“Quiero un hombre que me sepa amar a la antigua: para toda la vida” – GENTE Online
 

“Quiero un hombre que me sepa amar a la antigua: para toda la vida”

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Araceli es tres mujeres en una. O, al menos, así lo siente ella hoy. Tiene una seguridad profesional nueva, que se ganó trabajando y estudiando, y que le da la posibilidad de elegir lo que quiere hacer y de animarse a más. Está nominada a un Martín Fierro en el rubro Mejor Actriz de Miniserie o Unitario por Mujeres asesinas, programa que volverá a protagonizar esta temporada con escenas fuertes como nunca antes se había atrevido en su carrera: desnudos, violaciones, crímenes. Pero Araceli también puede mostrar otra cara: será una de las Amas de casa desesperadas, y se prepara físicamente y planea cada gesto de esa mujer sexy y desenfrenada llamada Gabriela en la que ella se transformará en pocos meses. Y hay más. Una faceta desconocida hasta ahora, y que la apasiona: la escritura. Araceli acaba de escribir su primer libro para chicos, que publicará Editorial Atlántida, con un personaje que creó a partir de los cuentos que le relataba su abuelo cuando ella era muy chiquita y no se podía dormir. “Mis padres se separaron cuando yo era una nenita. Papá vivía lejos y casi no nos veía. Se transformó en un personaje ausente. Mi mamá era todo en casa: la que nos consolaba, la que nos cuidaba cuando estábamos enfermos y la que se iba llorando cuando le tocaba dejarnos para ir a trabajar. Mi abuelo reemplazó a la figura paterna de la casa. Yo escribo mucho sobre él en mi diario íntimo. Fue muy importante en mi vida”, confiesa. Los personajes son una nena, un abuelo que relata historias por las noches y una amiga imaginaria que la acompaña en la aventura de los sueños. En esos relatos están sus fantasías y también sus miedos. Pero la cosa no termina acá: Araceli también se hace tiempo para investigar –y espera el momento de filmar– la vida de Felicitas Guerrero, una mujer millonaria, divina y glamorosa que murió asesinada por amor. Para finalizar, este año también le llueven contratos para publicidad: su imagen vende muy bien. Desde ropa interior hipersensual hasta agua mineral super sana, ella es la cara y el cuerpo elegidos.

Está clarísimo: Araceli tiene su vida profesional controlada a la perfección. ¿Y la personal? Como madre, dice que se siente plena: “La Tota ya tiene 17 años y decidió ser modelo; está encaminada. La veo tan grande que me emociona. La veo tan linda, tan mujer, que a veces me da miedo pensar que un día de éstos puede querer irse de casa… ¡Me muero! Es mi hija, pero también mi amiga y mi confidente. Hablamos de todo: novios, amor, trabajo… Y Toto ya cumplió siete, es el hombrecito de la casa. Tiene un humor increíble, se parece al padre: pinta para ser actor. Además, me controla cuando salgo. Me llama por teléfono y me dice: ‘Mamá, yo ya estoy en casa. ¿Vos dónde estás?’. Quiere dormir en mi cama todas las noches: ‘Bueno, leemos un ratito y nos vamos a dormir’, me dice. Me tiene muerta de amor”.

Dijo amor, Araceli González, y entonces salta, inevitable, la pregunta: ¿sigue sola, sin amor, o se está reconciliando con Adrián Suar, como dicen los rumores y muestran las últimas fotos de ellos juntos y en familia? “Como mujer, es obvio, me siento menos segura que como actriz. En lo profesional estoy más audaz. En lo personal voy paso a paso, viendo qué me pasa, tratando de no equivocarme”, dice y, obviamente, no contesta la pregunta. Se lo digo y ríe. ¿Falta el amor o el amor está más que presente en su vida? Esa es la intriga, y en esta nota va dejando pequeñas pistas y piezas que arman el rompecabezas. Pero parece que falta poco, muy poco, para que el nombre de un hombre pueble su vida.

–El periodista Chiche Gelblung dice que en la Argentina, una mujer de más de 35 años tiene más posibilidades de que la mate un terrorista de Al Qaeda que de encontrar un hombre interesante. ¿Es cierto?

