¡Qué SATISFACTION volver a verlos! – GENTE Online
 

¡Qué SATISFACTION volver a verlos!

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Vuelven. El 21 y 23 de febrero en el Monumental. Lo sabés vos, tu tía, tu tortuga y la República entera. ¿Vas a ir? ¿Por qué no? Es el rock llevado a divinidad misma. Todo, absolutamente todo, de la mano de cuatro nonos que si te ponés a sumar, juntan 245 años de edad. Los miembros de la tercera edad más salvajes del planeta. Claro, viejo stone nunca muere. O rockea hasta morir. Desde que Keith encaró a Mick en la estación de tren de Dartford en Londres, en 1961, porque Mick llevaba unos discos de rock n’ roll muy copados, ésa fue la idea: rockear hasta morir. No quedaba otra. Nunca la hubo, bah.

Hoy, Jagger (62), Richards (61), Ron Wood 58) y Charlie Watts (64), la siguen haciendo como la hicieron siempre. En julio salió su último disco de estudio, A Bigger Bang, que es como el Big Bang, la chispa creadora del Universo, pero según los Stones, decididamente más grosso que el Big Bang mismo. “Suena a Stones”, dice Ronnie Wood. Y tras un silencio de estudio de ocho años, con grabación en el propio estudio de Mick, en su chateau en el valle del Loira, allá por Francia, con Richards y Jagger componiendo con total fluidez y alta buena onda, es de lo mejor que sacaron en mucho tiempo. Hasta ahora vendió 5 millones de copias a nivel mundial, y 80 mil en Argentina. “Lo llamé a Mick, y le dije: ‘¿Tenés ganas de hacer algo? Y me dijo que sí’”, dijo Keith. Y Mick, con esos labios lascivos, le dijo que sí. No hay razón para detener 42 años de historia. Después, gira mundial, el Bigger Bang Tour, a la cual le quedan 56 conciertos, con más de cien canciones ensayadas en una escuela en Toronto, Canadá, y un team de 250 personas y 50 camiones para que todo salga OK. El show en el Fenway Park de Boston, tremendo estadio de béisbol, el 21 de agosto, fue apenas el comienzo. Llenísimo total y con los hits que nunca van a morir: Start Me Up, Jumpin’ Jack Flash, She’s so cold, Satisfaction, Brown Sugar, Honky Tonk Woman, Paint It Black, It’s only rock n’ roll. Y te gusta, te gusta, te gusta. “Como en los buenos y viejos días”, dice Jagger. Y una alegría para las buenas y viejas cuentas bancarias. Una gira de los Stones, digamos, levanta dinero con pala mecánica. La gira de su anteúltimo disco, Bridges to Babylon –que los trajo a Buenos Aires, y para colmo los cruzó con Bob Dylan en River– redituó 125 millones verdes tan sólo por sus conciertos en Estados Unidos. Bien, como decíamos, los Stones lo hacen otra vez. Pero en cierto punto, todo estaba a punto de irse por los caños. Charlie tuvo un bulto en el cuello por dos o tres años, ni él mismo sabe bien. En el 2004 hubo una biopsia, resultó ser benigno, “decidí sacármelo –cuenta el baterista–, pero resultó ser maligno, y encima se había expandido”. Cáncer en la garganta. “Yo estaba tirado en la cama pensando: ‘Bueno, normalmente, uno se muere de estas cosas…’” En su tratamiento de radioterapia, no dejó que sus compañeros de banda lo vieran: “Quería estar ahí, como un perro herido, solo”. Keith elaboró un plan de contingencia, y le dijo a Mick que se preparara para tocar la batería, cosa que le sale más o menos bien. Y ahora, dice Watts, el verdadero gentleman Stone, “no me puedo quejar, estoy bien”. Ah, no mucho antes de arrancar la gira casi se muere otra vez, pero en un accidente de auto en Francia. Su esternón se hizo trizas. Suerte que llevaba el cinturón de seguridad. Después está Ron Wood –que cuando se unió a los Stones, hace 30 exactos años, para reemplazar al guitarrista Mick Taylor, empezó leyendo su contrato al revés–, y que según Watts: “Si está hablando o tocando la guitarra, está bien. Pero cuando deja de tocar, necesita un cigarrillo o un trago. Es algo nervioso”. Todavía le duele eso de dejar de fumar. Corta con el tabaco a eso de las 4 de la tarde y se calza un parche de nicotina para estirar un poco el efecto. “Es un p… asesinato”, dice él. Tuvo que entrar en rehabilitación hace cinco años, en la muy coqueta Priory Clinic. El tratamiento le duró más o menos dos años, y salió bien. Salvo que cuando Keith invita a comer, no se queda mucho, porque siempre hay cerveza, vino, o vodka. Dice que todavía extraña las drogas, y que sin alcohol las cosas se ponen aburridas: “Por suerte, Mick y Charlie me apoyan mucho para recuperarme del alcohol. Pero todo esto del vicio es parte de los Stones. Es difícil patear el hábito de toda una vida”.

