“Sentí miedo: mi hijo me atacó con un cuchillo; parecía Rambo” – GENTE Online
 

“Sentí miedo: mi hijo me atacó con un cuchillo; parecía Rambo”

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Ahora está en su mundo: su departamento de tres ambientes con balcón a la calle Coronel Díaz, decorado por él mismo de manera muy particular. A puro aerosol, digamos. El living tiene alfombra roja, “como la que merecen las stars”, bromea Charly García (55), desde la cocina, ordenada y limpia, pero repleta de inscripciones Say No More. Uno de los cuartos está destinado a acumular instrumentos, discos, compactos, radiograbadores, parlantes… Se destaca un placard con la ropa y el calzado del ídolo, que en su parte superior nos muestra un detalle más que terrenal de García: el clásico arbolito de Navidad. ¿Se lo imagina decorándolo? Pasamos por el baño para llegar a su dormitorio: el inodoro luce reluciente, pero pintado multicolor, claro. Y a pocos pasos aparece él, y dice: “Anduve por los Estados Unidos, por Texas. Andrew Loog Oldham me convocó a una especie de convención de rock. Estaba Pete Townshend, guitarrista de The Who, presentando su nuevo grupo. El sabe que soy su fan a muerte. Cuando lo esc89uché sentí que estaba cantando para mí, para mi disco, Kill Gil, que voy a presentar en el Obelisco, como me lo propuso Palito Ortega”, comenta.

Son las siete de la tarde del viernes. Luce camisa y pantalón negro y está sentado sobre su cama, acariciando un teclado. Sonríe, aunque cuando cuenta que hace poco más de quince días su hijo lo agredió cuchillo en mano se pone serio. La discusión volvió a repetirse el último domingo a la 1 de la mañana. Parece que Migue (29) violentó la puerta del departamento de su padre, pelearon a trompadas, y el muchacho terminó con un corte en la frente y en el Hospital Rivadavia, donde le suturaron la herida. Finalmente García llamó a la policía y un patrullero de la comisaría 21 tomó intervención. Pero ahora Charly quiere charlar de su viaje a Texas. Más tarde volveremos al incidente familiar...

Texas es un lugar donde se toma mucho whisky y nada más que whisky. Le dan como loco. Recuerdo que al final, Oldham me dijo que Pete le preguntó si era el famoso Charly García. Andrew quiere que hagamos algo juntos. Después pasé un pequeño problemita en el vip: me quedé dormido, me llevaron, y cuando desperté me preguntaron en qué mes estábamos. Les salí con que era julio, pero era marzo”.

–¿Es cierto que quedó internado?
–Estaba un poco ebrio. Entonces me llevaron a una especie de NASA hospitalaria, siempre de muy buenos modos y en forma cordial. Por eso a través de estas páginas quiero mandarles un saludo a los diplomáticos que estuvieron conmigo, al dueño del hotel donde paré –que ni se mosqueó porque le rompí unos vidrios–, a los muchachos de la NASA. Yo le llamo así al Memory Hospital de Houston, donde hicieron un trabajo muy piola. Cuando me quise acordar, ya tenía toda la sangre limpita. Me hicieron todos los exámenes posibles y después me preguntaron: “¿Querés, ya que estás acá, que tu sangre sea más linda?”. Por eso ahora me siento Pocahontas, una virgencita. Me hicieron un lavado general por dentro, y como me empezaba a sentir mejor, no pregunté mucho.

–Digamos que revolucionó el sanatorio, Charly.
–Lo más me ocurrió cuando una enfermera se bajó su bombachita y me la dio para cambiarla por mi calzoncillito, que estaba ensangrentado por los análisis. Me pareció muy de playboy, muy Texas; me encantó. Intercambiamos ropas íntimas, je. Fue una experiencia saludable, y eso en mí es decir mucho. No es todo: cuando estaba en la camilla me preguntaron por mis cicatrices en los brazos. Contesté con chistes. Fui por el lado de Marilyn Manson, pero no lo agarraron. Así que les dije que había estudiado tatuaje por correspondencia. Eso lo compraron y se c… de risa.

–¿Tuvo tiempo para disfrutar de la ciudad o se la pasó reponiéndose en la clínica?
–Estuve una semana paseando y tres o cuatro días descansando en el hospital, donde comí unos ravioles espectaculares. Me pusieron esta pulsera que dice: “Alerta, alérgico”, aunque para mí significa “Alérgico al alerta”. Después me fui, y cuando llegué a la Argentina me divirtió mucho escuchar que Keith Richards se había snifado al padre. Yo tengo miedo de que me snife mi hijo, je...