–(Se ríe) Chiche dice tantas cosas… ¡y ésta es cierta! Es complicadísimo encontrar a un hombre para enamorarse. Y además, después de los 35 nos ponemos más exquisitas.

–Y hay menos hombres.
–Es verdad. También hay menos disposición para la entrega, estás más curtida y con más miedo a equivocarte. Querés elegir bien, que el elegido sea un buen compañero. El otro está en Babia y vos, que ya sos una mujer hecha y derecha, más atenta. Es difícil.

–En la Comunidad Europea hay casi 50 millones de personas que viven solas por elección. ¿Qué te parece?
–En un punto creemos que la soledad es la tranquilidad, y si convivís bien con ella durante un tiempo es difícil después darle un lugar a alguien, ocupar con otro el lugar que compartiste con tu soledad.

–¿No cabe alguien en esa dupla con la soledad?
–Es contradictorio. En un punto querés encontrar con quién compartir, descargarte después de todo un día en que salís a pelearla, desarmarte a la noche con alguien amado con quién te acostás a dormir. Pero en la práctica es muy difícil que ese ser aparezca.

–La rutina se mete en la cama con la pareja.
–Además de la rutina que se mete entre las sábanas, es muy fuerte el estrés de llevar la casa, el trabajo, los hijos. Lo complicado es saber en dónde ubicás a esa nueva persona en tu vida después de haber estado mucho tiempo sola… Es más fácil encontrar lugar para un libro en la biblioteca que para un hombre en la casa. Hay edades en las que creés más en todo y estás más dispuesta, y otras en las que te preguntás muchas cosas, sabés qué es lo que querés, pero también que ese hombre ideal no existe.

–¿Y vos, en qué punto estás?
–Laboralmente me siento increíble. Como madre estoy fantástica, es un rol que cumplo muy bien. Como mujer me resulta muy difícil encontrar mi lugar.

–Queda muy claro que tu desarrollo profesional es muy fuerte y el personal no tanto. ¿Lo vivís así?
–Sí. De mi vida profesional la gente tiene una idea clara de cómo evolucioné y quién soy. En la vida personal es diferente. Ahí están las falencias, la soledad, los errores, y hay mucho tiempo para verlo en las noches que paso con los ojitos como el dos de oro puestos en el techo.

–¿Tenés muchas noches de ojitos mirando el techo?
–Sí, muchas.

–Empecemos por lo profesional. Quedó muy lejos la modelo y también la actriz con personajes hechos a tu medida. Ahora hay mucho compromiso. ¿Cómo fue?
–La profesionalidad en mi vida tiene mucho que ver con mi crecimiento personal. Las elecciones que empecé a hacer ocurrieron por lo que me fue pasando como persona. Fui modificando la manera de elegir los trabajos y, gracias a Dios, tuve la oportunidad para lograr el cambio. A mitad del año pasado hice un clic y tuve la necesidad de hacer otras cosas. Empecé a tener inquietudes que respeté, como escribir, investigar sobre la vida de Felicitas Guerrero para hacer una película, leer mucho, buscar momentos gratificantes… Todo eso me desarrolló interiormente. Salí de la cajita de la pantalla.

–¿La diferencia está en que te llamen para hacer algo o que elijas hacerlo vos?
–Lamentablemente, muchas veces tenés ganas y no te llaman, porque hay prejuicios sobre cómo lo vas a hacer. Para mí la gran oportunidad apareció con Mujeres asesinas. Fue un gran compromiso, pero me sentía lo suficientemente segura, bien parada. A veces me daban miedo las escenas fuertes, me provocaban pudor. Así y todo me lancé y lo disfruté desde un lugar que nunca antes había encontrado en mi profesión.

–Te puso ante el desafío de ser mala.
–Ser mala y estar desnuda. Se siente mucha desprotección, como de entrega total. Es un límite.

