“¿Qué mujer no fantasea con vengarse de su ex?” – GENTE Online
 

“¿Qué mujer no fantasea con vengarse de su ex?”

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Ahora que sabés tanto de hombres como de mujeres, ¿con qué sexo te quedás?
–Los hombres corren con muchas ventajas. Sin embargo, si pudiera elegir mi sexo volvería a nacer mujer. Nada me divierte más que tener una vida complicada…
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A Carla Peterson no se le hizo fácil. Porque quiso llegar sin escándalos ni acomodos. Entonces, insistió, perseveró y lo consiguió. Pero recién se le dio ahora, a los 33 años, después de quince en la actuación. La chica gusta. Se lo decía toda su familia. Ella, confía, lo notaba por la calle. Sólo bastaba que alguien le diera una oportunidad… La varita mágica la tocó a fines del año pasado, cuando la productora Dori Media Group y Underground (la empresa de Sebastián Ortega) la convocaron para ofrecerle su primer protagónico en tele: Lalola, una comedia que pretendía calentar la pantalla de América…

Que no se le hizo fácil, decíamos. Porque el desafío era grande: tenía que competir con los programas más exitosos –comparte franja nada menos que con ShowMatch–, conseguir despegarse de la villana que solía personificar (un rol bastante antipático, con el que, extrañamente, ganó más amores que odios) y (encima) meterse en la piel de una mujer-hombre, o en la de un hombre que gracias a un hechizo maléfico termina convertido en mujer. Así comienza la historia de Ramiro Lalo Padilla (Juan Manuel Gil Navarro), el editor de la revista masculina Don, muy donjuán y muy machista, que de la noche a la mañana queda atrapado en el cuerpo de una chica muy sexy tras caer en los embrujos de Romina (Marcela Kloosterboer), una de sus vengativas novias. Subido a tacos altísimos y encerrado en trajes ajustados, se anima a volver a la redacción con la excusa de que es su prima: Lola (Carla Peterson, por supuesto). ¿El resultado? Un muy buen rating (en sus dos primeras semanas promedió 8,8 puntos, más del doble que la media del canal) y las mejores críticas de la prensa y el público.

–¿Alguna vez te animaste a vengarte de un ex?
–¡Nooo! ¡Nunca me atreví! Pensar lo pensé (risas). ¿Qué mujer no fantasea con vengarse de su ex novio, pero se queda en eso, en la fantasía? De todas formas, nunca se me hubiera ocurrido recurrir a una bruja. Y convertirlo en mujer, mucho menos. Me parece demasiado…

–¿Cómo trabajaste eso de ser una mujer-hombre?
–Observando. Lo primero que hice, no bien acepté el papel, fue alquilarme todas las películas que tuvieran algo que ver con el tema: como Orlando, Transamérica, Hay una chica en mi cuerpo, Una rubia caída del cielo, Tootsie… Muchas comedias. Y también busqué pelis de actores jóvenes que me gustan y que tienen esa cosa de galán, como las de Johnny Deep, que me sirvieron para hacer la mutación… Hablé mucho con amigos míos y, sobre todo, me la pasé mirando hombres. No suena muy profesional, pero es la verdad (risas).

–Más de uno te habrá encarado, imagino.
–No, tuve suerte. Pero reconozco que me miraban raro. No sabían si me los estaba levantando, si los confundía con alguien a quien no conocían, o qué.

–¿Qué aprendiste del sexo opuesto en este tiempo?
–Que, sin dudas, son de otro planeta. Tienen otra manera de comunicar las cosas, de mirar, de hablar. ¡Los gestos! Nosotras movemos todo el cuerpo cuando hablamos, por esa necesidad de ser comprendidas, de hacernos entender, somos más exageradas. El hombre tiene otro ritmo. Es capaz de mirarte a los ojos sin parpadear por muchos minutos y decirte la frase más importante de su vida sin mover un solo músculo, como si nada le pasara. Además, tienen una facilidad de chamullo es-pec-ta-cu-lar, envidiable. Tuve que trabajar duro con todo eso, porque yo sabía que el chiste de caminar a lo macho con los tacos puestos no podía durar mucho. Entonces, me dediqué a buscar la manera más simpática y menos trillada de mostrar que esta mujer en realidad es un muchacho. Porque al pobre Lalo le cambia todo: el cuerpo, los órganos, todo... menos la memoria.

–¿Ahora los entendés un poco más? ¿Los justificás?
–¿A ellos…? Mirá, para hacer Lalola estudié el comportamiento del macho durante varios meses y llegué a una conclusión: ¡son muy lindos y necesarios! Aunque algunos se diviertan haciendo sufrir a las chicas, igual los perdono. El hombre es incorregible. Y la mujer también. Así que estamos a mano: no hay que entender ni justificar nada. ¿Lo que más valoro de ellos? El gran esfuerzo que hacen por entendernos, una misión admirable… De todas formas, insisto: aunque haya que depilarse, parir, laburar como negras, criar chicos y todo lo que ya sabemos, sigo prefiriendo a las mujeres.

