“Si tuviera diez centímetros más no me pararía nadie” – GENTE Online
 

“Si tuviera diez centímetros más no me pararía nadie”

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Los estadounidenses que juegan al baseball tienen una frase: “You’re up at bat”. Es decir, que te toca pegarle a la pelotita y meter el tanto. Ahora, el bate le cayó a Tomás de Adrogué, con Dolores como hermana y PH en el Bajo Belgrano, que tiene 24, mide 1.60, está intentando cortarla con el tabaco, toca con su banda de rocanrol y se armó en ocho años una carrera actoral con muchos hits que dieron números gordos en las planillas de rating. El duelo es Mosca & Smith en el Once, jueves, a las 23, por Telefe. Su primer protagónico, al lado de Fabián Vena.

Tomás casualmente es Smith. Pablo Rago también lo fue, pero se tuvo que bajar de la tira: otros compromisos. Por ende, aquí viene Fonzi. Y le salió bien. Un policía funky, jovencito, medio tarambana, primo lejano del Smith anterior, que murió en una vendetta turbia. Tomás llega tarde a la cita. Es un bar medio raro, pero con impronta de fino. Atrás hay una informal Junta de Directorio. Al lado, un tipo toma whisky, aunque sean las 11 de la mañana. Tomás va a decir que con las chicas no es ningún winner, aunque estuvo de novio con Daniela Herrero, después con Juanita Viale y ahora –por tercera vez en la vida– con Leticia, una chica de la cual lo único que se sabe es que estudia Bellas Artes. Esa es la idea de Tomás: que de él sólo sepas o veas lo que él te permita. Es cuestión de vulnerabilidad.

–Bueno, el “nuevo” Smith ya entró en acción. ¿Qué te dijo la calle, o vos mismo?
–Mirá, esta semana no estuve mucho por la calle. Tampoco lo analicé mucho. En estos momentos de estreno siempre me guardo más. Soy medio inseguro.

–¿Inseguridad después de ocho años de carrera? ¿En serio me estás hablando?
–Sí, chabón. Es lo último que se me va a ir, es lo último que se pierde. Y te rompe mucho. Pero tuve devoluciones de gente cercana a mí, y la verdad que bien, muy bien.

–Si hacemos memoria, mal no anduviste: jamás una experiencia loser. En cine, Una noche con Sabrina Love, Nueve reinas o Kamchatka. En tele, Verano del ’98, Costumbres argentinas, Los Roldán, entre otras. Y lo único que hiciste en teatro fue La tempestad –la pieza más singular de Shakespeare– ¡y con Alfredo Alcón! Nunca un mal rating o una idea floja.
–Podemos decir que nunca tuve un fracaso rotundo. Siempre tuve la oportunidad de elegir, de pasar por otras disciplinas… No es que sólo hice tele. Y eso es algo que me hizo más fuerte. Igual, estoy lejos de ese gran objetivo como actor. Ojo, tengo la seguridad de ocho años de laburo, de saber para qué sirvo y para qué soy deficiente. La inseguridad, realmente, no viene por mí. Viene de algo más artístico, de tener la capacidad de encarnar genuinamente a alguien, a otra persona.

–Todavía muchos piensan en vos como un galancito. ¿Temés que el rótulo te entierre? Es decir, algún día vas a tener 40…
–¡Ojalá siga siendo un galancito a los 40! Sería genial, ¡ja, ja, ja! Pero la gente ya no se come tanto la fantasía. El rótulo no tiene tanto peso. Medio que ya pasó. Además, como te decía, hice un popurrí de cosas. No es que tenga que remontar un prejuicio.

–Y del pibe de 17 de Adrogué, que no era ningún galancito de tele, ¿qué quedó?
–Un montón, que me ayuda a definir quién soy. Antes me veía en la tele y decía: “¡Faaaa, loco!”. No por subirme al caballo ¡sino porque no podía creer dónde estaba! Qué sé yo… salir en cuero y mostrando panza en la tapa de GENTE… Ahora me hago mucho más cargo. Soy, si querés, un personaje público. Lo que no significa que mi vida privada sea pública. Eso no lo acepto.

–Implica una cierta vulnerabilidad.
–Lógico. Me siento así si tengo la carne al aire, si estoy expuesto para todos. Por eso me preservo.

–Bueno, más íntimo que esto, imposible: ¿seguís sin usar calzoncillos?
–¡Ja, ja, ja! ¡Eso lo dije una vez y se acuerdan! La verdad, cada tanto no me pongo. Qué sé yo, ando más fresco. Pero no es un hábito.

–Tenías una banda.
–La tengo. Mono Tremendo se llama, con base en Adrogué. Toco la viola, es corte rock and roll de los 70’, medio Stones.

–Irás este febrero a ver a los Rolling a River, supongo.
–¡Uff! ¡Obvio! Volviendo a lo de la banda, por suerte mi laburo es otro. Puedo dedicarle tiempo. Vamos de gira por el interior. Es como un hobby copado.

–¿Querés un pucho?
–Te agarro, pero no debería. Estoy tratando de largar. Ahora estoy a diez por día. No me cabe ni un poco. Es lo más estúpido que puedo hacer. Me viene de ansioso.

–Si dejás de fumar, ya que estamos, terminás la secundaria y todo cierra.
–Debo Matemáticas de 5º y 4º, Biología y Literatura. Antes me pesaba, ahora no. ¿Sabés qué? Calculo que algún día las daré. Seguro, algo voy a estudiar.