–Y regresaste a Pol-ka.
–Sí, hacía cinco años que no trabajaba en Pol-ka. Lo último fue Primicias, en el 2000. Me reencontré con gente a la que conozco hace muchísimos años y en un punto son como mi familia. Me refiero a los técnicos, directores, maquilladores, todos. El programa me dio placer y no esperaba esa respuesta, aunque yo nunca espero nada.

–Sabías que el programa era bueno.
–Sabía que iban a cuidarme mucho y podía confiar. Es como en la pareja: cuando confiás das lo mejor, entregás todo.

–¿Y cómo te ves en Amas de casa desesperadas?
–El personaje que me tocó tampoco es una chica buena, pero es muy humana, muy real. Todos tenemos una parte oscura contra la que luchamos para que no crezca y se transforme en un monstruo, y en esta serie todas son vulnerables, sufren, se alegran y se equivocan. Gabriela, mi personaje, es muy ambiciosa. Me subyuga que siempre esté alerta. Cuando todos empiezan a caminar, ella ya fue y vino varias veces. Siempre tiene pensado lo que va a hacer. Sabe todo lo que está pasando y saca provecho de todas las situaciones. Nada se le va de las manos.

–No tiene nada que ver con vos....
–Me resulta difícil verla, la pienso mucho, la estudio detenidamente, la miro, la escucho y al final la quiero, no la odio. Necesito hacer una escena para verla completamente, desplegando su ambición desmedida y también esas cosas de niña que tiene.

–¿Te gustaría ser como ella?
–En alguna medida me encantaría. Toda mi vida me manejé mucho con la sensibilidad y eso, en este medio, en esta vida que nos toca, no va. Hay que usar un poco más la cabeza.

–¿Y vos la usás?
–Cuando digo “usar la cabeza” me refiero a que tenemos que tener estrategias. Yo las reemplacé por el instinto y la pasión, nunca proyecté las cosas que tenía que hacer.

–¿Te perjudicó no tener estrategias?
–Muchísimo. Quiero aprender a elaborarlas.

–La estrategia no es natural de lo femenino, es de los hombres.
–Hay muchas mujeres que las hacen, incluso para vengarse. Me gustaría ser más astuta, aunque nunca hacer daño a alguien. Eso me asusta. Siempre respeto al otro, nunca lo pongo en un lugar de dolor. Quiero ser estratega, pero no calculadora por bronca, porque no sirve… Se descompone el cuerpo. Mi cuerpo me revela cómo estoy: cuando hago cosas con las que no estoy definitivamente de acuerdo, el cuerpo, en un punto, me dice que estoy mal.

–¿Cómo se manifiesta tu cuerpo?
–Problemas de riñones, fobias, erupciones en la piel, sensación de estar enjaulada. Cuando me siento mal, hago un balance entre las razones por las cuales estoy haciendo lo que hago y los malestares que me causa. Después elijo. No quiero conectar con la muerte. Quiero la vida.

–¿Y ahora cómo estás?
–Con la necesidad de florecer en algún vínculo de pareja.

–¿No te decidís a ser novia de nadie?
–Está muy de moda lo que denominan touch and go… La verdad, me parece horrible. No me suma ni me sirve, me siento totalmente vacía. Ahí es cuando quiero estar sola y la gente insiste: “¿Con quién estás?" La respuesta es: “Sola”. La verdad es que necesito vincularme, conocer con quién estoy haciendo el amor, a quién estoy besando o con quién estoy durmiendo. Quiero un hombre que me sepa amar a la antigua: para toda la vida.

–¿Estuviste de novia este último tiempo?
–Se supone que estar de novia es estar comprometida, y eso no ocurrió.

–A pesar de las fotos.
–A pesar de las fotos y de los rumores. Hoy necesito una pareja que me permita vivir con libertad, relajada.

