“Por su ciclotimia, la Argentina es un país carne de diván” – GENTE Online
 

“Por su ciclotimia, la Argentina es un país carne de diván”

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Este año, Jorge Guinzburg está muy ocupado. Sobre las cinco de la mañana está repasando los diarios para, a partir de las 9.30 y hasta las 13, comenzar a conducir Mañanas informales (de lunes a viernes por Canal 13). Después, a casita, almuerzo y breve siesta, antes de empezar, a partir de las 17 y hasta las 20, Vitamina G, su programa por Radio Mitre. A semejante ritmo, todavía hay que sumarle su compromiso con el diario Clarín, donde cada domingo publica su columna Desde el diván, tarea que lo enfrenta a la computadora todos los sábados por la mañana. Allí, Guinzburg viene analizando la actualidad, y gran parte de esos textos ahora llegaron al libro Sesiones extraordinarias, editado por Grupo Editorial Norma. Es hora de empezar la sesión, entonces.

–Antes que nada, ¿por qué no cuenta cuál es su verdadera relación con el psicoanálisis?
–Mi relación con la terapia lleva muchísimos años, los últimos veinte, con el mismo terapeuta, Hernán Kesselman. En tanto tiempo atravesé muchísimas etapas. Pero hoy uso la terapia más como un disparador creativo que como un espacio para tratar problemas personales. Y lo encuentro sumamente aconsejable para la gente.

–¿Qué descubrió? ¿Qué le aportó?
–No descubro nada si te digo que a medida que uno se conoce más, está mejor. Es como el viejo chiste del tipo que se hacía encima, va al terapeuta y después de un tiempo se encuentra con un amigo, que le dice: “Y, ¿resolviste tu problema?”, y él le contesta: “No, pero ahora ya no me importa”. O sea, no sé si uno cambia tanto su conducta, pero entiende los porqué de su conducta. Por otro lado, el ver que los demás no hacen lo que yo creo que tienen que hacer, me sirvió para preguntarme: “¿Por qué será que no lo hacen?”. Y está claro que en la medida en que te conocés más vos, entendés a los demás. En el caso concreto del libro, las columnas son un juego para poner en escena a una persona que no es que no entiende lo que le pasa: lo que no entiende es la realidad.

–Y en ese sentido, la Argentina da mucho juego, claro...
–Sin dudas, por su ciclotimia, éste es un país carne de diván. Fijáte: Kirchner se va a El Calafate a pensar, porque los glaciares son como un símbolo de la Argentina. Uno los ve erguidos, sólidos, eternos… y cada tanto se desmoronan. Y me parece que con la Argentina pasa algo parecido. Y al revés: uno la ve en el fondo del abismo, de pronto emerge y pareciera que la gente se olvida. Es raro cómo pasamos de la depre al éxtasis.

–Si el libro se publicara mañana, el tema de la última columna sería el cambio de bando de Borocotó, ¿no?
–Totalmente. Y en ese sentido, puedo llegar a entenderlo de parte de Borocotó, a partir de una persona que intenta sacar ventajas. Lo que me llama mucho la atención es que un gobierno que se define de centroizquierda le abra los brazos a alguien que está mucho más a la derecha que muchos de los integrantes del partido de Macri. Es un contrasentido asimétrico, y me parece mucho más vergonzoso el que compra que el que (se) vende.

–¿Nota algún cambio en Kirchner antes y después de las elecciones?
–Con el Presidente tengo una sensación positiva y otra negativa. Lo de la Cumbre lo resume: aplaudo a un presidente que no entrega, pero no aplaudo a un presidente que se lleva el mundo por delante. Por eso te decía que la realidad es difícil de entender, muy de diván.

–¿Al doble discurso de Kirchner lo ve como algo estratégico o como impulsos viscerales?
–Creo que en este caso significa lo siguiente: se dice lo que se quiere, se hace lo que se puede. El discurso es la expresión de deseos; la acción es lo que se puede.

–¿Y Cristina? ¿Qué imagen tiene de la Primera Dama?
–No sé… En realidad, todo el que quiera conocer a mi mujer no me tiene que escuchar a mí, sino a ella. Yo creo que la gente votó a Cristina escuchando a Kirchner. Y como todavía no la escuché, está por verse.

–Lo llevo a la tan mentada guerra de la TV. ¿Esperaba tanto fuego cruzado?
–Bueno, para empezar, de venir de dos canales que luchaban mano a mano –el 13 y Telefe–, este año se les sumó el 9. Lo que está por verse es qué pasa con el 9 sin Tinelli. ¿Podrá mantenerse en la pelea?

