“Si el rating no caminaba, hoy estaríamos vendiendo churros en Tanzania” – GENTE Online
 

“Si el rating no caminaba, hoy estaríamos vendiendo churros en Tanzania”

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Y... ? ¿Cuándo vuelve MDQ?”. No hay turista ni marplatense que cruce a Eugenio (47) y Sebastián Culini (35) Weinbaum y se resista a preguntarles por el retorno de uno de los programas más originales de la tevé made in Argentina. Pacientes, cuentan que ya tienen grabados 13 capítulos, pero que mientras Hombre al agua –la apuesta del 13 para los lunes a las 23.45– siga navegando con éxito bajo la conducción de ellos, los viajes deberán esperar. “Aunque la vuelta no pasa de abril o mayo”, alientan los hermanos. La otra consecuencia del inesperado suceso, que promedió 19,2 puntos de rating en sus primeras cinco ediciones, es que pasan la mayor parte de la semana en un parque acuático en Benavídez, donde graban las proezas (y los porrazos) de los participantes. Y cuando regresan a Mar del Plata, su lugar después de tantas millas acumuladas, se refugian en la familia.

Los Weinbaum son multitud: al mando de los siete hermanos, por supuesto, está mamá Herminia (77), que también será de la partida en la edición 2009 de MDQ; y se sumaron, por el lado de Eugenio, su mujer, Andrea, y sus tres hijos (Simón Matías, 10, Tomás Lorenzo, 4, y Milo –homenaje a su papá– Rafael, de 6 meses); y Culini, en pareja con Georgina desde hace dos años, espera un varón que desde hace cinco meses vive en la panza de su mujer, a quien piensa bautizar como Rayo. Por supuesto, tiene a toda la familia en contra.

Ahora guardan por un rato la motito de 50cc y el skate impulsado con un motor de bordeadora con que surcan las calles del barrio, y en la casona de la calle Rivas al 3300 –histórico centro de operaciones de MDQ– se larga la charla. “Estamos contentos, porque no esperábamos tanto. ¡Nos decían que si hacíamos entre 6 y 8 puntos éramos Gardel! Y teníamos un poco de miedo, porque Hombre al agua sólo se había probado en los Estados Unidos y no sabíamos si acá iba a funcionar”, arranca Eugenio, y encuentra la complicidad de su hermano Culini: “¡Y para ver si pegaba, nos llamaron a nosotros, dos pueblerinos! Hoy el rating dice que la cosa camina, pero si hubiera sido al revés, estaríamos vendiendo churros en Tanzania”.

–¿Cómo les llegó esta propuesta?
Eugenio: Nos convocó Endemol y nos mostró el programa que se hacía en Estados Unidos. Ahí les dijimos: “No lo hacemos. No nos importa la plata que nos den”. Y eso que nunca nos sobró el dinero.

–Pero ahora les va bien...
Eugenio: Sí, pero venimos de una familia muy, pero muy humilde. De chicos, nuestras primeras zapatillas fueron dos cartones atados con hilos. Y en un momento, vivíamos todos en un departamento de un ambiente. ¡Dormíamos de a cuatro sobre un colchón!
Culini: Cuando dijimos que no, nos propusieron que nosotros, en ese parque extremo, el más peligroso del mundo, hiciéramos todos los cambios que creíamos necesarios.

–¿Qué cambiaron ustedes?
Eugenio: Acá, por ejemplo, nosotros estamos al lado de los participantes, no mirando todo en un plasma, como en los Estados Unidos. Y se nos ocurrió que vinieran familiares para alentarlos y, por qué no, sufrir con ellos...
Culini: Y si bien tuvimos experiencias terribles, donde hubo participantes que se lastimaron feo, aprendimos a reírnos con la gente.

–¿Qué fue lo peor que pasó?
Eugenio: Uno se cortó los ligamentos y otro se sacó el hombro. Ese día paramos la grabación, porque en el lugar hay sólo dos ambulancias.
Culini: Y algo que nos dio más confianza fue que, cuando sucedió eso en el segundo capítulo, se vieron los golpes, pero a nadie se le ocurrió mostrar el morbo, los ligamentos colgando.

–¿Y pudieron probar los juegos?
Eugenio: Te imaginás que no pudimos resistir la tentación.
Culini: La producción no quería arriesgarnos, pero una tarde, con 38 grados de calor, nos escapamos y nos subimos. ¡No sabés los golpes que nos pegamos! Cuando nos descubrieron nos querían matar.

–¿Quién dio la mejor vuelta?
Culini: ¡Me extraña la pregunta! Yo, por supuesto...

–Ya dijeron que entre abril y mayo piensan volver con su programa insignia, MDQ por el mundo. ¿Qué será lo más extremo que verá la gente en la próxima temporada?
Eugenio: En los trece capítulos habrá cosas que les van a volar la cabeza. Por ejemplo, el capítulo del Amazonas ecuatoriano, donde en la tribu de los jíbaros nos mostraron cómo reducían tres cabezas, dos de enemigos y una de un turista que pasaba por ahí. ¡Es tremenda!
Culini: O el día que surfeamos la Pororoca en el Amazonas, un tsunami que se produce una vez al año, cuando suben las mareas y las aguas del océano Atlántico se mezclan con las del río. ¡Ahí sí pensé que nos moríamos ahogados, o que nos comía cualquiera de los 200 cocodrilos, pirañas y serpientes que nadaban al lado nuestro!
Eugenio: En China presenciamos el ritual más extremo del planeta. La gente, en trance, camina por las brasas, se clava hachas en el cuerpo o se perfora la cara con agujas, llaves francesas, espadas, lo que sea…
Culini: Para poder presenciarlo tuvimos que ser bendecidos poniendo la cabeza debajo de una bandera china, mientras un tipo sostenía encima una espada. Si no nos aprobaban, nos degollaban. Por las dudas, lo mandé primero a Eugenio. ¡Si lo ensartaban a él, yo salía corriendo! Eugenio pilotea la motito que usa con su hijo Simón para ir a comprar el pan. Atrás, Culini se anima a todo: “¿Y si intentamos saltar a la ruta?”. ¡Agárrense!

Eugenio pilotea la motito que usa con su hijo Simón para ir a comprar el pan. Atrás, Culini se anima a todo: “¿Y si intentamos saltar a la ruta?”. ¡Agárrense!

“La producción  no quería arriesgarnos, pero una tarde, con  38 grados de calor, nos escapamos y nos subimos a los juegos del programa. ¡No sabés los golpes que nos pegamos! Cuando nos descubrieron nos querían matar...”)

“La producción no quería arriesgarnos, pero una tarde, con 38 grados de calor, nos escapamos y nos subimos a los juegos del programa. ¡No sabés los golpes que nos pegamos! Cuando nos descubrieron nos querían matar...”)

“En el Amazonas ecuatoriano, los jíbaros nos mostraron cómo reducían tres cabezas, dos de enemigos y una de un turista que pasaba por ahí. ¡Fue tremendo...!”

“En el Amazonas ecuatoriano, los jíbaros nos mostraron cómo reducían tres cabezas, dos de enemigos y una de un turista que pasaba por ahí. ¡Fue tremendo...!”

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