«Quiero descubrir qué debo hacer para merecer el amor» – GENTE Online
 

"Quiero descubrir qué debo hacer para merecer el amor"

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"El amor es sobre lo que giran mis preocupaciones. Quiero descubrir qué debo hacer para
merecerlo
". Esta podría ser la sentencia febril de un hombre abatido en su soledad, la pretensión melancólica de alguien que enjuga lagrimones por las noches. Sin embargo, Juan José Camero, 57 años, actor, dice
"...para merecerlo" con el entusiasmo de un chico que le escribe a los Reyes Magos, como iluminándose de su propio deseo.
"Yo daría todo por amor: riqueza, bienes, talento, profesión... sólo quisiera encontrar a la mujer que fuera mi
espejo
", rubrica, doblando su apuesta.

-¿Nunca encontraste a esa mujer?
-Sí, alguna vez.

-¿Y qué pasó?
-No me amó.

El 2000 lo trajo de vuelta, luego de diez años como agregado cultural de la Embajada Argentina en el Paraguay. Fue una década de viajes, muchos de ellos sin moverse de su casa de Asunción.
"Estando allá, una vuelta, me robaron: se metieron en casa y se llevaron todo, ropa, cuadros... no me dejaron ni un traje. En ese momento tuve un golpe de claridad. A ver, ¿cuánto de lo que se llevaron era realmente necesario para mí? Me di cuenta de que poco, muy
poco
".

-¿Qué es para vos, entonces, lo necesario?
-Uno de los grandes errores que cometí en la vida fue haber pensado que podría ser feliz a través del éxito, de la fama, del reconocimiento. Con el tiempo te das cuenta de que la riqueza son las buenas charlas, el buen vino, los buenos amores.

-¿Qué hay del amor... hoy?
-Digamos que conozco muchas chicas, tengo muchas amigas, pero nada firme. 

-Entre esas amigas, ¿estuvo como tanto se dijo Amalita Fortbat?
-Amalita es una mujer a la que admiro y respeto mucho, que siempre me ayudó cuando la necesité, y que hace muchas cosas por la gente, sólo que las hace en silencio. Entre nosotros no hubo nada; sólo me unió a ella una amistad. Lo otro lo inventaron los voraces que siempre están a la caza de algún escándalo.

-¿Qué es lo más importante que perdiste en la vida?
-A mis viejos. Eran campesinos, vivían en un mundo de austeridad y esfuerzo. Yo salí de ese universo y me choqué, te decía, con la fama y el éxito, que juntos te pueden despojar de todo, transformarte en un necio. Por el año '80 me di cuenta de que no podía conciliar el éxito y el dolor. Siempre me sentí muy querido y respetado, y eso me llevó a una ambición que después me costó mucho esfuerzo desandar. Negar que he sido un gran ambicioso sería tonto... Me perdí muchos momentos maravillosos de la vida por mi ambición.

-¿Como cuáles?
-No sé si tiene mucho sentido que los enumere, pero ahí están perdidos para siempre.

-Sos parte de El Hombre de la Rosa, el espectáculo de Sandro. ¿Cómo llegaste?
-Un día, hace cinco meses más o menos, Roberto me preguntó: "¿Qué te sugiere este título?" Y me leyó el nombre de la obra. Le contesté que me sugería muchas cosas, y él me retrucó que por qué no escribía esas mismas cosas. Le llevé cinco ideas, Descartamos dos. Seguimos trabajando. Volvimos a descartar dos. Y nos quedamos con esta. Ah, me olvidé de decir, con Roberto somos amigos desde hace muchos años.

-Okey. Vayamos entonces al principio. ¿Cómo nació tu amistad con él?
-Cuando era joven, yo soñaba con ser piloto de autos de carrera, de hecho en Francia hice un curso para conducir Fórmula 3. Por el año ´70, Sandro hizo una película en la que la historia giraba alrededor del automovilismo. Yo organicé, con algunos corredores amigos, el tema de los autos. Ahí nos conocimos. 

-¿Y se hicieron amigos de inmediato?
-Después de ver Nazareno Cruz y el Lobo, la película de Favio, Sandro me invitó a su casa de Banfield y me homenajeó durante dos días: me recibió con alfombra roja, candelabros, carteles alusivos; yo no lo podía creer. El es un hombre que tiene el sentido del homenaje, hace esta clase de cosas, es muy de él. 

