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Se dijo de mí...

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"Se apenan los hombres que mueren sin querer morir". Lo dijo hace años. Y Tita Merello odiaba que le tuvieran lástima. Quizá por eso se fue en el momento justo: el martes 24 de diciembre, en su habitación de la Fundación Favaloro (dond
e quiso

pasar sus últimos años), "de vieja" (como dijeron los propios médicos) y resignada para la partida.

El día de su muerte llegó en vísperas de la Nochebuena. Faltaban veinte minutos para la una del mediodía y no había querido desayunar. Rosita, la mujer que la cuidó durante los últimos años, fue quien descubrió su fin. Habían pasado la noche juntas, en la habitación 924 del noveno piso de la Fundación, donde la Merello vivía
(autorizada por el propio René Favaloro) desde 1997. "Tuvo una muerte como la que siempre deseó: en paz", comentó su compañera, con lágrimas en los ojos, el jueves 26 de diciembre mientras la despedía por última vez en el cementerio de la Chacarita.
"Sé que se va feliz, para reencontrarse con las personas que verdaderamente amó: su madre y Luis Sandrini", sospechó en voz alta Ben Molar, uno de los hombres que -sin duda- más la conoció.

Se sabe de ella… Que su verdadero nombre fue Ana Laura Merello. Que nació el sábado 11 de octubre de 1904 en el barrio de San Telmo. Que su padre se llamó Santiago, era cochero y murió cuando la futura leyenda tenía sólo cuatro meses de vida. Que su madre, Ana Gianelli, era planchadora y la envió a un asilo porque no podía cuidarla. Que a los 10 años trabajó de peón en la estancia que la familia Bavio tenía en Magdalena. Que a los 15 tocaba, sin suerte, los timbres de la calle Montevideo para ofrecerse de sirvienta, y que a los 19 debutó como corista y salió abucheada. Que insistió y lo logró: a los 26 años protagonizó Tango, el primer film sonoro argentino, y no paró más. Que hizo Don Juan Tenorio, Los Isleros, Arrabalera y Guacho, entre otras películas nacionales. Que no tenía una voz espectacular para el tango, pero sí registro dramático y una actitud escénica con la que consiguió imponer los temas Dónde
hay un mango, Garufa, Se dice de mí, Yo quiero un hombre
y Se acabaron los otarios. Que en televisión inmortalizó la frase "Muchacha, hacete el Papanicolau". Que tuvo un solo amor, el que sintió por Luis Sandrini. Que durante
quince años Corbata y Moño (sus perros) fueron su única compañía. Que veraneaba en una casa de Villa Gesell que le regaló su hermano. Que no pudo tener hijos ni marido. Que llevaba diez años deseando morir.

Tita x Tita. Las que siguen son algunas de las frases que más la definen y la recuerdan como lo que fue: una mujer de carácter y de fuego:

- "Alguien dijo que mi nombre es como el tango. Debe ser cierto, porque me siento un cacho de Buenos Aires. Mi barrio fue la calle, y mis amigas y enemigas, las noches".

- "Cuando nacemos, nos marcan, como a la hacienda, para sufrir. Si juntara todas las lágrimas que he derramado, me podría dar un baño de inmersión".

- "No empecé por vocación sino por hambre. Y yo siempre justifico ese cambio tan violento diciendo que Dios, un día que estaba de descanso, con un catalejo me eligió para
que las cosas se me dieran vuelta. Y acá estoy
".

- "A los 82 años me hacen muchos homenajes, tengo mucha fama, pero no tengo ni para pagar las expensas. Todo lo que gané me lo comí. Y esto no lo digo para que me tengan lástima".

- "Una vez casi me suicido. Estuve tres veces a punto de morir. Y en todas volví a nacer. Dios me salvó".

- "Estoy resignada, nene. Sé que la próxima muerte del tango puede ser la mía".

- "Lo único que pido es morir en paz"

Y ese día llegó con calma. La sorprendió en el lugar que había elegido. Sin dolor. Sin miedos. Simplemente cerró los ojos y se dejó llevar.

por Mariana
Montini
con Cynthia De Simone fotos: Annemarie Heinrich, Fabián Uset, maximiliano Didari y Archivo Atlántida

La despedida: el Regimiento de Patricios carga los restos de Ana Laura Merello hasta el panteón de SADAIC, en el cementerio de la Chacarita.

La despedida: el Regimiento de Patricios carga los restos de Ana Laura Merello hasta el panteón de SADAIC, en el cementerio de la Chacarita.

Con 36 años y en todo su esplendor. Por entonces, Ana Laura Merello ya era <i>Tita</i>: la tanguera de voz dramática, la rea y -a la vez- la mujer fatal que impuso el cigarrillo como arma de seducción.</p>
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Con 36 años y en todo su esplendor. Por entonces, Ana Laura Merello ya era Tita: la tanguera de voz dramática, la rea y -a la vez- la mujer fatal que impuso el cigarrillo como arma de seducción.

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