–Eso. ¿Qué va a pasar el año que viene?
–Y, da la sensación de que el resto de la programación de Canal 9 no está a la altura, que su fortaleza está demasiado supeditada a Tinelli. Pero la verdad es que a comienzos de año pensé que iba a ser mucho más dura de lo que fue. Por ahí queda feo, porque pareciera que estoy hablando de mí, pero este año, a partir de nuestro debut con Mañanas informales, es evidente que la televisión sumó un horario. Público que todavía no sé bien a quién se lo sacamos –porque no es que midan menos las radios–, pero lo cierto es que en la franja matinal de la tele hay días de entre 16, 17 y hasta casi 20 puntos de rating.

–¿Cómo definiría a Tinelli?
–Creo que la gente pondera al conductor, algo evidente a partir de 15, 16 años de liderazgo. Pero sería miope ver sólo al conductor y no al productor. Es un gran productor, con una visión tremenda, capaz de cambiar sobre la marcha con éxito. Es un grande de la tele, sin dudas.

–¿Lo sorprendió no verla a Susana ganadora como siempre?
–Voy a parecer un tibio, pero plantear como perdedora a alguien que no baja de los 15 puntos, y que llega a los 18, 19 todos los días, en un horario que no es el suyo… Para mí, ése fue su único error: si estoy bien a las ocho, para cambiarme me tienen que pegar un tiro. Pero no, no siento que haya perdido.

–¿Y Suar?
–Suar arrancó mal, movió el tablero con un gran riesgo personal, poniendo la cara, y Sin código está siendo un batacazo, a lo que hay que sumarle la mejora de las mañanas, más el fenómeno de Diego. Cuando todo el mundo pensaba que quedaba tercero, sólo perdió un mes. Dio vuelta todo y hoy Canal 13 hasta está ganando el prime time.

–Ahora hábleme de Pergolini…
–Y, probablemente, de todos los programas de los que estamos hablando es el que más ganas me da de ver.

–Por cierto… ¿Alguna vez habló con Mario de la evidente herencia que recibió CQC de La noticia rebelde?
–Sí. Una vez me contó cómo nació CQC. Me detalló cómo se lo vendió a Eurnekian. “Ah”, le dije, “le contaste La noticia rebelde”. Más allá del chiste, me parece que sobre una idea se puede hacer una copia o una creación. Yo creo que CQC es una creación. Se podría decir que La noticia… inauguró el género “periodismo humorístico”, pero dentro de ese género, CQC tiene personalidad propia.

–Usted que lo conoce bien, ¿cómo explica la caída de Nico Repetto con sus últimos programas?
–(Larga pausa) En realidad, no sé qué decirte. Yo imaginé que en su último programa iba a hacer más ruido y que iba a haber algunas ideas nuevas. Pero estoy seguro de que en algún momento va a dar un batacazo.

–Por último: ¿Pettinato?
–Lo conozco desde hace mucho, más de 20 años, cuando estando en Sumo integró la redacción de la última etapa de la revista Satiricón. Me parece un tipo muy talentoso, muy observador; escribe muy bien y de hecho alguna vez le dije que me gustaría producirle un espectáculo teatral. Sólo un pero: quizás a veces, en los monólogos, me gustaría que dijera más que lo que actúa.

–Su tiempo, Guinzburg. Hasta la próxima sesión.

El juego fotográfico con Guinzburg haciendo de psicoanalista y paciente a la vez.  Tras 20 años de terapia, dice: “<i>Más que para tratar problemas personales, hoy la uso como un disparador creativo</i>”.

El juego fotográfico con Guinzburg haciendo de psicoanalista y paciente a la vez. Tras 20 años de terapia, dice: “Más que para tratar problemas personales, hoy la uso como un disparador creativo”.

“<i>Kirchner se va a El Calafate a pensar porque los glaciares son como un símbolo de la Argentina. Uno los ve erguidos, sólidos, eternos… y cada tanto se desmoronan. Con el país pasa algo parecido</i>”

Kirchner se va a El Calafate a pensar porque los glaciares son como un símbolo de la Argentina. Uno los ve erguidos, sólidos, eternos… y cada tanto se desmoronan. Con el país pasa algo parecido

“<i>¿La Primera Dama? No sé... En realidad, todo el que quiera conocer a mi mujer no me tiene que escuchar a mí, sino a ella. Yo creo que la gente votó a Cristina escuchando a Kirchner</i>”

¿La Primera Dama? No sé... En realidad, todo el que quiera conocer a mi mujer no me tiene que escuchar a mí, sino a ella. Yo creo que la gente votó a Cristina escuchando a Kirchner

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