“Si hay algo que no concibo en la vida es la soledad” – GENTE Online
 

“Si hay algo que no concibo en la vida es la soledad”

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Cuenta la historia que a principios de los años 70’, cuando tenía 14 años, Ricardo Montaner –por entonces conocido como Héctor Reglero Montaner– era baterista de un grupo de rock de Maracaibo, llamado Scala. El joven –bien de barrio, nacido en Valentín Alsina–, se había mudado a Venezuela a los siete años con sus padres y su hermana. Por entonces escuchaba Led Zeppelin y Carlos Santana y empezaba a dejarse influir por los ritmos del Caribe venezolano. De baterista pasó a ser el intérprete de la banda y comenzó a cambiarles las letras a las canciones rockeras, para poder tocarlas en las iglesias.

Con el tiempo, el ritmo se transformó en pop y el vocalista dejó su carrera de periodista para transformarse en cantautor melódico, uno de los más exitosos del continente, que hoy, a sus 50 años, lleva vendidos más de 25 millones de discos. Radicado en Miami desde 2001, hace 15 años que abrazó el evangelismo como forma de vida, tiene dos fundaciones –Hijos del Sol y La Ventana de los Cielos– desde las cuales promueve proyectos en beneficio de la niñez, y fue nombrado Embajador de Buena Voluntad por UNICEF. Antes de presentarse en el estadio de Vélez Sársfield, el 6 de diciembre, se prestó de muy buen humor al diálogo con GENTE, custodiado por dos de sus cinco hijos, Ricky (17) y Mauri (14).

–Trajiste a tus chicos a la gira, y tu esposa, Marlene, trabaja con vos en las fundaciones y en tus videos. ¿Qué lugar ocupa la familia en tu carrera, Ricardo?
–Es que no soporto la soledad, no la admito, me golpea mucho. No la concibo en mi vida. La única soledad que tolero es cuando voy a escribir una canción y, obviamente, cuando quiero estar con Dios. Ahora mismo, con mis hijos estamos nostálgicos porque Marlene se tuvo que quedar en Miami. Nosotros hacemos todo en familia. Desde un viaje de vacaciones a una gira.

–¿Cómo nació esa relación con Dios y qué influencia tuvo en tu carrera?
–De chico era católico, como todo el mundo. Llegaba a mi casa y le prendía una vela a cada santo: el del trabajo, el de la salud, el de conquistar a la muchacha… y de pronto me di cuenta de que podía acortar caminos. Si conozco al presidente de la compañía, ¿para qué voy a hablar con el portero? He cambiado mucho desde que estoy con Dios. Antes era primero yo, después yo y más tarde yo. Ahora la vida tiene otro sentido. Por suerte tengo una esposa que me acompaña en ese proyecto y formamos una familia cristiana.

–También hacés un trabajo social muy fuerte desde tus dos fundaciones, en beneficio de la niñez…
–Es un compromiso, es mi ministerio. Mi familia le sirve a Dios a través de la fundación. Que sea famoso, obviamente, ayuda a abrir puertas, a que un primer mandatario te atienda y le puedas dar un mensaje.

–En Miami trabajás con muchos niños de origen latino. ¿Cómo ves la situación de esa comunidad en los Estados Unidos?
–Los Estados Unidos viven la consecuencia de lo que nuestros gobiernos han hecho en la gente. Uno no emigra por gusto, sino por necesidades, para buscar una mejor oportunidad. Allí hay 42 millones de latinos ya, y ellos reaccionan fuerte frente a eso… tal vez de la manera menos conveniente. Cuando nosotros recibimos a los millones de españoles que vinieron a América, lo hicimos sin celo. Allá tienen un poco más de celo, son más quisquillosos.

–¿Y los norteamericanos reciben bien la música latina?
–El americano ha aprendido a convivir con esa música. Ya no existe la música americana pura: está fusionada con el elemento latino.

–En tu casa de Miami, ¿qué música suena?
–Yo escucho cualquier cosa, igual un disco de tango que un vallenato. Rock también, pero me incliné al rock en español. Desde que vino Santana y le dio un viraje tropical, el rock se amplió mucho. Me gusta mucho Soda Stereo y sigo siendo un gran seguidor de Fito Páez: creo que es un extraterrestre. Y como en casa vivimos muchos, tengo que escuchar la música que escuchan los demás. Así que si mis hijos escuchan The Killers, yo escucho The Killers.

