La piropean más las mujeres que los hombres, algo que no suele ocurrir en nuestra tierra. El género opuesto la contempla en silencio, mientras sus pares le hacen saber su opinión sin recelos: “Sos perfecta”. Luisana Lopilato (24) sonríe con una inocencia que da una impresión de humildad. Tal vez sea ésa la clave de su carisma. La escena transcurre en el balneario marplatense de Personal Beach Peralta Ramos. La actriz casada con el canadiense más famoso de la Argentina –no son muchos los nativos de esas latitudes conocidos por aquí– visita La Feliz por unas horas. Su excusa será presentar su nuevo emprendimiento, Luisana en casa. Mis comidas favoritas, el libro de cocina que salió a la venta editado por Atlántida. Al sentarnos a hablar lo primero que hará será aclarar, con esa sonrisa que suaviza todas sus frases: “No pretendo ser Narda Lepes ni entrometerme en su trabajo”. Por eso mismo, la charla no será sólo sobre temas culinarios. La ex Rebelde Way contará sobre los gajes de su matrimonio con Bublé (36), con quien el próximo 2 de abril festejará su primer aniversario. Hablará de las costumbres de su pareja, los métodos de convivencia y la clave para no perder las riendas de la relación: “Todo es comunicación”. A continuación, los secretos de cocina y de alcoba, según Luisana.
–¿Cómo surgió la idea del libro?
–Me llegó como una propuesta, y me interesó justamente porque no es un libro donde me vas a ver cocinando. Es algo más testimonial, historias que me fueron pasando con amigos, con mi familia y con mi pareja, siempre relacionadas con la cocina. Vengo de una familia italiana, eso sí, y lo que se hereda no se hurta.
–¿Con amigas qué cocinás?
–Es complicado. Las chicas siempre me hacen comer y tomar mal. No estoy acostumbrada. Ellas toman fernet a lo loco, pero yo no lo puedo bajar. Por lo general elijo alguna copita de vino syrah. El problema es que siempre quieren que tome un poco más...
–Si tuvieras que volver a seducir a tu marido, ¿qué le cocinarías?
–¡El asado al horno con papas de mamá! Mi meta es llegar a cocinar algo con ese nivel de calidad. Y de postre, uno infalible: una base de dulce de leche, otra de merengue, otra de galletitas Oreo, otra de bananas, otra de crema y una de frutillas. Lo ponés en el freezer, lo sacás... ¡y ya está enamorado de nuevo!
–Pasemos a tu trabajo. ¿Qué se siente volver a grabar en Pol-ka?
–Voy a trabajar en Lobo, con Gonzalo Heredia y Vanesa González. La verdad es que tenía muchas ganas de volver a grabar en el país, y con un grupo de trabajo que siempre saca lo mejor de uno. Me hacen sentir muy cómoda.
–¿Cómo va a ser el sistema de convivencia durante las grabaciones?
–Tres semanas acá y una allá. Cada uno tiene que ceder un poco; es la única manera.
–Imagino que todo el mundo les debe preguntar para cuándo el embarazo. Yo te pregunto si tienen pensados los nombres.
–Sí, sí, siempre. Pero olvidate de que te los diga (risas). Se develarán en su momento.
–¿Cómo son esas charlas de pareja?
–Es comunicación. Me parece que ésa es la base de toda pareja. Si decís lo que te pasa, y viceversa, se hace todo mucho más fácil, porque no tenés que andar adivinando qué le pasa al otro. Hay que charlar y no guardarse las cosas. Cuando guardás empieza a aparecer el resentimiento, y después se hace difícil sacarlo.
–¿Qué es lo más difícil?
–El problema es que nosotras, las mujeres, tenemos momentos en que realmente nos ponemos más sensibles. Y por ahí, una respuesta que nunca hubiese generado ningún problema, ese día te llegó tan mal que no entendés por qué te contestó así. Y es un drama.
–¿Sos un poquito hincha, si se permite la expresión?
–¿Qué me querés decir? Ja, soy como cualquier mujer. Yo hablo con mis amigas y ellas tienen exactamente el mismo problema.
–Se ponen de acuerdo.
–Sí... Igual tengo amigos hombres, eh, y les cuento mis problemas. En realidad les pregunto, a ver qué piensan. Pero siempre me quedo con lo que dicen mis amigas.
–¿Qué costumbres extrañas tienen los canadienses?
–¿Sabés que son muy parecidos a los argentinos? Siempre están contentos, de buen humor. Se juntan a comer, salen, se llaman, hacen deporte. Son muy argentos.
–¿El hockey sobre hielo es para ellos como el fútbol para nosotros?
–Totalmente. Cuando estamos allá, Mike siempre se va a jugar al hockey con los amigos, como acá cuando juegan al fútbol. La única diferencia es que él se tiene que llevar un equipazo muy pesado al hombro.
–¿Cuándo se va a jugar se apaga el teléfono?
–No, no, no... El teléfono siempre se atiende. Tanto él como yo. Eso no puede cambiar, porque los dos sabemos que vivimos y trabajamos con el celular en el bolsillo las 24 horas. Si no puedo, le aviso. “Mike, voy a estar en el cine”, o lo que fuese.
–¿En tu casa se juega a la PlayStation?
–Sí, a Michael le encanta. Yo también juego. Pero me gana a todo. Nos matamos pero no hay caso: es mucho mejor que yo.
–¿Se puede decir que sos un estereotipo del ama de casa moderna?
–Sí. Me encanta cocinar cuando hay tiempo, cuando tengo ganas o cuando viene gente. Ya no existe eso de que la mujer es una esclava de la cocina. Ahora, o se disfruta o no se hace.
–¿Es machista Mike?
–Es el hombre menos machista que conocí en mi vida. Es más, es muy feminista: defiende siempre los razonamientos de la mujer. Es el único varón de su familia, y eso es lo más lindo que tiene: sabe cómo tratar a las mujeres.
–¿Cómo resumirías el primer año de casados?
–Todo positivo. Los dos siempre decimos que desde que estamos casados mejoramos mucho la relación. El enamoramiento es diferente, claro. Sobre todo en nuestro caso. El hecho de estar separados una o dos semanas al mes te hace extrañarlo mucho más. Bueno, ahora lo extraño... 
Fueron apenas 5 horas en Mar del Plata. Un mitin para la prensa, fotos exclusivas para GENTE y una charla que dejó en claro que Luisana es un ama de casa moderna.
“Mike es el hombre menos machista que conocí. Es más, es muy feminista. Defiende siempre los razonamientos de la mujer. Es el único varón de su familia, y sabe muy bien cómo tratar a las mujeres”
La autora del libro nos da algunas de sus recomendaciones.
–¿Un postre?
–Flan con dulce de leche, obvio.
–¿Un trago?
–La caipiroska de maracuyá. Es ése, ya está.
–¿Una especia?
–El romero. Da buen gusto y buen aroma.
–¿Un secreto que se pueda develar?
–Cuando corto la cebolla le saco el corazón, para que no me haga llorar.
