Por qué se mató Juan Castro – GENTE Online
 

Por qué se mató Juan Castro

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El último día. El martes 2 de junio lo sorprendió en Endemol, la productora
responsable de Kaos en la ciudad donde lo habían nombrado "director artístico".
Cenabas junto a tu amigo y productor Carlitos, Juan. Hacían tiempo, esperaban la
llegada de los dos camarógrafos que los asistirían en la realización de las
notas correspondientes a un nuevo segmento del programa llamado Sonámbulos.
A la una de la mañana partieron "de cacería": otra vez a recorrer la
ciudad, ahora en busca de los Sonámbulos del Kaos. Conforme a lo acordado
en la última reunión de producción, Juan Castro abordó un colectivo -ya nadie
recuerda la línea- en donde entrevistó a un inmigrante paraguayo indocumentado.
Su recorrido lo llevó luego a la plaza vecina al Hospital Garrahan, en el
corazón de Parque Patricios. Allí habías pasado gran parte de tu infancia, Juan.
Y si bien nunca te habías dejado seducir por el fútbol, festejabas los goles de
tu hermano Hugo como propios. ¡Si hasta te convertiste en quemero -hincha de
Huracán, claro- por "influencia familiar y geográfica"! Se lo contaste a
tu amigo Carlitos… Poco después, Juan Castro y su equipo de producción se
toparon con un motoquero desconsolado.

-Vengo del casino, perdí mucha plata… Cuando llegue a casa mi mujer me va a
matar-, le confesó aquel hombre.

-Vamos a tu casa, yo te ayudo con tu mujer-, le contestó Castro.

Era una buena historia. Juan abordó la moto y acompañó al muchacho hasta su
casa, en Caballito. Despertaron a la esposa. Se sucedieron luego la confesión
del jugador, la sonrisa de Juan Castro y el perdón de la esposa damnificada. Eso
fue todo. El remise lo dejó otra vez en su casa poco después de las seis de la
mañana.

Juan durmió algunas horas y al mediodía regresó a Endemol. Mantuvo
reuniones con las autoridades y con el equipo de producción de su Kaos en la
ciudad
. Aún estudiaba la oferta para conducir Cadena de favores, una
suerte de magazine solidario que se iba a emitir por la pantalla de Canal 13…
Programó sus viajes: el 4 de marzo próximo -en tan sólo dos días, claro-
partiría rumbo a Colombia, después recalaría en Haití, de allí a Brasil y,
finalmente, regresaría a Oriente Medio. Castro quería contar con la presencia de
Cristina Fernández de Kirchner en su primer programa, e intercedió en las
negociaciones que mantenía desde hacía ya algunos días una de sus productoras.
No tuvo éxito. Luego le dejó un mensaje a Diego Buranello, el jefe de prensa de
la primera dama. "Trabajamos durante algunas horas en el armado del programa.
Juan estaba de muy buen humor
", resumiría luego el productor Adrián
Santucho. A las 17:45 horas decidió dar por terminada su jornada de trabajo. Se
despidió de sus compañeros con una de sus clásicas bromas que cualquiera podría
considerar, también, un anuncio o una provocación:

-Voy a llamar a uno de mis dealers…- dijo.

Aquellos que trabajan en los escritorios vecinos a la recepción lo
escucharon. Sonrió y cerró la puerta. Se dice que aún tenías tres dealers, Juan:
la travesti, la vieja, y el muchacho que brindaba su "servicio de delivery"
a bordo de un Peugeot. Caminó hasta el Baby bar -la fonda más próxima a
la productora- y ordenó pascualina y Coca-Cola light, un menú acorde a su dieta.
Luego abordó un taxi y partió rumbo a su casa, El Salvador 4753. En las
escaleras se cruzó con Santiago Pont Lezica, el director artístico de radio
Millenium
: "Lo vi fenómeno, de buen humor. Estaba vestido con ropa de
gimnasia
", declararía luego. Cruzó el umbral del 1º E y se sumergió en su
mundo privado. Recién entonces se pierden tus rastros, Juan.
La laguna se extiende por algo más de veinte minutos. En ese lapso, rompiste dos
televisores y un equipo de música, Juancho. Gritaste tan alto que te escucharon
tus vecinos. Sin embargo, los peritos de la Policía Federal comprobaron que
estabas solo. ¿Otra vez las alucinaciones? Como aquel día en el que sentiste tu
cuerpo lleno de piojos y arrasaste con los Nopucid del boticario de la esquina
para echártelos encima… Una tarde sentiste ratas adentro tuyo y bebiste veneno.
¡Las horas que pasaste espiando por la mirilla de tu puerta, asustado, en un
evidente cuadro de paranoia! Nadie lo sabe. Tampoco te acompañaba Carolina Opole,
tu asistente terapéutica. ¿Adónde estaba ella? ¿Tenía que estar con vos allí? "Hablaba
por teléfono
", dedujo la policía. La jueza Susana Castañera de Emiliozzi (N.
de la R.: a cargo del Juzgado de Instrucción 31) ya ordenó rastrear los últimos
llamados realizados y recibidos en tus teléfonos "de piso" y celular.
Encontrará, sin dudas, la comunicación que te hizo Pablo Codevilla desde Canal
13 para anunciarte que habían decidido cambiar el día de emisión de Kaos
en la ciudad: ya no iría los jueves, como de costumbre, sino que pasaría a los
lunes. Había una botella de whisky y algunos vasos sobre la mesa. Hablan también
de estudios médicos ("el resultado de un examen de HIV", se apresuran
algunos), pero por el momento no son más que trascendidos. El departamento
estaba regado de antidepresivos y ansiolíticos. Algo te empujó hasta el balcón,
Juan. Y de allí, al vacío. Dicen que alguien te imploró que no saltaras, sin
embargo, semejante testimonio no figura en la causa judicial. Fue un hombre o
una mujer -su sexo varía según el informe periodístico, Juan-, un supuesto
vecino del piso de arriba.

