«Sé que seduzco, pero no sé cómo lo hago» – GENTE Online
 

"Sé que seduzco, pero no sé cómo lo hago"

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La casa tiene un living sencillo, una cocina breve, un jardincito prolijo y modesto. Hay como una austeridad de las formas que contrasta con el destello rubio de aparente niña rica en expansión mediática. Rocío Guirao Díaz tiene 19 años, cara de angelito y plena conciencia de su cara de angelito. Va por algo que ella aún no tiene del todo claro: la popularidad, una carrera en el exterior, el modelaje, la fama que da el modelaje, veremos. Aún no ha dicho que quiere conducir un programa para niños, pero paciencia.

-¿Qué hay allá adelante para vos, qué te gustaría que hubiese?
-Vivir afuera, trabajar en Europa o Nueva York, donde hay miles de modelos, pero las miles tienen trabajo. Quisiera irme de este país tan inseguro, quisiera salir a la calle y caminar sin miedo.

En una presentación formal, el dato se tomaría unas líneas para aparecer, pero Guirao (¿cómo llamarla? ¿Guirao? ¿Rocío? ¿Díaz?) lo introduce de entrada. Hace menos de un año, mientras iba, en zona norte, manejando el Mercedes Benz de su ex novio, un grupo de hombres intentó secuestrarla. Le pusieron el auto al lado, quisieron detenerla, dispararon sobre el chasis y sobre ella misma cuando finalmente escapó. "Fue el hecho más traumático de mi vida", dice.

-Un rubia con aspecto frágil sobre un Mercedes por las calles de zona norte fue toda una presa, al parecer.
-Era un Mercedes de los viejos.

Rocío dice que no lo pensó, que le salió apretar el acelerador, que un impulso que vino desde el fondo de sí misma le ordenó huir, y huyó, huyó sin parar hasta que se dio cuenta de que había llegado al barrio de Belgrano, ya en la Capital. Entonces llamó a su madre. "Ella me decía que volviera a casa y yo no quería saber nada con ir para esa zona, estaba aterrada. No he podido volver a salir sola y sentirme tranquila", recuerda. La ráfaga de balas dejó su surco sobre la chapa del Mercedes. Guirao remata: "Mientras huía me buscaba la sangre, pensé que me habían dado. Tuve suerte".

Los años felices. Iba al Mallinckrodt Rocío, un exclusivo colegio de sólo niñas que las monjas de la orden de la Beata Madre Paulina von Mallinckrodt regentean en la zona norte. Allí conoció las primeras amistades, que le duraron -ella lo jura- hasta que una larga lista de comerciales de TV la empezó a tener como protagonista. "Empecé a sentir que hablaban detrás de mí, que me criticaban y que ni siquiera mis amigas más amigas me eran del todo leales. Imaginate, éramos así de pocas y de repente había una que aparecía en la tele… no me lo banqué y me fui".

-Te envidiaban.

-Sí, creo que sí.

-¿Y te sentís envidiable?
-Tuve mucha suerte. El día que llevé mi book a Dotto Models me hicieron un contrato enseguida, pero si sos amiga de verdad no te puede molestar eso, todo lo contrario, te tiene que alegrar.

-¿Qué ves en el espejo cuando te ves?
-Sé que seduzco, pero no sé cómo. No sé por dónde pasa esa atracción. Mi cara, mi sonrisa, creo que va por ahí, pero tampoco estoy muy segura de eso.

Hay algo de tono adolescente que se resiste a irse en la voz y las maneras de Guirao Díaz. Una cosa medio aniñada que tal vez, lejos de ser un
residuo tardío de su período Hello Kitty, la favorezca decididamente. Después de todo, lolita no se es, lolita se aparenta.

Cuando salió del secundario, sin un rumbo académico definido, comenzó a estudiar Hotelería. No sabemos si la cadena Guirao Díaz Resorts existirá alguna vez, por el momento, por más título que ostente, su rumbo marcha hacia otra parte.