–A propósito, ¿cómo está con Migue, su hijo? Porque se dijo que estaban peleados, que usted le quiso vender su departamento, y que hasta lo boicoteó con el sello Emi, donde grabó su primer disco.
–La verdad es que Emi no me preguntó si quería que mi niño estuviera ahí. Me parece que mi hijo se la creyó demasiado, y que es parte de una generación de seres para los cuales la fama es una cosa que se puede adquirir vía tele. Se confundió un poquito…

–¿Y usted se enojó por eso?
–No, se enojó él... La verdad es que si digo que no pasó nada, es mentira. Pasó algo, y me asusté. Porque en mi cabeza no cabe pegarle a un padre. Se puede tenerle bronca, odio o lo que sea, pero no llegar a la agresión. ¿Cómo te lo explico? Fue como un videogame. Parecía Rambo. Está apañado por los que dicen: “Pobrecito, es difícil ser el hijo de Charly García”. Cosas que no son ciertas. Para mí es lo máximo, no una carga. Porque él nació en la época de paz y amor y le dimos eso a full. No nació alejado del padre y de la madre. Siempre hizo lo que quiso. Me parece que me mintió un poco con las faltas en la escuela y se le nota la falta de educación.

–Usted dijo dos cosas: “Por primera vez sentí miedo”. Y “Mi hijo parecía Rambo”. ¿Lo puede aclarar?
–Si te tira la puerta abajo un tipo con un cuchillo cuando estás con los ojos semicerrados, cualquiera te va a parecer Rambo. Es difícil pelearte con tu hijo. Además, no me gustó toda la telecomedia que hizo con eso de que se iba a casar. Menos mal que no se casó. No soy abuelo, me salvé…

–Dijo: “Menos mal que no se casó y no soy abuelo”. ¿No le gustaria serlo?
–Escucháme: si Migue tenía hijos, más que una familia iba a ser un ejército, que me vendría a ver armado con cuchillos… No sé, nunca conocí a la que iba a ser su mujer. No me la presentó, es muy reservado. Perdónenlo, ya se le va a pasar. Hablé con la mamá (María Rosa Yorio) y le pregunté: “¿Nosotros somos los padres de este monstruo?”. Le dije que se quedara tranquila, que es un chico limpio, y que el cuchillo que usa para visitarme, oxidado no va a estar.

–¿Y siguieron discutiendo?
–Y, mirá qué cómico: cuando llegué de Texas discutí bastante, y entonces vi las pastillitas que me habían dado allá. Como me habían hecho sentir tan bien, tan relajado, pensé que eran homeopáticas y me tomé un par. ¡Para qué! Me convertí en Marilyn Monroe: sentía que soñaba despierto, que iba a Júpiter a buscar a mi hijo, me c… de risa. Pero cuidado, que yo nunca fui un hollywodense farmaceútico como mi amiga Anna Nicole Smith. Cuando se dijo que estuve internado acá, hace poco, fue por este error mío de las pastillitas que me dieron los hermanos americanos. Ahora estoy pipí cucú. Volví a casa después de deambular por varios hoteles a causa de la pelea con mi nene...

–¿Cómo vive el difícil momento que está atravesando Diego Maradona con su salud?
–Los escorpianos estamos condenados al renacimiento constante. Creo que sería bueno que le expliquen lo que le están haciendo, para ver si él está de acuerdo. A mí en los Estados Unidos me explicaban y me consultaban todo. “¿Señor, le ponemos un poquito de potasio?”. “Dale, echále nomás”, respondía yo. Le recomiendo a Diego el lugar al que fui. Ya está, nos vamos a Texas juntos y después a Cuba. Y cambiamos cowboys por jineteras.

–¿No cree que a veces ambos tiran demasiado de la cuerda con relación a los excesos?
–Los dos somos tenaces. Es un problema que todo lo que nos gusta a Diego y a mí engorde, esté prohibido o nos mande al hospital. Pero va a salir, tiene mucha fuerza.

–¿A veces le generan miedo sus propios excesos? ¿Nunca dice: “Voy a parar un poco”? ¿No teme a la muerte?
–Mirá: después de tirarte de nueve pisos, miedo le tenés a pocas cosas. Uno sabe lo que le pasa, se puede hacer el bol… pero sabe. Yo estoy bárbaro, pero sé que eso no me da permiso para zafarme. ¿Y de la muerte qué te puedo decir? No le tengo miedo. Quiero 15 años más de supervida. A la parca la veo lejana, no la registro. Digamos que varias veces me le c… de risa...

García en su bunker, como a él le gusta, descalzo sobre la alfombra roja y guitarra en mano. De fondo, todo tipo de inscripciones y hasta párrafos de sus canciones.

García en su bunker, como a él le gusta, descalzo sobre la alfombra roja y guitarra en mano. De fondo, todo tipo de inscripciones y hasta párrafos de sus canciones.

En uno de los cuartos, el ídolo tiene prolijamente guardadas sus ropas, su calzado, y por qué no, el clásico árbol de Navidad.

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