Manolo, el asistente de portería, no habla con la prensa. "No quiero
perder mi trabajo
", se excusa toda vez. Su declaración sería contundente,
esclarecedora. Entre íntimos, cuenta su versión de la historia. Dice que,
alertados por los gritos de Castro, los vecinos le ordenaron ir a averiguar qué
sucedía. "¡Me quieren matar!", habría escuchado exclamar a Juan. Golpeó
la puerta y no obtuvo respuesta. Entonces recibió nuevas instrucciones: como
sea, debía entrar al departamento y ver qué le sucedía al periodista. Como fuere
-con una copia de la llave o mediante el uso de la fuerza-, Manolo habría
irrumpido en el 1º E. Dice que vio a Castro parado en el centro de su living.
Con el torso desnudo y de espaldas. Y que, cuando Juan advirtió su presencia,
sin siquiera voltearse para mirarlo, corrió hasta el balcón y saltó al vacío.

¿Qué suicida intentaría terminar con su vida arrojándose desde un primer
piso? Son 4,80 metros… Cayó sin reflejos, ni siquiera atinó a colocar sus brazos
para amortizar el golpe. Faltaban algunos minutos para las 19 horas. Su cabeza
impactó directamente contra la vereda de baldosas de piedra lavada, provocándole
un edema cerebral. Y su pierna izquierda sufrió dos fracturas expuestas: una
justo encima de la rodilla y la otra a la altura del tobillo. Un vecino alertó a
la policía. El cabo 1º José Zayas -que monta guardia en la esquina de El
Salvador y Gurruchaga- fue el primero en llegar a socorrerlo. Lo descubrió
inconsciente, descalzo, con su torso desnudo y bañado en sangre. No tenía ningún
teléfono en sus manos. Estaba desfigurado pero aún se mantenía con vida. Los
médicos del SAME ni siquiera te reconocieron, Juan.

Fue derivado al Hospital Fernández. Allí lo entubaron y conectaron a un
respirador artificial. A través de una tomografía computada detectaron un
hematoma subdural. A las 20:45, Juan Castro entró al quirófano. Fue intervenido
por dos equipos de cirujanos, en simultáneo. Mientras los traumatólogos sanaban
las heridas de su pierna, los neurocirujanos intentaban drenar la sangre que
invadía y comprimía su cerebro. Minutos después de la medianoche, los
periodistas que montaban guardia en la puerta del hospital recibieron el primer
parte médico. En la voz de la doctora Liliana Votto, directora del Fernández: "El
pronóstico es reservado, sombrío. Es un milagro que Juan Castro esté con vida
",
disparó.

Lucho Pavesio fue el primero en llegar al hospital, Juan. Tu novio no
encontraba consuelo. Tu padre, Hugo, arribó minutos después. "¿Qué pasó? Me
enteré por la radio…
", repetía ya en sala de espera. También estaba Juan
Santa Cruz, la primera pareja que exhibiste públicamente. Después aparecieron
Georgina Barbarossa, María del Carmen Valenzuela (N. de la R.: que te ofrendó
el mismo rosario que rezó una y otra vez cuando fue internada su hija, Malena, y
una piedra volcánica
), Viviana Canosa, Adrián Suar, Laura Oliva, Ronnie
Arias, Verónica Lozano, los responsables de Endemol, tus compañeros…
También el vocero presidencial, Miguel Núñez, y Aníbal Ibarra, el jefe de
Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Tu mellizo Mariano recién llegaría el
jueves 4, en vuelo directo desde México.

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Su agonía se prolongó por más de cincuenta horas. Nunca despertó de su coma
profundo. "Tiene la cabeza hinchada como una pelota de básquet, cubierta
desde la boca hacia arriba
", describieron entre lágrimas quienes llegaron
hasta su lecho, en el pabellón de Cuidados Intensivos del segundo piso. Un cura
-residente del Hospital Muñiz, que no se presentó ante los periodistas sino que
sólo imploró "recen, recen por Juan"- le ofreció la extremaunción. Los
días miércoles y jueves se sucedieron sin novedades favorables: su supervivencia
aún era considerada "un milagro". Los informes de la doctora Votto jamás
alentaron a la recuperación. En las últimas horas, una insuficiencia renal
complicó aún más el cuadro. Junto a la rampa de ingreso al Hospital Fernández se
improvisaron algunas cadenas de oración espontáneas.

