«Se puede salir de la pobreza y triunfar» – GENTE Online
 

"Se puede salir de la pobreza y triunfar"

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Francia no había gestado todavía el mundo de las pasarelas cuando Charles Perrault dio a luz a Cenicienta. Entonces -1697, de acuerdo con la fecha de la primera edición de Cenicienta y el zapatito de cristal-, la palabra fashion ni siquiera formaba parte de la lengua sajona. Bajo la ridícula peluca platinada que ilustra hoy cada uno de sus textos, Perrault imaginó una Cenicienta perfecta, de curvas sinuosas y rostro angelical (a imagen y semejanza de una supermodelo de este 2002). Luego, la sumergió en la pobreza y la cubrió de hollín. Traducción mediante, su historia hizo eco en todas las latitudes del globo y pronto se convirtió en clásico. En la mitología popular, Cenicienta simboliza el ascenso social de la joven bella y pobre, que seguiría siéndolo si no fuera por un toque de la varita mágica que puede tomar diversas formas según las versiones. Incluso, aspecto de concurso de belleza cruzado con un reality show. Aggiornada aunque siempre fiel a la moraleja para la que fue concebida, la leyenda se hizo carne en Mendoza, Argentina. Su protagonista es Grisel Noé Pérez Ponce, mejor conocida como la Súper M.

Había una vez…

Grisel nació bajo el signo de Piscis, el 24 de febrero de 1984 en una clínica de Maipú, en las afueras de la ciudad. Sus primeros recuerdos son originarios de Las Tablitas, una de las villas de emergencia que hoy ocupan la geografía del partido de Godoy Cruz. Un barrio de poca miseria humana y mucha gente solidaria. "Las villas de antes eran diferentes -asegura Grisel-. Las Tablitas era como un lugar cualquiera, con gente muy tranquila y comunitaria. Si mamá tenía que ir a trabajar, nosotros podíamos quedarnos en casa de alguna vecina". Grisel, sus padres (Mónica y Horacio) y sus cinco hermanos convivieron algunos años en un único ambiente protegido por paredes de barro. "Si bien vivimos momentos de mucha pobreza, recuerdo que éramos muy felices cuando comíamos un asado todos juntos", insiste ella.

En 1988, el progreso se presentó en forma de brisa y arrastró a toda la familia hasta el modesto barrio Huarpes II, a una casa de material, de dos plantas, con un fondo de tierra. Los chicos y las chicas se dividieron en dos habitaciones diferentes. Poco tiempo después, Mónica y Horacio se separaron definitivamente. Con sólo diez años, Ezequiel -el mayor entre los seis hermanos- ascendió a "hombre de la casa" y Grisel asumió su condición de mayor entre las niñas y se hizo cargo de las tareas domésticas. Se propuso dejar todo perfecto para cada vez que su madre regresaba a casa. Mientras tanto, Mónica encontró trabajo en una envasadora de tomates. Y si bien luego se hizo docente, el futuro no se vislumbró más auspicioso. Cuando el dinero faltó, todos buscaron empleo. "Yo me lo tomaba como un juego, y así ayudábamos en lo que podíamos", recuerda hoy Grisel. Los varones cuidaron autos en el estacionamiento de un supermercado, mientras que las chicas embolsaban la mercadería. Quien más quien menos, todos recibían su propina. Los Pérez Ponce sobrevivieron así a la pobreza, sin descuidar jamás sus estudios.

Grisel Noé Pérez Ponce creció exquisita. Apenas adolescente, aprendió a convivir con los versos que aún hoy le dedican los poetas del barrio. Desarrolló medidas perfectas: 88-62-92, y se estiró hasta alcanzar 1,76 metro. Se propuso jugar al vóley y demostró condiciones en un club al que todos llaman Filipini. Cuando cumplió quince, su madre le hizo conocer el mar (interminable viaje en ómnibus hasta Mar del Plata). Entonces, soñaba con ser monja. Poco después, impulsada por sus compañeros de escuela, se inscribió en un concurso de modelos. El promotor del evento era Roberto Giordano, y la presentadora, Daniela Cardone. Grisel se impuso entre 350 chicas y fue convocada para participar de "la gran final" en Buenos Aires. Así, subió por primera vez a un avión y descubrió las luces del centro. "Fui al Parque de la Costa y creí estar en Disneylandia", asegura ahora. Aquella vez no tuvo suerte, y quedó entre las 14 finalistas. Otra vez en Mendoza, ingresó en la agencia de Gabriel Canci, aprendió el oficio de modelo y caminó sus primeras pasarelas. Este 2002, su representante la incluyó en una comitiva de nueve beauties y la envió otra vez a Buenos Aires a probar suerte en un megacasting televisado que se conocería luego como Súper M 20/02. "Voy a tomar unas vacaciones y vuelvo", le dijo a su madre. Y si bien tenía previsto volver en cuatro días, su regreso se demoró un mes y medio. Su imagen calzó en el reality como el pie de Cenicienta en el zapatito de cristal. Luego de su consagración, ya nada volvería a ser igual en la vida de Grisel.

