Roly Serrano: «Llegué a pesar 190 kilos, bajé 50 y todavía me faltan 40 más para estar saludable» – GENTE Online
 

Roly Serrano: "Llegué a pesar 190 kilos, bajé 50 y todavía me faltan 40 más para estar saludable"

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Roly en la casa que alquiló para pasar la temporada en las sierras. “Me la paso recibiendo amigos y familiares. La idea es trabajar, descansar y pasarla bien”, admite.

Es un sábado caluroso de enero en Villa Carlos Paz. Las persianas están bajas en la casa de Rolando “Roly” Serrano (63), pero el ventanal que separa el living comedor del jardín está abierto de par de par. Sentado en la cabecera de la mesa muestra el fondo de pantalla de su celular. “¿Sabés quién es él?”, pregunta con picardía. En la imagen se ve a Agustín Creevy, ex capitán de Los Pumas, con una remera de El Sapo, el personaje que Serrano interpretó en 2018 en El marginal 2. “Pegó mucho. Se venden medias y gorras con mi cara. Salgo a la calle y la gente me grita ‘¡Sapoooooo!’.

–¡Alerta spoiler! Lástima que lo matan...

–Sí, pero de alguna manera va a volver, porque voy a estar en El marginal 3. ¿Te imaginás a la mamá o al hermano del Sapo en la cárcel? (risas). Hubo una especie de furor, que rompió con el viejo mito de que las segundas partes nunca fueron buenas.

–¿Cómo percibiste ese furor?

–El año pasado, con Claudio Rissi (Borges en la ficción) y Abel Ayala (César) hicimos una obra –Búfalo americano– y nos pasó algo maravilloso. Salimos de gira y, cada vez que llegábamos a un lugar, parecía que entraba Brad Pitt. Un día fuimos a Montevideo y estaban los Les Luthiers... ¡Les Luthiers! Nosotros metimos 800 personas por función y ellos 600.

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En Villa Carlos Paz, Serrano se animó a la comedia. En "Sé infiel y no mires con quién" se luce junto a la sensual Miriam Lanzoni.

EN PERSPECTIVA

La última vez que vino a Córdoba fue en 2012. A nivel profesional, cuenta Serrano, aquella temporada fue muy buena. “Me llevé el Premio Carlos al Mejor Actor por mi papel en la obra Venecia”, rememora. Sin embargo, en lo vinculado a la salud fue nefasto. “Pesaba 190 kilos. Me hicieron un reportaje y, sin darme cuenta, lo usé para hacer una catarsis que se transformó en una cuestión mediática muy fuerte. Ahí me di cuenta del afecto que me tiene el público”, explica.

–Pasaron siete años. ¿Cómo estás hoy de salud?

–Muy bien, contento, con un plan de alimentación para seguir bajando de peso. Bajé 50 kilos. Ahora estoy en 140, pero para estar saludable debería bajar unos 30 o 40 más. Si bien ya no voy más a Cormillot, él me enseñó un montón de cosas que aplico.

–¿Qué cosas?

–Por empezar, que se baja como se sube: de a poco. Me levanto todas las mañanas y me peso. Si subí 100 gramos, no pasa nada. Si subí medio kilo, puede ser por retención de líquidos. Me vuelvo a pesar al día siguiente. Ese es el plan. No ando comiendo telgopor. Reaprendí a alimentarme. Sé qué cosas no puedo comer y, sobre todo, qué cantidades. Durante mucho tiempo comí para llenar espacios vacíos.

–¿Te molesta ver fotos de cuando eras más delgado?

–Siempre molesta verse más delgado, o más joven, o con pelo... (risas). Sobre todo en películas o series de televisión. A veces me encuentro haciendo zapping y digo: “Epa, ¿ése soy yo?”. Y recalculo: “Ese era yo”. Crecemos. Cambiamos. Somos otra persona.

–¿Alguna vez te sentiste discriminado?

Los gordos somos blanco de ataques. A veces te dicen: “¡Qué gordito estás!”. Es más fácil fijarse en los otros que en uno mismo. Hoy lo recibo con felicidad: es lindo que se preocupen por uno... Pero no siempre lo tomé así. En una época contestaba cosas horribles como: “Quiero vivir a lo ancho y no a lo largo”.

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Roly fue El Sapo en El Marginal 2. “Pegó mucho. Se venden remeras y gorras con mi cara. En la calle la gente me grita ‘¡Sapoooooo!’”.

–Como contrapartida, gracias a tu sobrepeso te han ofrecido papeles que de otra manera no te habrían llegado.

–Exacto. El Sapo fue el último regalo que me dio la gordura. De haber sido más flaco no me hubieran propuesto ni ese papel, ni el de Diego Maradona (N. de la R.: Interpretó al futbolista en La juventud, película italiana escrita y dirigida por Paolo Sorrentino, que se estrenó en 2015).

–¿Fue muy difícil meterte en la piel del Diez?

–Sí, sobre todo porque está vivo. Cuando me convocaron tuve que hacer un casting toalla, no un casting sábana... (risas). Sonó el Skype, abrí la computadora pensando que era mi representante y era Paolo Sorrentino. “¿Puedo ver tu cuerpo?”, me preguntó. Yo recién salía de la ducha. Me fui hacia atrás, solté el toallón, me crucé de brazos y dije: “¿Qué pasa, papá?”. Sorrentino se puso como loco. “¡Es Diego, es Diego!”, gritaba.

–¿Dónde se filmó?

–En 2014, en los Alpes suizos, fuera de temporada: no había nadie. Me lookeron en el hotel y bajé como Maradona, para filmar una escena en el pueblo. A la media hora había como 200 personas que aparecieron creyendo que yo era Diego. El director preparó la cámara y me dijo: “Andá a firmar autógrafos”. Fui. La gente estaba convencida de que yo era Maradona.

–Además de El marginal 3, ¿qué proyectos tenés para este 2019?

Me voy a presentar como candidato a diputado en Salta con el peronismo. Hay gente que no la está pasando bien: hay mucha desnutrición y riqueza mal distribuida. Tengo muchas ganas de ayudar.

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"Me voy a presentar como candidato a diputado en Salta con el peronismo. Hay mucha gente necesitada y tengo muchas ganas de ayudar".

–¡A full! ¿Te queda algo de tiempo para pensar en el amor?

(Ríe y señala un portarretratos que está sobre la cómoda. En la imagen se ve a una chica rubia con gafas, bastante más joven que Roly). Me costó mucho volver a estar bien. Para mí fue muy dolorosa la pérdida de Claudia (N. de la R.: Su mujer, fallecida en 2004 víctima de una leucemia). Desde muy chico generé una coraza para protegerme y que no entraran los afectos. ¿Por qué? Por miedo a perderlos. Toda mi vida me dediqué a ser un duro: es la manera que encontré para sobrevivir.

–Hasta que apareció Claudia...

– Sí, y me rompió todas las paredes. Con ella pude crear una familia y un proyecto: estuvimos juntos veinte años. Los que nos conocían decían que éramos una pareja increíble. Pero como dice el refrán, “siempre hay un roto para un descosido”. No quiero dar detalles, pero tengo el corazón contento (risas). Contento y en Santa Fe.

Por Flor Illbele
Fotos: Fabián Uset y Mario Sar

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