“Si fuera juez en la Argentina, lo primero que haría sería… renunciar” – GENTE Online
 

“Si fuera juez en la Argentina, lo primero que haría sería... renunciar”

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Terrible. Lo peor, cuando uno se enferma, es comprender que las cosas siguen saliendo igual. Pero, por favor, no se lo cuentes a nadie”, pide, sabiendo que no le vamos a cumplir, Jorge Ariel Guinzburg (58, Buenos Aires, padre de Soledad, 31; Malena, 29; Sacha, 19 y Ian, 17), desde su camarín, el número 6, en el subsuelo de Canal Trece. Y, de entrada nomás, se disculpa apenas escucha sonar su telefonito plateado. Atiende y nos deja treinta y cuatro segundos para reflexionar: se enfermó, paró –una situación inédita en él (lo mismo que su andar cansino y su charla serena e informal de cincuenta minutos, tras la nota, memorando anécdotas, viajes, ¡reconociendo las bondades de una siestita en la tarde!). Despide al interlocutor, frota una toallita de papel alrededor de su rostro, abre un sobre de edulcorante, lo vacía en el cortado y aguarda, distendido, las preguntas.

–Vinimos para tocar varios temas, y jamás imaginamos que lo descubriríamos tan relajado. Tampoco parece casual el ringtone de Misión imposible de su celular. Sorprenderlo en un estado desacelerado siempre ha sido una misión imposible.
–(Risas) Verdad. Sucede que, si bien suelo cuidarme del frío, porque desde chico me aquejan problemas bronquiales, sufrí una neumonía sin darme cuenta. Eso me llevó, las últimas dos semanas, a conducir de 9:30 a 13 y volverme a casa, a mi hornito de Belgrano. Además, ando tomando corticoides e inyectándome antibióticos, que me planchan. Me perdí el espectáculo de Liza Minelli, una cena benéfica y el Salón Internacional del Automóvil. Ni siquiera pude ir a las funciones de mi music hall (Planeta Show) en el teatro Liceo. Espero poder concurrir en julio a la avant première de El Arca, la película animada de Juan Pablo Buscarini en la que le pongo la voz al codicioso mercader Farfán.

–¿Y qué hace Guinzburg cuando no hace nada?
–O hace poco. Estos quince días aproveché para adelantar mi nueva columna dominguera de Clarín, que se llama Pura coincidencia. Además, llevo al papel ciertas ideas relacionadas al cine –un área que todavía no toqué en serio– y sueño, aparte, con generar una propuesta vinculada al olvidado humor político. Después, le saco el jugo a mi escritorio. Allí tomo bastante agua y tés saborizados, que me encantan. Adoro el lugar. Gran biblioteca, escritorio acogedor, mi colección de mil plumas estilográficas, equipo de audio en el que pongo música variada, computadora en la que tecleo y también sintonizo programas nacionales y estadounidenses. De acá me maravillan TVR y Fútbol de Primera. Y, perdón, no puedo dejar de incluir Mañanas informales. Te informa, emociona, divierte. Un orgullo.

–Juéguese: ¿Bailando por un sueño o los Gran Hermano?
–Se trata de dos propuestas bien distintas. Plantear Bailando… como un reality resulta injusto para ShowMatch. Gran Hermano sí lo es. Así que, no se ofendan, pero le noto los hilos hasta en la elección de la gente que se va.

–Habla de gente que se va, y su novedad se llama Latin American Idol, donde debutará el 13 de junio a las 21.30. ¿Ser jurado allí es como serlo de ShowMatch pero a nivel internacional? ¿Usted será el Graciela Alfano, el Jorge Lafauci, el Moria Casán o el Gerardo Sofovich de la segunda temporada del programa de Sony?
–No me planteé un personaje, ni parecerme a nadie. Como este año había un jurado de cada país, me consultaron si quería representar al mío, y me gustó la propuesta. Si fuera juez en la Argentina, lo primero que haría sería… renunciar. Pero como se trataba de una opción piola y divertida, acepté. Me considero un tronco cantando. Pasa que tengo oído. Algunos que vienen son vergonzosos. O gente a la que un pariente malo convenció de que sabe cantar. Hay quienes irritan por su postura y hay quienes te generan ternura. Disfruté decidiendo.

–Decidir, un verbo corto y a la vez decisivo y fundamental en la carrera de cualquiera. ¿De qué manera decide los caminos a tomar Guinzburg, uno de los periodistas más creíbles y a la vez más divertidos del país?
–Desde mi debut, el 1º de septiembre de 1971, decido en base a la honestidad de criterio. La credibilidad nace ahí. La mejor manera de quedar mal con todo el mundo es ser un periodista independiente. Digo y escribo lo que pienso, sin especular sobre qué opinarán los involucrados. Aunque invitar a algunas figuras de la política en un período electoral constituya una fuente de ingresos para muchos, nadie podrá nunca incluirme en semejante lista. Para el caso, Lía Méndez, del Partido Humanista: únicamente pasó por nuestro ciclo. Ojo, también tuve suerte en mi carrera. En el 83 era director creativo en una agencia de publicidad. Iban a asociarme. Resolví renunciar. La familia pensó: “¡Qué tarado!”. Y acerté. Con mejor o peor rating, a partir de aquella época siempre pude plasmar mis iniciativas. Repito, tuve suerte.