El regreso a Mendoza fue tan emotivo como caótico. En el aeropuerto, su padre la recibió con una limousine blanca y a bordo de su propio taxi encabezó la caravana hasta el Huarpes II. El barrio, apretado en una sola cuadra, le rindió honores con una calurosa bienvenida. Y los galanes de ayer elevaron el nivel de sus piropos. Pronto, Grisel se descubrió firmando autógrafos para sus vecinos. Había gente llorando. "Para muchos vecinos fue como una reivindicación -asegura Grisel-. Mi barrio siempre se vio como un lugar marginal. Y cuando aparecía en los diarios, era en la sección policiales. El barrio tenía mala fama, ganada en un tiempo en el que vivía gente mala. Pero esos ya se fueron. Muchos me dijeron: 'Gracias a vos trascendimos por algo bueno'. En definitiva mi historia demuestra que se puede salir de la pobreza y triunfar". Sus hermanos mayores, que no pudieron ver la final del concurso ya que no tienen televisión por cable en casa, la asfixiaron con sus abrazos.

Hoy, con tan sólo 18 años, Grisel Noé Pérez Ponce vive en un hotel cinco estrellas de Buenos Aires. Pronto, deberá mudarse a un departamento propio. Representantes, bookers, productoras, maquilladoras y peinadoras trabajan para ella. Es la Súper M, y su público la reconoce como tal en la calle. Convive, sin pudor ni rencores, con quienes ella llama "gente de plata". Algunas de sus amigas le insisten: "No cambies nunca". Mientras otras le sugieren: "Todavía no te operes". Europa, ayer inalcanzable, se dibuja en su horizonte como un objetivo próximo. Grisel sueña con compartir un viaje de placer con su familia. "Sería una forma de devolverles parte de lo que ellos me dieron", acota. Súbitamente, su padre y sus hermanos varones comenzaron a protegerla de nuevos candidatos. "Se volvieron muy guardabosques", se lamenta. Desde Mendoza, su madre insiste con que repita sus oraciones cada noche. Y luego concluye: "Yo no sé si Grisel se va a acostumbrar a Buenos Aires. Pero espero que pueda disfrutar de todo esto que está viviendo. Ella corre con ventajas: tiene la suerte de haber crecido pobre y sabe lo que eso significa. Hoy tiene la posibilidad de progresar, pero si alguna vez se siente incómoda o quiere volver a casa, puede hacerlo sin problemas. Ella ya sabe lo que es ser pobre…".

Después del triunfo, Grisel volvió a su Mendoza natal, donde tuvo trato de reina. La superchica dijo: Estoy conforme conmigo, pero tampoco me la creo". Alta, sensual de piernas larguísimas, en el mundo fashion muchos la ven parecida a Dolores Barreiro.">

Después del triunfo, Grisel volvió a su Mendoza natal, donde tuvo trato de reina. La superchica dijo: "Estoy conforme conmigo, pero tampoco me la creo". Alta, sensual de piernas larguísimas, en el mundo fashion muchos la ven parecida a Dolores Barreiro.

Cada vez que regresa a Mendoza, su madre, Mónica, repite sus consejos: Decí tus oraciones cada noche y no pierdas tu paz" En su habitación comparte vivencias con sus hermanas Karina y Jacqueline.">

Cada vez que regresa a Mendoza, su madre, Mónica, repite sus consejos: "Decí tus oraciones cada noche y no pierdas tu paz" En su habitación comparte vivencias con sus hermanas Karina y Jacqueline.

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