Te fuiste, Juan. Comprobaron tu muerte en la madrugada del viernes 5 de marzo
último. "El paciente hizo un cuadro que se llama falla orgánica múltiple o
disfunción orgánica múltiple, que es la expresión máxima del daño que ha
recibido. Le falla el corazón, los riñones, el cerebro, los pulmones… Y, a las
2.30 horas, todo eso convergió en un paro cardio-respiratorio letal
", contó
luego uno de los médicos que te asistió en esta última pelea. Eras donante de
órganos, inscripto en el INCUCAI. Sin embargo, no fueron aceptados "por
razones médicas
". Existen dos razones para que los órganos de un donante
sean rechazados: que estén contaminados con enfermedades como cáncer o HIV, y/o
que el paciente integrase algún "grupo de riesgo", entre los que se
considera a drogadictos y promiscuos, explicaron médicos del Fernández. Cerraste
los ojos, como lo hacías durante tus ejercicios terapéuticos. Pero ya no los
volviste a abrir, Juan…

El viernes 5 de junio, a las 4:30 de la madrugada, el cuerpo de Juan Castro
fue llevado a la Morgue Judicial. Durante la autopsia, que finalizó a las 9, se
comprobaron "politraumatismos, hemorragias cerebro-venijias, fractura de
cráneo y lesiones en su miembro inferior izquierdo
". También fueron
extraídas muestras de orina, sangre, vísceras y cabello para futuros análisis.
El mellizo Mariano Castro fue quien autorizó su traslado hacia el salón
velatorio Casa de Paz, en Acevedo 1120. Pero no hubo velorio, fue tan sólo una
escala obligatoria previa al traslado a su destino final: el cementerio de la
Chacarita.

El responso duró tan sólo algunos minutos, Juancho. Tenías fe, pero
desconfiabas de los curas. Decías: "son ellos los que, en nombre de Dios, me
condenan por mi orientación sexual
". Una multitud acompañó tu cortejo:
amigos, compañeros de trabajo, jefes y subordinados, autoridades políticas y
admiradores. Muchos admiradores, Juan. Lucho Pavesio, tu padre Hugo y tus
hermanos Hugo y Mariano encabezaron la procesión. Soportaron, impávidos, cámaras
y flashes. Entre lágrimas, aplausos, muestras de admiración y palabras de
aliento, te acompañaron hasta el nicho 27.732 de la galería 20. Tus amigos
imprimieron una tarjeta que repartieron celosamente durante tu inhumación. En
perfecta letra de imprenta: "JUAN. Nunca nació - Nunca murió. Sólo visitó
este Planeta Tierra entre el 13 de enero de 1971 y el 5 de marzo de 2004
".

por Jorge Matínez Carricart con Alejandro Sangenis y Pablo Procopio
informes: Juan Morris, Federico Gallo y Juan Arrieta.
fotos: Diego García, Matías Campaya, Julio Ruiz, Diego Soldini,
Walter Papasodaro, Maximiliano Vernazza, Fabián Uset, Enrique García Medina,
Christian Beliera, Carlos González y Javier Moreno.

Juan Castro fue sorprendido por las cámaras durante su última visita al Sanatorio Otamendi, el martes 24 de febrero último. Los periodistas -que esperaban a Dolores Barreiro- se extrañaron por su presencia. Estuvo internado dos días. Me hice algunos chequeos porque tengo que viajar", se excusó él. ¿Habría vuelto otra vez a los excesos?">

Juan Castro fue sorprendido por las cámaras durante su última visita al Sanatorio Otamendi, el martes 24 de febrero último. Los periodistas -que esperaban a Dolores Barreiro- se extrañaron por su presencia. Estuvo internado dos días. "Me hice algunos chequeos porque tengo que viajar", se excusó él. ¿Habría vuelto otra vez a los excesos?

Juan Castro volvió de su trabajo después de las 18 horas. Al poco rato, los vecinos se alarmaron por los gritos provenientes de su departamento. Rompió dos televisores y un equipo de música. Y también arrancó algunas cortinas. El asistente de portería, Manolo, habría forzado su puerta. Según lo que ha confesado a sus íntimos, lo descubrió en el centro del living, inmóvil, con el torso desnudo y descalzo. De pronto -décimas de segundo después-, Castro emprendió su última carrera y saltó al vacío.

Juan Castro volvió de su trabajo después de las 18 horas. Al poco rato, los vecinos se alarmaron por los gritos provenientes de su departamento. Rompió dos televisores y un equipo de música. Y también arrancó algunas cortinas. El asistente de portería, Manolo, habría forzado su puerta. Según lo que ha confesado a sus íntimos, lo descubrió en el centro del living, inmóvil, con el torso desnudo y descalzo. De pronto -décimas de segundo después-, Castro emprendió su última carrera y saltó al vacío.

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