bermudas negras con los bolsillos llenos de bolitas, hoy está en
boca de todos y hasta se habla de un inminente pase al fútbol alemán.
Porque cuando entra a una cancha, a fuerza de garra, talento
y coraje, hace que la pelota parezca diminuta. Tan chiquitita como
aquella de tenis que una tarde de otoño cayó del cielo y picó
tímidamente en el Nudo Uno de Fuerte Apache.

Domingo, 19:36 horas, Carlos Tevez pisa el césped de la Bombonera y recibe
la mayor ovación de la tarde. Se asegura que el poderosísimo Bayern Munich
quiere llevárselo a Alemania.

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la mayor ovación de la tarde. Se asegura que el poderosísimo Bayern Munich
quiere llevárselo a Alemania.

En el estadio Morumbí, con la medalla en el pecho, le ofrenda la Copa a la tribuna que alentó sin parar.

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