“¡Quiero gritar al mundo que soy mamá!” – GENTE Online
 

“¡Quiero gritar al mundo que soy mamá!”

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Bien podría ser éste el gran final de una historia de perseverancias, escrita con la tinta de las claras convicciones y la pluma firme del deseo. Pero su protagonista decide que sólo se trata de otra página en blanco, la primera del capítulo que presentará una nueva versión de aquella niña con infancia difícil, que al crecer desafió a su propia naturaleza y enfrentó a la sociedad, la misma que el público consagró como figura y la ley como mujer y esposa. “Ya soy mamá. Aprendí que ahora mi vida ya no es mía, porque la consagro a esas otras dos vidas que me la cambiaron por completo”, pronuncia Florencia De la V, con tono de victoria y aferrada a la mano de Pablo Goycochea, su marido desde el pasado 28 de junio.

EN LA DULCE ANSIEDAD. Como cada mañana desde hace casi nueve meses, le ganó por horas a la alarma del despertador. “Fue otra larga noche para mí”, confesó el amanecer del pasado jueves 25 vía Twitter, un espacio en el que encontró una suerte de arena pública y virtual para sus sensaciones tan privadas y reales. “Desayuno, música tranqui. Aquí estoy”, confirmó más tarde. El aire del Pacífico no había alterado el ritual porteño de la “dulce ansiedad”: al guardarropas de los mellizos, que transportó en una enorme valija, sumó el resultado de largas tardes de shopping, prendas que dobló, clasificó y acomodó una y cien veces, al ritmo de su imaginación y al son de la infaltable banda de sonido de la serie Glee. “No dejo de pensarlos. Intento darme una idea de sus caritas, de su olor, de las primeras caricias”, decía Florencia en abril, al oficializar la noticia tres meses después de la confirmación de embarazo y dos años de tratamiento para conseguirlo.

La fecha había llegado, pero esta vez la extrema emoción imponía discreción. “Para los que preguntan, sigo en la dulce espera”, tipeó minutos después, algunos antes de las ocho. No quiso maquillarse. Esa mañana fue Florencia Trinidad, al natural y a instantes de alcanzar lo que llamó “el sueño más impresionante de mi historia”.

EL CAPITULO MAS IMPORTANTE. “Es mi hijo”, dijo con tísico acierto al escuchar un llanto que para el común de los mortales era sólo uno más. Fue entonces cuando saltó de la silla de la sala de la clínica Cedars-Sinai, cercana a Los Angeles, en la que “cortaba clavos” junto a su marido. Paul Alexander nació a las 9:07 (13.07 hora argentina), y sesenta segundos después lo hizo Isabella, su hermana mayor. Los mellizos Goycochea, de 3,100 y 2,900 kg respectivamente, nacieron por cesárea, adelantándose once días a la fecha pautada por el obstetra. “No podía dejar de llorar. Me temblaban las piernas. Cuando los tuve a los dos sobre mi pecho sentí algo que no puedo describir, pero que guardaré por siempre. Nada es comparable”, dijo Florencia. “Sí, quiero gritar al mundo: ‘¡soy mamá!’. El sueño más importante de mi vida se hizo realidad”, compartió con sus casi 350.000 seguidores en Twitter, aún en la clínica y sin apartarse del área de Neonatología. Esa tarde vio anochecer en su balcón frente al océano. En perfecta introspección, redactó “el acontecimiento más grande” de su existencia en las páginas del diario que, desde hace siete meses, dedica a los únicos lectores: sus hijos. “A veces, cuando pienso en mi vida, no dejo de valorar cada cosa que conseguí, porque nada ha sido fruto del azar o la fortuna. Cada conquista, cada cumbre, bien pudo haber sido un precipicio o una derrota definitiva. Miro hacia atrás, y en esa cordillera hermosa que ha sido mi vida sobresalen algunos picos: mi primer beso enamorada, el día en que por primera vez me vestí de mujer, la primera noche en que pisé un escenario, la mañana en que recibí un documento con mi nombre, el casamiento con el amor de mi vida. Pero ninguna de estas cosas alcanza la intensidad, la profundidad, la complejidad de lo que siento hoy. Aquellos logros fueron piezas de un rompecabezas al que fui armando con pasión, con voluntad y con sufrimiento. Ahora, por fin, el rompecabezas encuentra la pieza más importante, la que da sentido final a todo, la cumbre más alta. Desde esa cumbre podré gritarle al mundo que soy mamá, que todo lo que conseguí no fue más que una preparación, un ensayo, una antesala para este momento, decididamente el momento más importante de mi vida. Todo se superpone como en un vertiginoso film con un final perfecto: yo, por fin, mamá. Mamá: como la que tuve, como la que perdí tan temprano, como la que vuelve a renacer hoy en mí”, reza uno de los capítulos previos al más importante.