–Volviste a actuar con tu hermana en Soy tu fan. No lo hacías desde Verano del ’98…
–Estuvo genial. Y sentí una diferencia. Pasaron años para los dos. Me copó sentir mi crecimiento y el de ella. Para mí, Dolores es un gran referente. Confío mucho en su criterio. Los consejos de hermana mayor los acepto sin drama.

–¿Y con Fabián Vena? ¿Cómo es la química?
–La mejor. Me apoyó mucho en esto de buscar el personaje, de entrar en la tira después de la salida de Pablo. Se puso todas las pilas conmigo.

–Entre petisos no se pisarán el poncho, calculo.
–Mi actitud es de no pisar ponchos nunca. Y con lo de la altura, jamás fue un trauma para mí. No me importa ni ahí. Pero si tuviera diez centímetros más no me pararía nadie.

–Antes que alto, imagináte viejo.
–¡Es que me es imposible! No puedo visualizar qué c… me va a pasar en febrero siquiera. Yo dejo que las cosas sucedan. Voy haciendo fuerza para donde quiero ir. Cuando mi hermana me llevó sin decirme al casting de la película de Dibu, yo quería ser veterinario. Así que hacéte una idea…

–O que siga la fiesta forever. Como se dice en Bariloche: “¡Que no se corte!”
–¡Claro! ¡Tal cual!

–Entonces, viaje de egresados: hablemos del tuyo.
–Fue en Bariloche, bien tirabolas. Apenas llegamos, nos metimos en el primer bar que vimos, que al rato no podía más de pibes borrachísimos.

–Si vas virgen, la idea es no volver como tal.
–Yo no tuve un viaje muy sexual. Es más, te digo: empecé a salir de noche, y al toque empecé a laburar en la tele. Siempre fui muy tímido, rezagado. De chico, con las minas, dormía muchísimo, ¡y sigo durmiendo! Bah, esto de la tele…

–Tomás, ese cuento ya es viejo.
–¡Pero es cierto, loco! ¡La tele seduce!

–Cuando salías con Juanita Viale, tenías una cámara en tu puerta todos los días. ¿Cómo se lleva?
–Me sorprendió, no estaba listo. Por primera vez la noticia era mi vida y no mi laburo. No me gustó en lo más mínimo. Una vez, cuando hacía Costumbres argentinas, tenía un móvil con Rial y le dije que todo el acoso no me cabía nada. Y el tipo se la bancó. Pero la prensa no jodió mi relación con Juanita.

–Ahora tenés vida y departamento de soltero.
–Un PH de tres ambientes, con patio chiquito, muy lindo, acá cerca.

–¿Inodoro tapado, calzones sin lavar, heladera desierta?
–¡Ja! La típica: todo sucio, la heladera con dos birras y una mermelada. Tengo épocas así. Dos veces por semana viene la señora Susana a limpiar, cocino carne al horno, que me sale muy bien. Nada de tirar una salchicha y listo. Lo disfruto mucho. Y te aclaro: vivo solo, pero no estoy soltero.

–Lo sé, tenés novia, Leticia, que estudia Bellas Artes.
–Es la tercera vez que estamos, y es una mina divina. Ahora lo encaramos diferente. Ya habíamos salido cuando yo tenía 18 y 19. La vorágine mía medio que nos había separado. Ahora va mejor. Es otra madurez la que tengo.

–Por primera vez en tu carrera, con Mosca & Smith y junto a Vena, sos protagonista. ¿Sentís otra presión? ¿Estás pendiente del rating?
–No me importa, ni me hago cargo. Bah, en realidad sí. Si fracaso, bueno, nada es tan rotundo. Siempre puedo remontar.

–A propósito, te veo medio funky: anteojos de hace 35 años, remera al tono. Digamos que absorbiste al personaje.
–¡Ja, ja, ja! Es que soy un clásico.

–Pero más rockero.
–¡Eso! ¡Ahí va! Un clásico rockero.

Con ustedes, el nuevo Smith, un policía jovencito y medio catrasca, con <i>look</i> de tenista justiciero para cargarse a cualquier maleante. Fonzi, bien metido en el papel.

Con ustedes, el nuevo Smith, un policía jovencito y medio catrasca, con look de tenista justiciero para cargarse a cualquier maleante. Fonzi, bien metido en el papel.

La química con Vena, dice Tomás, fue instantánea: “<i>Me apoyó mucho en esto de  buscar el personaje. Se puso todas las pilas conmigo</i>”. Primero, en un <i>break</i> de  la grabación. Después, listos para combatir el crimen entre los colectivos de  <i>Plaza Miserere</i>, pleno Once.

La química con Vena, dice Tomás, fue instantánea: “Me apoyó mucho en esto de buscar el personaje. Se puso todas las pilas conmigo”. Primero, en un break de la grabación. Después, listos para combatir el crimen entre los colectivos de Plaza Miserere, pleno Once.

“<i>Comencé a salir de noche, y al toque empecé a laburar en tele. Siempre fui muy tímido. De chico, con las minas, dormía muchísimo, ¡y sigo durmiendo! Bah, esto de la tele… ¡Es cierto, loco! ¡La tele seduce!</i>”

Comencé a salir de noche, y al toque empecé a laburar en tele. Siempre fui muy tímido. De chico, con las minas, dormía muchísimo, ¡y sigo durmiendo! Bah, esto de la tele… ¡Es cierto, loco! ¡La tele seduce!

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