–Hagamos un ping pong de cantantes hispanoamericanos: Juanes.
–Escucho a todos. Juanes es una especie de puño de agua fresca, es como quitarle un poco la corbata a la música. Al mismo tiempo, su obra tiene un contenido social muy importante.

–Alejandro Sanz.
–Me encanta. Es quizá el poeta o cantautor más cercano a mi corazón. Maneja la lírica de una manera excepcional y emana esa nostalgia andaluza que le da algo diferentísimo a todo lo que hay.

–Ricardo Arjona.
–Un tremendo cantautor.

–Y vos, Ricardo, ¿a qué le escribís y le cantás?
–A lo cotidiano, sin rebuscármela demasiado con el idioma para dármelas de poeta estudiado. Con un idioma simple trato de reproducir en mis letras lo que a un hombre le gusta decirle a una mujer y lo que a una mujer le gusta que le digan.

–¿A tu mujer la conquistaste con la música?
–Uh… No sé. Habría que preguntarle a ella. Ahora que lo dices, me llama la atención.

–¿Te pide que le cantes?
–Me pide poco que le cante, porque siempre estoy cantando. Es más factible que me pida que me calle.

–Sos hincha de Independiente y muy futbolero. Hace dos años estuviste en el programa de Diego Maradona. ¿Cómo nació tu relación con él?
–Lo conocí en 1991, cuando Marcelo Tinelli hacía Ritmo de la noche. Yo estaba cantando y Diego apareció ahí con Claudia, vestido en short y chancletas y se sentó debajo de una cámara a ver el show. Después me dijo que era fan de mi música, y ahí me volví loco… Mis hijos me empezaron a respetar, a tomar en cuenta. Dijeron: “Ah... Papá es amigo de Maradona; entonces es un tipo grosso” (risas).

–En la trayectoria de todo artista hay altibajos. ¿Creés que hubo algún momento de bajón en tu carrera?
–No diría que hay bajones, sino momentos menos altos, que son de crecimiento. Esas ondulaciones hay que prorratearlas, hacer un resultado promedio. En mi carrera tuve una vida de intensidad y de trabajo y he preferido mantenerme entre los veinte a ser el número uno por cuatro días. Tiene que ver con la forma en que yo encaro la vida: trato de sacarle un provecho positivo a cada momento. Eso me ayuda a crecer y ser feliz. Yo practico la felicidad, es un lema de vida.

–¿Cómo te sentís al tener tanto éxito ininterrumpido en la Argentina, siendo tu país de nacimiento?
–La Argentina y yo tenemos una correspondencia extraordinaria. Y ha sido un público que jamás me dejó esperando. Hoy me sorprendí mucho, porque en el hotel en el que estoy había unas niñas de 15 o 16 años y, como allí se aloja también The Police, pensé: “Será que vienen por ellos”. Y no, resulta que venían por mí.

–O sea que, como dice Mirtha Legrand, el público se renueva…
–Sí, es algo que no entiendo. Pero prefiero no ponerme a estudiar el tema, ¿no? Siempre que vengo a la Argentina tengo buenas noticias.n

Montaner tiene un fuerte compromiso solidario. Está a la cabeza de dos fundaciones –Hijos del Sol y La Ventana de los Cielos–, ambas en beneficio de la niñez.

Montaner tiene un fuerte compromiso solidario. Está a la cabeza de dos fundaciones –Hijos del Sol y La Ventana de los Cielos–, ambas en beneficio de la niñez.

“<i>Los Estados Unidos viven la consecuencia de lo que nuestros gobiernos han hecho en la gente. Uno no emigra por gusto hacia allí, sino por necesidades</i>”.

Los Estados Unidos viven la consecuencia de lo que nuestros gobiernos han hecho en la gente. Uno no emigra por gusto hacia allí, sino por necesidades”.

“<i>Mi mujer me pide poco  que le cante, porque siempre lo estoy haciendo. Es más factible que me pida que me calle</i>”.

Mi mujer me pide poco que le cante, porque siempre lo estoy haciendo. Es más factible que me pida que me calle”.

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