PRIMERA ESCALA. El sábado 27, pasado el mediodía californiano, Isabella y Paul Alexander llegaron a casa, la primera y provisoria hasta la finalización de los trámites pertinentes para su salida de Estados Unidos. “Nos quedaremos un mes más. Ya tenemos los papeles de la Corte que nos legitiman como padres, pero debemos esperar sus números de seguro social, documentos y pasaportes para emprender el regreso a Buenos Aires”, confirmó la flamante madre. Durmiendo cada tres horas, Florencia y Pablo alternan pañales y biberones de leche maternizada con feliz agotamiento hasta el arribo, el próximo jueves, de una de sus personas de confianza. Se trata de una de las tres empleadas de su piso de Recoleta, experimentada mamá de mellizos y una de las responsables del cuidado de García, Cayetano y Francia, entrañables mascotas de Flor. No obstante, antes de partir, De la V entrevistó a dos hermanas expertas en cuidados infantiles. Se trata de las niñeras porteñas más reconocidas y solicitadas por familias de alta sociedad, que ya se preparan para instalarse en el departamento frente a Plaza Mitre.
Recorridas bajo el sol californiano para regular la bilirrubina, “con factor 1000” –como destaca–, caminatas por los jardines del lujoso complejo departamental, siestas de a cuatro y lectura de cada mensaje que llega desde Argentina, los Goycochea se entregan a la felicidad cotidiana sin planes. “Me emociona sentir el cariño que la gente les tiene a mis hijos. Y eso es lo que me hace sentir querida en mi país, mucho más que millones de aplausos”, confiesa Florencia. “Luché por ellos, y están acá. Es lo más grande que la vida pudo regalarme. No puedo evitar los prejuicios, pero pido que no falte el respeto en las opiniones. Ellos tienen salud, yo soy feliz, ¿qué más puede importarme?”. Domingo 28 de agosto. Los Goycochea frente al océano, en un alto del paseo diario por el exclusivo barrio cercano a la ciudad de Santa Mónica.

Domingo 28 de agosto. Los Goycochea frente al océano, en un alto del paseo diario por el exclusivo barrio cercano a la ciudad de Santa Mónica.

“Me emociona el cariño que la gente manifiesta por mis hijos. Eso me hace sentir realmente querida en mi país, mucho más que millones de aplausos”

“Me emociona el cariño que la gente manifiesta por mis hijos. Eso me hace sentir realmente querida en mi país, mucho más que millones de aplausos”

El fin de semana, una de las empleadas de Florencia llegará desde Buenos Aires para asistir a la pareja, que duerme menos de cuatro horas diarias. Desde septiembre, a su regreso, una dupla de hermanas expertas en mellizos tomará la posta.

El fin de semana, una de las empleadas de Florencia llegará desde Buenos Aires para asistir a la pareja, que duerme menos de cuatro horas diarias. Desde septiembre, a su regreso, una dupla de hermanas expertas en mellizos tomará la posta.

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