–Leí por ahí que tenías pensado hacer un viaje con Adrián Suar para ver si pueden volver a estar juntos.
–La verdad es que con Adrián hemos tenido muchas idas y vueltas. Las relaciones muy fuertes son difíciles de cortar y hay que aceptarlo, porque no es que un clavo saca a otro clavo. Tuvimos vivencias importantes y es difícil olvidar eso. Para mí es el amor más importante de mi existencia, el que elegí en una etapa de mi vida. Vivimos muchos años juntos. Respetó a mi hija, que para mí es fundamental. Hay valores que rescato y digo que si tuve una relación fuerte es ésa, y pensar en otra historia es muy difícil. Me pregunto cómo sería otra relación, trato de relajarme y sentir de qué tengo ganas. A veces es muy complicado definir las cosas tal como son, porque ahora digo esto y dentro de una hora me pasa otra cosa. El ser humano se va modificando.

–Lo que pasa es que el hilo conductor de tu vida es él. No es una persona de la que te puedas separar por pavadas.
–La gente se olvida del pasado, pero es muy grande lo que vivimos: su crecimiento, el mío, su empresa, un hijo, dos separaciones… En la vida todo marca. Cuando te sentás frente a esa persona hay vivencias, códigos, intimidad. Me pasó muchas veces de discutir como lo hacen muchas parejas de separados, y parar y decir: “Ya no nos podemos mentir”. Y terminamos riéndonos. Hay cosas que las conocés más de lo que podés suponer.

–La diferencia es que antes él no estaba y ahora sí está presente en tu vida. ¿Te vas a reconciliar?
–La verdad es que hoy no estoy reconciliada ni enojada, pero no somos pareja.

–¿Y él que quiere? Todos dicen que quiere volver.
–Es Adrián el que debe contestar esa pregunta

–En algún momento te pesó su ausencia y ahora está. Es diferente verte deseada por el padre de tu hijo a estar sola.
–Eso es verdad. Durante los primeros años de la separación estuvimos más alejados. Los dos estábamos solos y no nos mirábamos. Me pesaba su ausencia e hice mi duelo por la separación. Ya no. Es cierto que hoy me cambia, y cambia todo, sentirme deseada y mirada por el papá de Toto, no te lo puedo negar.

–A él lo pone en un buen lugar, y no lo niegues.
–Sí. Para la gente puede ser pintoresco vernos juntos de nuevo, pero no es fácil borrar en el aire los sufrimientos, tomar decisiones cuando se sufrió mucho. Sobre todo que ésta es una relación con la historia que todos sabemos…

–Las cosas prescriben en algún momento o enloquecemos.
–No quiero acelerar algo que mi cuerpo todavía no está relajado para aceptar.

–Pero estarías en el camino.
–Estaría...

Araceli se calla otra vez. Y se ríe. Sabe que ella es la que debe colocar la última pieza de este rompecabezas. En eso anda.

“<i>Después de haber estado mucho tiempo sola es más fácil encontrar lugar para un libro en la biblioteca que para un hombre en la casa. Hay edades en las que creés en todo, y otras en las que sabés qué es lo que querés, pero también que ese hombre ideal no existe</i>”

Después de haber estado mucho tiempo sola es más fácil encontrar lugar para un libro en la biblioteca que para un hombre en la casa. Hay edades en las que creés en todo, y otras en las que sabés qué es lo que querés, pero también que ese hombre ideal no existe

“<i>De mi vida profesional la gente tiene una idea clara de cómo evolucioné. En lo personal es diferente. Ahí están las falencias, la soledad, los errores y hay mucho tiempo para verlo en las noches que paso con los ojitos como el dos de oro puestos en  el techo</i>”

De mi vida profesional la gente tiene una idea clara de cómo evolucioné. En lo personal es diferente. Ahí están las falencias, la soledad, los errores y hay mucho tiempo para verlo en las noches que paso con los ojitos como el dos de oro puestos en el techo

“<i>Siempre me manejé con la sensibilidad y eso, en este medio, en esta vida que nos toca, no va. Hay que usar un poco más la cabeza. Hay que tener estrategias. Yo las reemplacé por el instinto y la pasión, y eso me perjudicó muchísimo. Hoy deseo ser más astuta</i>”

Siempre me manejé con la sensibilidad y eso, en este medio, en esta vida que nos toca, no va. Hay que usar un poco más la cabeza. Hay que tener estrategias. Yo las reemplacé por el instinto y la pasión, y eso me perjudicó muchísimo. Hoy deseo ser más astuta

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