“Si hago fotos en bikini, papá me mata” – GENTE Online
 

“Si hago fotos en bikini, papá me mata”

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La carrera de Paulina como modelo empezó de casualidad. Una tarde decidió acompañar a Laura Laprida y Sonia Zavaleta, sus dos primas, a una sesión de fotos para una campaña gráfica. Ella no estaba en el programa, pero cuando la vieron los dueños de la agencia Elencos quedaron deslumbrados. Al día siguiente –tenía 18 años– firmó su primer contrato. Hoy, las marcas más importantes quieren que la hija de María Laura, una de las Trillizas de Oro, y Ernesto Trotz, polista de alto handicap, sea la cara de sus productos. Ahora trabaja para la agencia Chekka Buenos Aires.

Paulina nació en los Estados Unidos hace 20 años. Tiene ojos de fuego celeste y rostro de ángel adolescente. Es muy pudorosa, o muy obediente: “No, fotos en bikini no. Si me pongo bikini papá me mata”, elude. Asegura que su sueño es triunfar como cantante y terminar su carrera: “Hasta el año pasado, agarraba mi guitarra y salía a recorrer barcitos para tocar”, cuenta. Cree que ya tiene edad para comenzar a abrirse paso sola, así que se anotó en la Universidad de Buenos Aires, y comenzó a estudiar Biología Marina: “Tenía ganas de salir de una vida bastante cerrada. Quería poner los pies sobre la tierra y vivir en serio. Meterme en la UBA era un desafío para ver ‘cuán normal soy’”, comenta entre risas la chica que en algún momento vincularon con el príncipe William, el hijo de Lady Di y el príncipe Carlos. De vacaciones en Mar del Plata junto a su familia, Paulina habla sobre una vida, la suya, que se parece a la que podría tener cualquier princesa.

–Recién me contabas que te anotaste en la UBA para ver “cuán normal sos”. ¿Qué significa eso?
–Que siempre sentí que por ser la hija de un polista, o la hija de una de las Trillizas, todos pensaban que mi vida era fácil. Además, fui a colegios privados, vivo en un barrio cerrado, cosas de las que quiero despegar para abrir más mi cabeza.

–¿Tu vida no fue sencilla?
–Mamá intentó que fuera lo más normal posible. Pero el hecho de vivir afuera tanto tiempo… Por ejemplo, si vos me preguntás por mis compañeros de quinto grado de la Argentina, no recuerdo a ninguno.

–¿Cómo fue vivir una infancia donde pasabas más tiempo en un avión que en un pelotero?
–Linda, pero… Acompañábamos a papá y estábamos cuatro meses viviendo en los Estados Unidos, el mismo tiempo en Europa y el resto en la Argentina. Me acuerdo que un día me senté con mamá y le pregunté: “¿En qué país está nuestra verdadera casa?”. Ahí fue cuando decidieron que papá empezara a viajar solo. Pero dentro de lo anormal de esa vida salimos bastante normales (risas).

–¿Por qué decís “anormal”?
–Soy consciente de que es un lujo viajar por todo el mundo, un privilegio que no todos pueden tener. Pero papá y mamá nos pusieron los límites necesarios para que no termináramos siendo un desastre.

–¿Qué tipo de límites?
–Bueno, no era que vivíamos cuatro meses en Europa, salíamos todos los días a comprar cosas, gastábamos fortunas en un shopping y nos dábamos la gran vida... No... Teníamos obligaciones. Tanto yo como mis dos hermanos, Bárbara (21) y Ernesto (17), nos levantábamos a la mañana, desayunábamos y nos poníamos a estudiar. De lunes a viernes no salíamos y sólo los fines de semana podíamos ver a nuestros amigos, siempre y cuando nos dieran permiso.

–Dentro de unos meses tu hermana Bárbara se va a casar con un polista. ¿Ese es el destino de las mujeres de tu familia?
–No, no… (piensa unos segundos). En realidad no sé… Creo que no. No es algo que está impuesto por tradición. Mi hermana conoció a su novio cuando tenía 16 años, y él todavía no jugaba. Creo que fue pura casualidad.

–¿Y vos estás de novia?
–No tengo novio porque ¡tampoco tengo tiempo! (se ríe y aclara que ésa es la típica respuesta de las solteronas). No sé… ya va a venir.

–Pero imagino que alguna vez…
–No. Estoy sola y nunca tuve novio. Todo el mundo me pregunta “¿pero por qué?” . Y la verdad, no sé qué contestarles.

–En un momento se dijo que eras la novia del príncipe William…
–Sí, en junio se van a cumplir cuatro años de esa historia. Y la verdad, todo fue una gran mentira. Hice mi primera tapa de revista gracias a ese invento. De entrada me divirtió, pero después el tema se puso un poco denso. Fue sólo una foto en un partido de polo. Cuando viajaba a Inglaterra me movía en un grupo divertido de amigos, y esos chicos son amigos del príncipe. Coincidimos, nos sacaron una foto e inventaron todo.

–¿Y tus familiares y amigos qué te dijeron?
–Se mataron de risa. Fue todo muy cómico. Porque inventaron que habíamos compartido una cena juntos, en un restaurante de Windsor a la luz de las velas, y que la reina había llamado a mis padres. A veces los periodistas tienen mucha imaginación.

–¿Después de eso te quedó algún apodo o sobrenombre? ¿Por ejemplo, en los mensajes de texto a tu celular, alguien te llama princesita?
–Ja, ja, ja. A ninguno se le ocurrió, pero está muy bueno. Igual te digo, prefiero ser una gran cantante antes que una princesa. Me gusta ganarme la vida. Y eso no lo cambio por nada.

Es idéntica a su madre, la trilliza María Emilia, cuando tenía veinte años. Paulina también quiere cantar: ya recorrió bares con su guitarra al hombro.

Es idéntica a su madre, la trilliza María Emilia, cuando tenía veinte años. Paulina también quiere cantar: ya recorrió bares con su guitarra al hombro.

Vivió en los Estados Unidos, Europa y Buenos Aires, “cuatro meses en cada lugar”. Pero ahora es modelo, estudia en la UBA y quiere triunfar como cantante.

Vivió en los Estados Unidos, Europa y Buenos Aires, “cuatro meses en cada lugar”. Pero ahora es modelo, estudia en la UBA y quiere triunfar como cantante.

“<i>Tenía ganas de salir de una vida bastante cerrada. Quería poner los pies sobre la tierra y vivir en serio. Meterme en la UBA para estudiar Biología Marina era un desafío, para ver ‘cuán normal soy’</i>”.

Tenía ganas de salir de una vida bastante cerrada. Quería poner los pies sobre la tierra y vivir en serio. Meterme en la UBA para estudiar Biología Marina era un desafío, para ver ‘cuán normal soy’”.

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