“Puedo hacer que un candidato sea más simpático, pero no mejor político” – GENTE Online
 

“Puedo hacer que un candidato sea más simpático, pero no mejor político”

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Para que lo entendamos mejor ofrece algunas máximas que describen su ADN, el genoma del hombre que todas las noches interpreta a Francisco de Narváez en ShowMatch: “Lo primero a saber es que siempre fui un payaso. Digamos que nunca le tuve miedo al ridículo”, empieza. “¿Cómo me iba con las minas? Y, la verdad, durante mi adolescencia fui bastante boludón, me costó avivarme”, recuerda. Eso, hasta que llegaron los primeros flashes, el photoshop de la fama, ese que convierte a todo ser humano en un ser humano más bonito e interesante. Hablamos de 1997, cuando lo llamaron de la producción de VideoMatch para anunciarle que el tape que había dejado un año antes, había gustado y mucho: “Marcelo quiere que ya comiences a trabajar con él”.

 

Pero, la historia de Roberto Peña (33) tiene mucho back up. El punto de partida es Minas, una ciudad de 40 mil almas en el departamento uruguayo de Lavalleja. Allá empezó a “payasear”, como dice él. También recuerda que a los diez años vendió su primer show en un escenario de la plaza del pueblo, “por un choripán, una Coca y una entrada al cine”. Su parodia de Les Luthiers pegó tan bien que los padres, Luis Alfredo Peña y Ana Elena Chappe, decidieron subirlo a su camioneta y llevarlo de gira por el interior del país. El “curro” duró hasta los 18 años. Cuando el muchacho pasó a medir más de 1,80, su tamaño hacía que la imitación no enterneciera a los espectadores y el paso de la gorra ya no rendía: “No podía robar más con eso”.

En el medio, Roberto aceptó miles de changas. “Mi viejo me quería hacer laburar”, bromea. Entre ellas, repartir carne con una moto y cortar pasto “a domicilio”, ríe. Pero lo suyo seguía siendo el arte. Estudió actuación, pintura y malambo en Montevideo, y también tiró varias patadas de taekwondo. Esas otras artes –las marciales– lo llevaron a trepar los techos del barrio vestido de Spiderman. “Al principio las vecinas se asustaban, pero después se daban cuenta. ‘Es el loquito Peña’, comentaban. Me había convertido en el personaje del pueblo”, recuerda.

–¿Tu faceta artística te convertía en el galán del lugar?
–¡Para nada! En los boliches de Minas bailaba arriba de los parlantes, era un fideo de flaco, y con eso ganaba… la entrada y el drink. Hacía de Michael Jackson, me disfrazaba y todos se cagaban de risa. ¿Qué iba a ganar? ¡A los 15 todavía andaba vestido de Llanero Solitario!

–¿VideoMatch cambió la racha?
–Le tomé el gustito a las chicas en 2002, cuando fuimos a hacer radio a San Bernardo. Juntábamos dos mil personas en la playa y con Rodrigo Rodríguez nos frotábamos las manos. La fama ayuda a que las chicas te vean más lindo. Me duró poco porque conocí a Valeria y debí retirarme…

–Leí que tu noche ideal es en un monte, con tu mujer y tu mamá. Con todo respeto: ¿no sobra tu vieja?
–¡Ja ja! La noche ideal es monte, río, camping, fogón, asadito y la familia. Si están mi viejo y mi vieja, buenísimo, pero sino con mi mujer Valeria (31), mi beba Abril (2) y mi hija mayor Carolina (12), está bárbaro. Caro es de mi primer matrimonio. Hasta hace un tiempito había algunas cuestiones que nos separaban. Pero hoy la vida me encuentra mejor parado para reencauzar la historia.

–¿Creés que con tu caracterización de Francisco, le estás dando una mano a De Narváez?
–Si se la está dando alguien, en todo caso, será Marcelo. Tal vez mi personaje lo haga más simpático o más querible, pero yo no puedo hacerlo mejor político de lo que es. No hay que mezclar, la gente no tiene que confundirse: el 28 de junio se está decidiendo el futuro de un país.

