Fue el 8 de octubre de 2010, hace exactamente diez años. Carlos Andrés Calvo (67) se disponía a salir a escena en la obra Taxi 2, en Mar del Plata, cuando un segundo ACV volvió a paralizar su organismo. Entonces ya nada fue igual: aquel nuevo golpe a su salud lo condicionó por el resto de su vida.
Su primer accidente cardiovascular lo había sufrido en marzo de 1999. Internado once días en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, y con secuelas de movilidad en el sector de izquierdo de su cuerpo, llevó a cabo una rehabilitación en La Habana, Cuba, que incluso le había permitido volver a la actuación.
Pero el nuevo ACV, que derivó en una internación de urgencia en el Hospital Comunidad, de la Ciudad Feliz, fue demasiado en tan poco tiempo. Si bien cuatro días después de que lo sufriera le fue retirado el respirador artificial y empezó a mover las extremidades y a pronunciar algunas palabras, recién fue dado de alta en febrero de 2011.
El panorama se había agravado respecto al primer ACV: afectó su parte cognitiva. Entonces Carina Gallucci, su ex esposa, contaba: “Perdió la capacidad de leer y escribir. Sólo firma y escribe su nombre. No tiene la memoria inmediata y confunde palabras, pero comprende perfectamente todo lo que se le dice", agregaba.
El esfuerzo de Carlín y la compañía de sus afectos le permitieron volver a trabajar, aunque brevemente: se despidió en 2014, protagonizando la obra Leonas, junto a Carmen Barbieri y Nazarena Vélez.
Con los años continuó la recuperación en su departamento de Belgrano, siempre acompañado por Gallucci (aunque estaban separados antes del segundo ataque cardiovascular), sus hijos Abril y Facundo y tres enfermeras que lo asistían en turnos rotativos.
También seguían a su lado esos amigos incondicionales que había cosechado, que lo visitaban e iban a comer con él. Con el productor teatral Javier Faroni a la cabeza, no faltaban Marcelo de Bellis, Carlos Olivieri, Diego Pérez, Matías Santoianni, Fabio Cuggini ni Carna Crivelli.
Tres años atrás, entretanto, su hijo declaró que Carlín seguía con el mismo tratamiento y se encontraba estable, aunque reconoció que era difícil que volviera a la actuación.
Ya avanzado 2020, la pandemia y las precauciones que exige alteraron bastante la dinámica de sus cuidados, por lo cual dos meses atrás fue derivado a un centro de alta complejidad en Parque Patricios, destinado a personas de avanzada edad con este tipo de enfermedades. "Ya no reconoce a nadie", contaron sus íntimos.
El 23 de noviembre su salud volvió a empeorar y fue internado en la Unidad de Cuidados Críticos del Sanatorio de la Trinidad, "por presentar sangrado urinario y un cuadro de sepsis severa secundario a una infección urinaria". Era el principio del fin.
Hoy, 11 de diciembre, a los 67 años, el querido Carlín decidió que la lucha de tanto tiempo llegaba a su fin, que ya lo había dado todo. Sus afectos y la legión de colegas, compañeros y admiradores que siempre lo quisieron (¿hay alguien que hable mal de él?), le agradecen y le desean el mejor viaje: ése que se merece.
