«Por vivir a mil, perdí a una mujer que me importaba mucho» – GENTE Online
 

"Por vivir a mil, perdí a una mujer que me importaba mucho"

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Horacio pasó casi al galope por Mar del Plata. Un anticipo del 2002 que vendrá, con una agenda colmada de obligaciones: desde el 8 de febrero hasta el 15 de abril, competencia en los Estados Unidos por la copa de

Palm Beach; después, armar la valija y volar a Inglaterra desde mayo hasta julio; en agosto, cruzar el Canal de la Mancha para jugar en Francia. Para su fortuna, el último tramo del año pasado lo encontró, junto a sus hermanos Bautista y Marcos y Mariano Aguerre (reemplazante del fallecido Gonzalo) en lo más alto del polo mundial, ganador del Abierto de la República Argentina con
Indios Chapaleufú I Marlboro, tras cuatro años sin títulos allí, y ante La Dolfina -el clásico rival-, por 17 a 16, con muchísima garra y gol de oro.

Pero es sobre su interior, desconocido y no tan dorado como su juego, que habla en esta entrevista. Horacito sabe lo que son los golpes, y cómo levantarse. En mayo de 1995, jugando el Abierto de Inglaterra, un bochazo le hizo perder el ojo derecho; en 1998 falleció Horacio, su padre, de cáncer; el 6 de abril de 2000, su mellizo Gonzalo murió al volcar su camioneta cerca de Intendente Alvear, el pueblo pampeano que es cuna y matriz de la dinastía Heguy. Hoy, sin pudor, el mayor de los hermanos abrió su corazón para contar su íntimo, duro y doloroso camino para volver a vivir.


-¿Los polistas tienen, como los futbolistas, una edad para retirarse?

-No, depende más del físico y de las ganas. Por ahora, sigo con ganas de jugar. Tengo 37 años y pasé casi toda mi vida sobre un caballo, y esa sensación la quiero seguir disfrutando por mucho tiempo. Aparte, no pasa un día sin que taquee y ande a caballo.

-¿Y qué hace cuando no anda en un pingo?

-Intento ocuparme de Penal 1, el bar que tengo en Las Cañitas, y de la revista de polo que manejo. Pero este deporte es muy absorbente, y no siempre me deja tiempo para ocuparme a full de esas actividades.


-¿Cómo se porta como tío de Jesusita, la hija de su hermano Gonzalo?

-(Sonríe). Uhhh… la malcrío mucho, y me encanta regalarle cosas. Me cuesta estar con ella por una cuestión de tiempo, pero cuando nos vemos lo disfrutamos mucho.

-¿Sabe que la gente tiene otra imagen de usted? Lo ven como el playboy del polo.

-Antes me gustaba salir, ir a bailar, pero la vida tiene etapas que se van superando. Pensaba que sólo debía divertirme, entonces el eje de mi vida pasaba por ahí. No sé… quizá la vida que tuve no me dio la posibilidad de pensar que formar un familia era la felicidad, como pienso ahora. Yo no he tenido demasiadas posibilidades de asentarme. Con el polo vivo viajando de un lado para otro y…


-…Y su vida, convengamos, no fue fácil. 

-No tuve tiempo de parar, empecé cuando era muy chico y pasó todo muy rápido para pensar qué quería. Así que lo más fácil era divertirme y no pensar. Sufrí mucho cuando tuve el accidente jugando al polo, después murió papá, murió mi hermano, así que evadía la realidad viviendo de esa forma. Pero hoy, que pasó un poco el tiempo, quiero que mi vida sea más real.

-¿Qué lo hizo cambiar?

-Cambié porque ahora ya no tengo más miedo de vivir. La edad me dio más estabilidad, también haber vuelto a ganar el Abierto de Palermo, tener ganas de estar con alguien. Y por eso, para disfrutar cada segundo de mi vida a pleno, hace cinco meses decidí no tomar más alcohol, no probar una cerveza más. Eso me ayudó a estar más fuerte, a cambiar la cabeza y ver la vida de una forma más concreta. Ir a un boliche sin tomar es normal, no es tan excitante y alegre, pero mi mundo antes era una fantasía.


-¿Está enamorado?

-No, estoy solo pero distinto… tal vez una mujer me hizo cambiar. Pero ya no tengo más ganas de ser el de antes, cuando salía con alguien sólo por una atracción física. Mirá, por vivir a mil, perdí a una mujer que me importaba mucho. En fin, la única forma de aprender en la vida es sufriendo. Y yo, por suerte, me di cuenta y empecé a cambiar.

Horacio en Mar del Plata, donde participó de un partido de polo. Desde chico aprendió a andar a caballo y a taquear. Un grande de su deporte que superó varias tragedias y ahora quiere ser campeón en la vida.

Horacio en Mar del Plata, donde participó de un partido de polo. Desde chico aprendió a andar a caballo y a taquear. Un grande de su deporte que superó varias tragedias y ahora quiere ser campeón en la vida.

Horacio en los momentos previos al desafío marplatense contra <i>La Dolfina</i>. El mayor de los Heguy es un ejemplo de perseverancia ante la adversidad. Y hoy vive uno de sus años más gloriosos.

Horacio en los momentos previos al desafío marplatense contra La Dolfina. El mayor de los Heguy es un ejemplo de perseverancia ante la adversidad. Y hoy vive uno de sus años más gloriosos.

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