–¿Creés que cuando bailó en el Derecho a réplica lo dejaste en ridículo?
–No, estuvo bueno que se haya animado, y creo que la zafó bastante bien. ¡Podría haber sido mucho peor! Muestra predisposición y, algo que no me había dado cuenta, se mata de risa. La risa es una de las características que mejor pegó en el personaje.

–¿Hay que disfrutar cuando un político queda en ridículo o pensar que se siguen riendo de nosotros?
–Aunque muchos se han reído de nosotros a lo largo de los años, Marcelo nunca lo usó para bajar línea ni para ridiculizarlos... Hay cosas que no se entienden, como los candidatos que no van a asumir. Son cuestiones que permite la sociedad, aunque muchas se cortaron después del cacerolazo de 2001.

–¿Cómo te cae el verdadero Francisco De Narváez?
–Empecé a conocerlo mejor cuando me pidieron el personaje y, la verdad, repasando la lista de candidatos, siento que podría haberme tocado algo mucho peor. Dentro de todo me gustó, y creo que es un buen momento para el cambio.

–¿Si tuvieras documento argentino lo votarías?
–Como ciudadano estoy conforme con el gobierno de los Kirchner. Se los puede acusar de muchas cosas, pero lo cierto es que hoy vivimos tranquilos a pesar de que atravesamos una crisis mundial. Sin embargo, por otro lado, no es bueno que el poder lo tenga uno solo. Te repito, en este momento iría por el lado de un cambio.

–Muchos creen que Tinelli le dio el último empujón a la reelección de Carlos Menem en 1995. ¿Hasta dónde puede influir un programa de televisión?
–Puede influir y mucho, por eso hay que tener cuidado. A veces se manejan mal las cosas, pero Marcelo es muy inteligente y lo ha llevado por buen camino. La tele es una bolsa de m... He visto programas que escrachaban a abusadores de menores por internet y en seguida te mandan la tanda: “Mandá gatita al…”. Es una falta tremenda de tacto.

–¿Si vos ganás en Gran Cuñado, creés De Narváez gana en las urnas?
–Me encantaría llegar a la final con mi personaje, aunque me parece que no tiene nada que ver eso con lo que vaya a suceder en las urnas. Ojalá le vaya bien por la buena onda que me ha tirado.

–¡Y porque De Narváez es dueño de un canal..!
–¡Ja, ja! Para nada. Nunca le pediría nada y tampoco querría que mi carrera vaya en torno al personaje de Francisco. Si me va bien, será por Roberto Peña que arrancó pasando la gorra y por los doce años de carrera que ahora empiezan a reconocerse un poco.

–¿Sufriste alguna situación rara, algún llamado incómodo desde que comenzaron con el humor político?
–Lo más incómodo fue la confrontación con De Narváez en Intrusos, donde fui como invitado y cayó Francisco. Resultó incómodo, sobre todo porque la idea era que nos encontráramos por primera vez en ShowMatch. Pero, bueno, esa es la presión que puede ejercer el dueño de un canal: “Entro al estudio y me siento”.

–Volvemos a lo estrictamente político, ¿escuché por ahí que estás en desacuerdo con las candidaturas testimoniales?
–Totalmente. Si un candidato es electo, debe asumir, no hay otra.

–No quiero comprometerte, pero ¿puede decirse que tu jefe tuvo una candidatura testimonial con Bailando Kids?
–Sí, ja ja, ahí mostró la hilacha. Nosotros lo cargamos con eso y Marcelo se ríe mucho. Pero, te reitero, es importante diferenciar la política de lo que pasa en la televisión.

Años atrás Peña había pegado con su imitación de Alejandro Sanz. Ahora, hace reía como Francisco de Narváez. Sí, es lo mismo...

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“Cuando De Narváez bailó en Gran Cuñado no hizo el ridículo, para nada. Me pareció un tipo con un gran sentido del humor”

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Roberto Peña conoció a su actual mujer, Valeria, en 2002: “Justo cuando empezaba a disfrutar de la fama”. Hace dos años nació Abril, la primera hija de la pareja y la segunda de Roberto, que ya era papá de Carolina, ahora de 12 años.

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