Rocío es hija única. Nunca hermano, es decir, nunca una sombra. Creció en el centro de todas las expectativas familiares. Ella lo agradece: "Disfruté y sigo disfrutando mucho de ser hija única. Mis padres sólo se ocuparon de mí, y cuando mi papá estuvo enfermo y debió quedarse en casa, yo sola me ocupé de él, no lo tuve que compartir con nadie. Para mí, no hubo nada mejor".

El cuarto de Guirao Díaz es una pieza ocupada casi en su totalidad por el rectángulo de su cama. Un cobertor estampado en tréboles y vaquitas de San Antonio, sobre el que descansa un cerdito de peluche, resalta en medio del espacio breve. En las paredes hay gráficas publicitarias con fotos ajenas y propias. En un viejo aviso de This Week se la ve a Rocío, una sonrisa todo aparatos de ortodoncia, el pelo castaño y largo. En los estantes, los chirimbolos adolescentes se apilan: frascos de perfume a medio vaciar, polvos, carilinas. En un rincón, su guitarra criolla. "Me encantan los temas de Shakira", dice.

-¿Vos tocás?

-Sí.

-¿Y cantás?
-Un poco.

Amaga Rocío: toma la guitarra, la coloca sobre sus piernas, pero apenas la foto se dispara vuelve a soltarla. Rocío no va a cantar esta tarde.
Lucas y Jack, sus perros (uno Yorkshire, el otro un Dogo argentino) se la pasan yendo de la cama al living. En medio de un casa ordenada, las mascotas son el barullo necesario.

La info básica dice: que Rocío mide 1,67 m., que 85-58-90 son los valores que determinan su cuerpo, que apuesta a una sonrisa luminosa y que en poco tiempo llegó a ser la imagen de Paula Cahen D'Anvers. Llegó a eso que muchos llaman la fama y ahora está viendo cómo aprende a llevarse con ella. "El otro día había cuatro fotógrafos en la puerta de mi casa, ¿cómo puede ser?", se pregunta extrañada.

¿Son amores? Gustavo Greco, relaciones públicas del parador marplatense Abracadabra Movicom BellSouth, los presentó. Sabía, el tal Greco, que Nicolás Cabré había quedado con la boca abierta después de ver las fotos de Rocío en GENTE. Cabré sólo tuvo que marcar el teléfono que le habían pasado. Y allí estaba ella, al otro lado de la línea. Es un amor, o muchos dicen que un amor. Nicolás y Rocío salen, van juntos a tomar helado, a cenar, al teatro, a cumplir con esa rutina sin rutina de pasear a la deriva. Ella, algo previsiblemente, niega todo lo que ya sabemos que va a negar: "No estamos de novios".

-Pero salen.
-Somos amigos.

-Ajá. Y salen.
-Eso no nos hace novios. Y por favor, no quiero hablar del tema, no quiero terminar involucrando a alguien.

-¿Qué soñás?
-Lo que muchas, casarme, formar una familia, tener hijos, pero no me preguntes cómo es mi hombre ideal, porque todavía no puedo describirlo, ni imaginármelo.

Tiene una facilidad notable para producir sonrisas y palabras: habla Rocío, y le cuesta parar. "Durante mi adolescencia, el teléfono fue todo un tema, pero como no tenía hermanos era todo para mí. Después todo cambió, y de lo que no me podía despegar era del chat". Lo dice con una frescura como para conquistar el mundo.

Su figura fue una de las más comentadas del verano. Con un cuerpo infartante, Rocío se transformó en la rubia más deseada.

Su figura fue una de las más comentadas del verano. Con un cuerpo infartante, Rocío se transformó en la rubia más deseada.

En una de las fotos durante el último verano y junto a Nicolás Cabré, su amigo de hoy, con quien jura, en fin, no estar de novia.

En una de las fotos durante el último verano y junto a Nicolás Cabré, su amigo de hoy, con quien jura, en fin, no estar de novia.

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