Ahora, Keith, un tipo al que habría que darle un premio Nobel simplemente por haber sobrevivido a todas las sustancias que se metió, todo lo que bebe y sigue bebiendo, o todo lo que bebió, y todo lo que vivió. “Mi cuerpo está entregado a Lucifer”, dijo hace unos años. Entre él y Lucifer, no hay mucha distancia. Este croto con trapos en la cabeza y anillos de calavera tan sabio como millonario, por estos días no le teme a Dios mismo “sino a la señora de Dios. Tengo miedo de morirme y que Dios no esté para atenderme. Y que me agarre su mujer, con una máscara de barro y ruleros en la cabeza, y que me haga pagar por todo lo que hice”. Y, hoy con vida de casado hace veinte años con la ex modelo Patti Hansen, con dos hijas –Theodora y Alexandra–, y otros dos varones –Marlon y Angela– de su mítica relación con la todavía más mítica Anita Pallenberg –con la cual casi se une en boda por el rito satánico allá por los 60s–, se pone a filosofar sobre el gran privilegio de todo rockstar: las chicas. Dice Keith: “Sólo me tiro y pido que me amen. Es decir, ¡mírenme! Soy un bastardo muy feo, y tuve la suerte de amar a algunas de las chicas más lindas del planeta. No me metí en esto de la música para tener sexo, pero es parte del trabajo”.

Ahora, todo hombre necesita un juguete. Richards no tiene un iPod para escuchar sus mp3, o cosas así. Anda con un cuchillo: “¡Claro! Ando con mi cuchillo. Una vez se lo puse en la garganta a Ron, por bocón, pero nunca se lo pondría a Mick; nunca me volvió muy loco, aunque podemos discutir fuerte”. Eso, Keith y Mick, los mayores socios en el desierto del rock n’ roll. Amor y odio, genio y fisura. Richard aclara: “En este matrimonio, él es la mujer, una buena perra, je je...

Aun así, el que tiene la manija total de las cosas es Mick, o Michael Philip. Porque él es el que aprueba el diseño de los escenarios, o se bate con abogados por porcentajes hasta el último menudo: el verdadero cerebro stone. Y el verdadero sex symbol de todo esto, el sexagenario más sexual que se pueda pedir. Por demás, desde diciembre del 2003, un caballero de Su Majestad, un Sir, cosa que Richards no se banca, porque le parece decididamente careta.

En realidad, dicen los que saben, el calor de Jagger –susurra que tal vez ésta será la última gran gira de los Stones, ojo ahí– es más que nada escénico. Guarda la distancia con extraños a rajatabla –como buen británico que es–, y es sumamente metódico en sus turnos con el coach vocal, o su instructor de danza. Claro, ese afamado aleteo de pollo no viene gratis. Lo que sí viene gratis es su show en Río de Janeiro este 18 de febrero, sobre la arena de Copacabana. Se esperan, como mínimo, un millón y medio de personas. Por supuesto: son la banda mais grande do mundo. Jagger, en el mondo rock, es como un padre nuestro. Todos esos rolingas de tu barrio se deben a él. Y para los pibes, ahí va su consejo, todo un evangelio de liberación: “Si sos un pibe, y te sobra un poco de plata, compráte una entrada para los Stones y una guitarra barata. Vas a estar bien”. Obvio, Mick. Vamos a estar bien. Muy, pero muy bien.

Más de cuarenta años de ruta, y todavía la siguen buscando. Watts, Richards, Jagger y Wood…. Arrugados, sí, pero más vitales que nunca.

Más de cuarenta años de ruta, y todavía la siguen buscando. Watts, Richards, Jagger y Wood…. Arrugados, sí, pero más vitales que nunca.

“<i>Si sos un pibe, y te sobra un poco de plata, compráte una entrada para los Stones y una guitarra barata. Vas a estar bien</i>”.

Si sos un pibe, y te sobra un poco de plata, compráte una entrada para los Stones y una guitarra barata. Vas a estar bien”.

“<i>Si está hablando o tocando la guitarra, Ronnie está bien. Pero cuando deja de tocar, necesitas un cigarillo o un trago…. Es algo nervioso</i>”

Si está hablando o tocando la guitarra, Ronnie está bien. Pero cuando deja de tocar, necesitas un cigarillo o un trago…. Es algo nervioso

“<i>Para hacer este último disco lo llamé a Mick, y le dije</i>: ´¿Tenés ganas de hacer algo?´</i> Y me dijo que sí. En nuestro matrimonio, él es la mujer, j eje…</i>”.

Para hacer este último disco lo llamé a Mick, y le dije: ´¿Tenés ganas de hacer algo?´ Y me dijo que sí. En nuestro matrimonio, él es la mujer, j eje…”.

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