Buenos días. Yessica de Ituzaingó.
Empieza así. Y es justo que empiece así. No importa -ni le importa a ella- que con tan sólo dieciocho años sea una de las mejores chicas Dotto, la cara de marcas como Wanama o que haya trotado por toda Latinoamérica a lomo de pasarela y producción fotográfica. Ella es -y quiere seguir siendo- Yessica de Ituzaingó, zona oeste del Gran Buenos Aires. Lo cual, según ella, es algo así como: "trabajar de modelo, y vivir una vida normal".
-¿Y qué implica esa vida normal?
-Fácil. Buena onda con el almacenero, y comer los domingos con la familia. La última vez, mamá amasó una pizza riquísima.
Para la hija de Alberto y Beatriz, y la menor de cuatro hermanos, hay en el barrio un mundo que es chiquito y suyo. Pero fue todo un poco meteórico para ella, desde su título de Mejor Pasarela en aquel Scouting 2001 de Dotto Models. Ahora, el barrio -o la Argentina-, ya le quedan chicos. Entonces, es ir al exterior: "Ya lo decidí. El año que viene, a Milán o París. Es cuestión de arriesgarse. Yo apunto a hacer buena plata. Me quiero quedar unos meses. Pero quiero volver. No es tan fácil estar lejos". Ella dice que si jamás se hubiese subido a todo esto de ser modelo "estaría laburando en una zapatería, como cualquier chica, con un sueldo básico. Hacer lo que hago es una bendición". Y también, es augurio. Pancho Dotto la pregona como la próxima Dolores Barreiro, lo cual a Yessica le encanta ya que, dice ella, Dolores hizo una carrera bárbara, y pasa el tiempo y sigue siendo la mejor.
Hace dos años y cuatro meses que tiene novio. Es Luciano, un pibe de 19, que vive a un par de cuadras de su casa, que toca la guitarra, y que hasta hace no mucho le gustaba el heavy metal.
-Ahora, es lícito pensar que podrías salir con un pibe de 19 con mucha plata. O con un empresario que peina canas.
-¿Con un empresario? ¡Que horror! Me quedo con Luciano, que es como mi cable a tierra. Cuando vuelvo de Punta del Este, con el verano y las producciones a cuestas, todo es flash flash flash. Lo veo a él, y me baja los decibeles.
Entonces, novio del barrio. Y unos cuantos hijos en carpeta: "Quiero tener, ponele, de tres a cinco". Claro. A una chica de dieciocho, y de Ituzaingó, le pasan esas cosas por la cabeza.
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Y más precisamente, desde Ituzaingó. ¿Medidas? 85-62-91. Hacer lo que hace, dice, "es una bendición".
¿Salir con un empresario? ¡Qué horror! Me quedo con mi novio, que vive en mi barrio, y es como mi cable a tierra. Lo veo a él, y me baja los decibeles"">
"¿Salir con un empresario? ¡Qué horror! Me quedo con mi novio, que vive en mi barrio, y es como mi cable a tierra. Lo veo a él, y me baja los decibeles"