–¿Qué errores admite?
–Difícil. Uno cercano, haber ido a la última entrega de los Martín Fierro, tras la muerte de Marito Mazzone. Así como el día siguiente a su fallecimiento resolvimos no salir al aire, me arrepentí de haber asistido. Estuve amargadísimo. Cuando emitieron las imágenes de “Los que se fueron de gira” y lo incluyeron, nadie del equipo pudo contenerse. Me apenan los amigos fumadores que partieron por cáncer de pulmón: Adolfo Castelo, Martha Merkin, Carlitos Abrevaya, un cuarto que zafó peleándola a través de la quimioterapia, Mario... Odio el cigarrillo. Me parece estúpido fumar. Me enoja. Yo no fumo… y rodé un comercial de fasos. Otra decisión de la que me arrepiento. No lo repetiría así me dieran diez palos verdes. Una adicción espantosa.

–¿Cuáles son sus adicciones? Una, el trabajo, ¿no?
–Mirá, si llamás adicción a laburar para permanecer ocupado, no me consideraría un adicto. Si llamás adicción a tratar de concretar proyectos que se me ocurren, soy un adicto.

–¿Al dinero?
–Cero. Me considero poco ahorrativo. Gasté la mayor parte de la plata que gané en viajes.

–¿Fanático de la coquetería, del dolce far niente?
–Cuando saqué mi libreta de enrolamiento, a los 18, medía 1,59… parado (se tienta). Y a la fecha, crecí un par de centímetros o me consumí un par. Respecto al peso, a los 23 rondaba los 59, y en la actualidad supero los 70 kilos. Claro que empecé a cuidarme. Los placeres vienen del lado de un vinito tinto piola y una rica comida. Y acompañado. Nada hago solo. En la adolescencia, sí, ahora no. Hasta a votar voy acompañado.

–¿Sabe a quién elegirá durante el ballottage para jefe de Gobierno?
–Seguro. Y me reservo la respuesta.

–¿Debería debatir Mauricio Macri?
–Nunca sobra plantear opciones, cotejar. Igual, no comparto que de un lado se encuentren los puros y del otro, los impuros. No hay candidato que no luzca alguna palomita en su calzoncillo.

–¿Para Presidente?
–Hmmm. No sé cuáles son finalmente las propuestas.

–¿Votó a Néstor Kirchner en 2003?
–Sí, y no sé si reincidiría. Hay aspectos interesantes de su gestión y otros que no. Destaco los números de crecimiento, la disminución de la pobreza, una Corte independiente... Me preocupa la arista patotera, los aspectos autoritarios, que me hayan robado varias veces –incluso un par de semanas atrás, en la calle–, la exclusión social y que el Banco Central posea el récord de reservas al mismo tiempo que no andan los radares, no existe control en los alimentos y no se cuida al ciudadano.

–Ultima y cerramos: ¿cuál es la mejor decisión que tomó a nivel personal para mantener en pie una relación matrimonial de dos décadas?
–Una decisión mutua, te completaría. Porque el secreto es que ninguno de los dos siente que, haga lo que haga, para el otro va a estar bien. No es que seamos incondicionales. Intentamos seducirnos a diario.

–¿Fidelidad incluida? ¿Ha sido fiel con Andrea (Stivel, 44), al menos hasta lo que recuerda?
–Hace veinte años que soy fiel.
Birrete, martillo, toga, peluca, y el periodista, conductor, guionista y productor en postura desafiante. El miércoles debutará en Sony Entertainment Television.

Birrete, martillo, toga, peluca, y el periodista, conductor, guionista y productor en postura desafiante. El miércoles debutará en Sony Entertainment Television.

Sentado en su silloncito de Mañanas informales, Guinzburg maneja el control remoto mientras aparece junto al boricua Gustavo Sánchez, la mexicana Mimí Hernández y el cubano Jon Secada, sus compañeros a la hora de dar un veredicto.

Sentado en su silloncito de Mañanas informales, Guinzburg maneja el control remoto mientras aparece junto al boricua Gustavo Sánchez, la mexicana Mimí Hernández y el cubano Jon Secada, sus compañeros a la hora de dar un veredicto.

“<i>Desde mis inicios en 1971 decido en base a la honestidad. La credibilidad nace ahí. La mejor manera de quedar mal con todo el mundo es ser un periodista independiente. Digo y escribo lo que pienso, sin especular sobre qué opinarán los involucrados</i>.”

Desde mis inicios en 1971 decido en base a la honestidad. La credibilidad nace ahí. La mejor manera de quedar mal con todo el mundo es ser un periodista independiente. Digo y escribo lo que pienso, sin especular sobre qué opinarán los involucrados.”

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