-Alguna vez también te prestó plata...
-Desde que nos conocemos, en dos oportunidades puntuales fue muy generoso. Lo mejor fue que él mismo se diera cuenta, fue él quien me dijo 'Che, ¿qué te anda pasando?´

-¿Qué le respondiste?
-Y, primero me costó decirle, porque yo siempre traté de no mezclar la amistad con esa clase de cosas. Pero él insistió en darme una mano.

-¿Hoy seguís con problemas financieros?
-Para pagar este café, tengo (risas). Lo que pasa es que han maltratado un poco mis bienes. Durante los diez años que estuve en Paraguay, me descuidaron una hostería que tengo en Córdoba, y una abogada malversó mis ahorros. De todas formas, siempre voy a tener problemas de dinero si les sigo dando cabida a mis impulsos, si sigo invirtiendo en carreras, si voy y corro dos rallys del mundo... Nunca he sido muy precavido, me gusta algo y allá voy.

-¿Cuál fue tu último 'impulso'?
-Pedí varios créditos para ver si sobrellevo una chacra en San Pedro. Hasta ahora pagué la mitad y debo la otra. Tengo unas cuatro mil naranjas, a 600 metros de lo de Mónica y César. En los pueblos, todo es muy diferente.

-¿Cómo se manifiesta esa diferencia?
-Sencillo: la gente es más buena. El tipo que me prestó la plata me dijo:
"Yo voy a esperar que a usted le vaya bien". Yo le respondí: "Mire, yo no le puedo pagar
esto
". El hombre me miró a los ojos y dijo: "Todos estamos con dificultades, no se preocupe, acá lo único que nos importa es la buena
gente
".

Ciertamente, los pueblos tienen la calidez, los rostros comunes y cercanos. La ciudad, en cambio, ensordece con su miles de caras anónimas, que es como decir ninguna. La Argentina es un país con muchos países dentro. En uno de ellos, Juan José Camero fue candidato a diputado nacional por el Partido Humanista, en 1988. La Argentina, de eso se trata.

-¿Volverías a la política partidaria?
-Sí.

-¿Quiénes son tus referentes históricos?
-Gandhi, Luther King, Kennedy...

-Pensaba en algún argentino...
-Illia, Justo, Yrigoyen, Palacios...

-... De la actualidad.
-Me gustaría que no se torciera el camino de la buena intención que hoy veo en Elisa Carrió.

-¿Qué harías con este país si estuviera en tus manos?
-Me gustaría mucho tener el poder por unos días, y después volver a ser el más cotidiano de los seres.

-¿Que pasaría en esos diez días?
-La política entendería que la cultura tamiza, aplaca las dificultades. ¿No te parece una falta de respeto que un funcionario diga:
'Estamos generando puestos de trabajo', y a un señor, que nunca se subió a un andamio, le den un trapo para que limpie edificios? Es una sociedad muy perversa.

-¿Cómo hacer para que deje de serlo?
-Yo decretaría cinco días de silencio, el país mudo por cinco días.

-¿Cómo para qué?
-Para mirarnos más. La gente va en los subtes y no se mira, tenemos tanto miedo de vincularnos con el otro. 

-¿Qué hay, o qué te gustaría que hubiera, en tu futuro?
-Tengo un libro entre manos, un libro de televisión. Se trata de un envío semanal y se llama Rubro 59 bis. Es, básicamente, un boliche de prostitutas donde se tejen diversas historias con personajes cotidianos. El trasfondo cuenta cómo todo queda
"a la venta", y me gustaría si pudiera contribuir, con un programa como éste, al destierro de tanta hipocresía en la sociedad. Creo que va a funcionar.

"...Merecer el amor". La frase quedó como colgada de su boca, como un eco que amaga con apagarse sin apagarse jamás.
"Qué debo hacer...", se pregunta y la mirada cruza el vacío que tiene delante, porque aunque haya otras personas, mesas ocupadas y señoritas que sirven café, para Juan José Camero, ahí adelante, sólo hay vacío donde suspender los ojos. Hasta que despierta y, ahora mirando fijo, dice:
"Ya aprenderé".

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