–Peterson, te llegó la popularidad. Sin embargo, muchos no conocen tu historia...
–Nací en Córdoba, pero me siento más salteña. Mis abuelos viven allí y pasé todas las vacaciones de mi infancia con ellos en Salta. Mi mamá es abogada y mi papá piloto de la Fuerza Aérea. De él, supongo, heredé el gusto de viajar. Un país que amo, conozco, y al que volvería una y mil veces, es Italia, la tierra de mi vieja. ¿Qué más…? A los 18 arranqué en la tele con Aprender a volar. Después vino Montaña rusa, La nena, Naranja y media… El papel de Brigitte, la rubia histérica de Son amores, y el de Constanza en Sos mi vida, fueron los que más gratificaciones me dieron: me hicieron conocer el cariño de la gente por la calle, los mimos del público. Me encanta la tele, pero me reconozco bicho de tablas. En teatro me animé a todo: actué, dirigí, guioné. Siempre busco lo mismo: distraer, divertir, conseguir que la gente la pase bien. Siempre me importó más hacer un buen trabajo que tener un excelente rating. Hoy, que logré las dos cosas, me siento plena. Y por suerte no me contagié ningún divismo. La popularidad no me cambió.

–¿Qué te pasa en la calle?
–Hace dos semanas que estamos en el aire y ya me llaman Lola. Eso es increíble. Me tiran muchos elogios. Me gusta que reconozcan mi trabajo. Hoy siento que la gente me acepta y me quiere. Lo noto todo el tiempo. Me gané el cariño de hombres y mujeres por igual. No sé… parece que les caigo simpática… Y, en verdad, ¡lo soy! (risas). Además estoy feliz, trabajando con gente que quiero y respeto mucho, como Luis Ziembrowsky y Lola Berthet. Creo que al que menos conocía era a Luciano Castro, que hace de Facundo, mi futuro novio en la ficción. Si la historia parece complicada, no saben lo que se viene: habrá un punto en que deberé optar por seguir siendo Lola o volver a ser Lalo…

–Una elección que coquetea con la homosexualidad.
–Sí, porque cuando Facundo y Lola se hablan, son dos hombres. Es más, hasta entonces Lalo creía que Facundo era un tonto. Cuando ocurre la transformación, lo ve con otros ojos: lo descubre sensible, humano… Y le empieza a caer bien, a gustar. Aunque Lalo no entienda ni acepte su nueva sexualidad, sabe que ya no podrá tener la vida que tenía…

–¿Cómo hiciste hasta hoy para zafar de los escándalos?
–Traté siempre de trabajar concentrada. Siento el respeto de la gente, es algo que agradezco mucho: el trato del público y la prensa. Creo que eso también depende de uno, de los límites que pongas, de lo que cuentes y lo que no.

–¿Seguís sola?
–Sí, sigo sola. Es que estoy trabajando mucho…

–¿En ese tema?
–En ese tema también… ja, ja, ja.

–Candidatos no te deben faltar…
–No, no. No tengo novio, pero tampoco estoy sola, sola. ¿Cómo te lo explico…? Hay alguien que me gusta y con quien me encuentro cuando los dos tenemos ganas y tiempo. ¡Eso!

–Bueno; en el fondo llevás un estilo de vida muy masculino: sos independiente y te negás a los compromisos.
–¿Quién te dijo eso? ¡Nada que ver! Yo no le temo al compromiso. ¡Ojalá se me dé!

Fue la villana simpática de Sos mi vida y Son amores. Ahora, le llegó la chance de ser una heroína distinta en Lalola, su gran desafío.

Fue la villana simpática de Sos mi vida y Son amores. Ahora, le llegó la chance de ser una heroína distinta en Lalola, su gran desafío.

“Los hombres corren con muchas ventajas. Sin embargo, si pudiera elegir mi sexo volvería a nacer mujer. Nada me divierte más que tener una vida complicada…”

“Los hombres corren con muchas ventajas. Sin embargo, si pudiera elegir mi sexo volvería a nacer mujer. Nada me divierte más que tener una vida complicada…”

“Hoy siento  que la gente me acepta y me quiere; lo noto  en la calle. Me gané el cariño de hombres y mujeres por igual. No sé… Parece que les caigo simpática… Y, en verdad, ¡lo soy!”

“Hoy siento que la gente me acepta y me quiere; lo noto en la calle. Me gané el cariño de hombres y mujeres por igual. No sé… Parece que les caigo simpática… Y, en verdad, ¡lo soy!”

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