Es la argentina que deslumbró a Mick Jagger. Se llama Luli Fernández, tiene 18 años, pertenece al staff de García Navarro Models y fue tapa de GENTE en las ondas del verano 2006. Dicen que el líder de los Stones quedó impactado con su belleza, frescura y simpatía. Hoy, ella confía que hay un antes y un después de Jagger en su vida.
–¿Es la novia argentina de Mick Jagger?
–No, no soy la novia. Me hice muy amiga de él, nada más. Soy una auténtica chica stone.
–Pero parece que él quedó subyugado ante usted. ¿Me cuenta, por favor?
–Yo soy muy amiga de Nacho Viale, y su tío (Federico Gastaldi) es muy amigo de Mick. Cuando me enteré de que venían –como soy fanática de los Rolling Stones– le dije que me llevara a la primera fila del recital. El martes a la tarde me llamó y me invitó al cóctel que se hacía para 20 personas en la Mansión del hotel Four Seasons después del show. Cuando lo vi entrar fue alucinante. No lo podía creer. Pero fue re-paradójico, porque muy pocos invitados hablaban inglés. Se sentaba un ratito, pero nadie podía mantener una conversación con él. Hasta que llegó a la última mesa, que era la mía. Se me sentó al lado y yo pensé: “Esta es la mía. Le voy a preguntar todo lo que los fanáticos queremos saber, si sigue sintiendo cosquillitas antes de cada recital y un montón de cosas más…”
–¿Y qué le dijo?
–Que cuando le deje de pasar, abandona. También le pregunté si sigue disfrutando de las fiestas. Me dijo que en realidad eso es parte del show, y que cada lugar es único.
–Yo estaba ahí el martes en que se conocieron: estuvo toda la noche al lado suyo.
–Sí, por ahí se iba, pero siempre volvía. Yo me miraba con Romina (por Gaetani) y le decía: “No lo puedo creer”. Me contó de los hijos, de la gira, que se iban a México, después a Los Angeles, Nueva York, Europa, Japón. Al segundo que empezás a hablar con él te olvidás de que es Mick Jagger. Es sumamente simple, humilde y, a la vez, muy interesante. Tiene tanta vida encima que lo único que yo quería era aprender.
–¿Qué le contó de sus hijos?
–Que tiene siete. Me contó que el de 20 años lo acompañó a Hong Kong y que viven todos en diferentes lugares del mundo, pero que cada vez que puede los ve y los disfruta muchísimo.
–¿Cómo siguió la aventura?
–El miércoles, Juan Navarro hizo un almuerzo en su casa y Nacho me volvió a invitar.
–Ah, Jagger no la invitó.
–No, Mick me invitó a la comida del miércoles a la noche. En el almuerzo, me separó a un costado y me invitó a la Mansión, a una comida muy íntima. No lo podía creer. El corazón casi se me sale del cuerpo.
–¿Y cuántas chicas más había?
–No, yo era la única. Me invitó sólo a mí.
–¡Qué privilegio! ¿Y le hubiera gustado ser su novia?
–No, no me atrae por ese lado. Lo mío con Jagger fue admiración. Pero por la persona que él me mostró. Yo se lo dije el día anterior a su partida. A mí me impactó mucho más el Jagger-persona que el de arriba del escenario. Yo no sé con qué intención fueron las otras chicas a las fiestas. Yo fui a admirarlo. Y en realidad pegó buena onda conmigo. Y además no me hago cargo de lo que quieren las demás. Para mí fue un flash.
–Cuénteme: ¿qué pasó el miércoles a la noche?
–Pensé que íbamos a ser 20 personas, pero cuando llegué y vi que éramos sólo siete no lo podía creer. Y cuando le preguntaron cómo íbamos a sentarnos a la mesa, Mick dijo que sólo quería que yo estuviera a su lado.
–¿Le hizo alguna propuesta íntima?
–Nunca. Es un lord, es un señor, y siempre fue consciente de que yo tengo sólo 18 años. Le conté cosas muy personales y sentí que a él le interesaban. Fuimos cómplices en todo, pero no desde el lado de lo sexual. Es muy lindo poder decir eso cuando se debe haber acostado con todas las mujeres que quiso, acá en la Argentina.
–¿Y ahora cómo va a hacer con los hombres?
–Ese es el problema. Nada va a ser igual. Si Jagger tuviera 30 años menos, me caso. El por ejemplo no escucha rock & roll. Escucha Black Eyed Peas, le gusta mucho la música india, la música clásica…
–¿Subió a su suite?
–Fuimos todos a comer el postre ahí. Pero al ratito nos fuimos, porque al día siguiente tocaba. Pasé por su cuarto cuando quise ir al baño. El baño estaba lleno de frascos con vitaminas de todo tipo.
–¿No sintió que toda esa situación la obligaba a pasar la noche ahí?
–No. Confié en él, plenamente. En ningún momento me insinuó nada. Fue otro tipo de relación la que establecí con Mick. Me uní mucho a él sin tener sexo.
–Hasta que llegamos a la fiesta del jueves.
–Sí. Fue mucho más multitudinaria. Estaban Diego Maradona, Charly García… Cuando me despedí de Mick me emocioné mucho. Me va a quedar grabado en el corazón para siempre. Le dije que me había olvidado de que era Mick Jagger, que siempre había sido un caballero, un lord. Y te voy a contar algo que no debería… El habla poco español, pero me dijo: “Acá hay mucho barato”, por las chicas que había. Yo le dije: “Bueno, es tu última noche en Buenos Aires”. Y él me contestó que ya no le gustaba todo eso y que se daba cuenta de qué clase de persona era yo.
–¿Le tiró un piquito?
–No. Nunca intentó nada. Por más que fuera Mick Jagger, es un hombre que podría ser mi abuelo. La verdad es que eso no me seduce para nada. Es muy inteligente. Tiene tanto tacto que no se puede creer.
–¿Es antes y después de Jagger en su vida?
–Sí. Nunca conocí a nadie tan educado, caballero y agradecido. Fue una experiencia única, y sé que con todo esto me arriesgo a que digan cualquier cosa. Pero no me importa. Yo sé lo que pasó.
Luli dice que es la fan número uno de la banda inglesa. Sólo soñaba con ver el recital desde la primera fila, pero pasó tres días junto a Jagger.
Con Mick, la noche en que se conocieron.
“Al segundo que empezás a hablar con él, te olvidás de que es Mick Jagger. Es sumamente simple, humilde y, a la vez, muy interesante.”
