«Por momentos, a Kirchner lo siento un poco autoritario» – GENTE Online
 

"Por momentos, a Kirchner lo siento un poco autoritario"

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-Jorge…

-No, pará. Si vas a empezar a ofender de entrada… (risas).
La entrevista, inevitablemente, empieza con un chiste: no lo puede evitar, le
sale. Sentados en los sillones que ocupan el amplio living de paredes blancas
casi sin decorar, refugiándonos en el aire acondicionado del calor que hace
insoportable la tarde ahí afuera, viéndolo moverse en la casa que alquila esta
temporada en Córdoba, Jorge Guinzburg le escapa a la imagen clásica del tipo
antipático y huraño que ha perseguido siempre a los cómicos fuera de los
escenarios. Y le escapa también a las recomendaciones de la Academia del Humor,
urdida por Alejandro Dolina en sus Crónicas del Angel Gris, que reclama una vida
oscura para sus aspirantes, alumbrada acaso por una sola gracia que la
justifique o acaso por ninguna. "Tal vez la persecución de la gracia es un
camino demasiado duro
", reflexiona Dolina hacia el final del cuento, que
intenta ser, además, una ética del humor.

Guinzburg, sentado en el living de su casa, parece el mismo que el de sus
columnas, sus entrevistas, sus programas de radio o de televisión, el mismo que
en cada noche de este verano en Villa Carlos Paz sube al escenario del teatro
Candilejas para representar, junto a Miguel Angel Cherutti y elenco, Terminéstor. "Desde hace tiempo trato de hacer las cosas que me divierten. Y me divertí tanto haciendo laEra del pingüino , que este año decidí reincidir",
dice.

–¿Qué te acercó al teatro de revista?
–Es un género que me apasiona desde siempre. Me parece que hay sólo dos
géneros con una fuerte raigambre en el teatro argentino: uno es el sainete, que
tiene un equivalente en la comedia musical de Broadway, y el otro es la revista,
que no tiene nada que ver con el music hall de Las Vegas ni de París ni de
ningún lado. Es distinto, porque al tiempo que te da la posibilidad de bajar
línea, de decir cosas, tiene mujeres bellas, coreografías y el juego de doble
sentido, que, debo confesar, a mí me divierte. Debo confesarlo, porque nadie se
lo imagina (risas)...

–La revista no suele ser bien considerada…
–Es cierto. En una época, cuando yo hacía el programa de televisión,
aquellos que querían ofenderme decían: “El humor revisteril de Guinzburg”. Y yo
lo vivía casi como un elogio, porque siento que no es fácil este género.

–Se desató un pequeño escándalo con el beso final que hay en la obra entre
las dos vedettes, Ileana Calabró y Jessica Cirio.
–¿Tanto por un beso? Mirá, en el guión está pactado que al final de la obra
haya un beso entre ellas: ahora, si hay lengua ya es cosa de ellas (risas)...
Además, es casi un lujo: en todas las obras las vedettes se sacan los ojos y en
la nuestra se comen la boca (más risas).

–¿Qué es lo que más disfrutás del teatro?
–El guión, eso de ir pariendo un libro me seduce muchísimo. De hecho,
imagino que en algún momento es lo único que voy a hacer. Escribiré para
televisión, teatro y también algunos libros que, con el pretexto de que no tengo
tiempo, los fui postergando. Tal vez en algún momento llegue el tiempo de
decidir que ya no hay pretextos y que hay que hacerlos, aun corriendo el riesgo
de que salgan mal.

–Escribiste para radio, televisión, revistas, tuviste tus propios programas y
ahora hacés teatro. ¿Cómo te definirías a esta altura, con perdón de la palabra?
–Estás perdonado... Me siento un periodista con un estilo ligado al humor.
Nunca se me ocurre hacer periodismo apuntando con el dedo índice. Me interesa
denunciar, criticar, pero de una manera más satírica. Y lo mismo cuando hago un
reportaje: no dejo de hacer ninguna de las preguntas que me interesa hacer, pero
trato que además sea divertido.

–Un estilo que te habrá llevado tiempo encontrar...
–No sé si encontrarlo, pero sí pulirlo: encontrarle cierta precisión en un
reportaje, en una nota. Eso no se logra de un día para el otro: a mí me llevó
semanas (risas). Me ayudó el paso por Satiricón, donde conocí a maestros como
Carlos Ulanovsky, Mario Mactas o el mismo Oscar Blotta (fundador de la revista
junto a Andrés Cascioli), que tenía un estilo salvaje y cruel para plantear las
cosas. Y más tarde, la publicidad me dio cierta síntesis y un criterio mucho más
visual.

–Cambiando de tema. Desde el título, Terminéstor, en la obra hay una fuerte
parodia a Kirchner…
–Yo creo en el humor y pienso que el humor nunca es oficialista, siempre es
crítico. Entonces, esté quién esté en el gobierno, a través del humor lo que se
hace es criticar aquellas cosas que no están bien. Hasta los mejores tienen
muchas cosas criticables, es obvio.

–¿Cómo ves al actual gobierno?
–Hay cosas que me parecen muy interesantes y otras que me llaman la
atención. Hace un tiempo me pregunté por qué existe el doble discurso, por qué
lo que se dice y lo que se hace es tan diferente. Me preguntaba si tiene que ver
con una mentira a la gente o si, en realidad, lo que se dice es lo que se quiere
hacer y lo que se hace es lo poco que se puede hacer, por el escaso margen de
maniobra que tiene un gobierno frente a todas las presiones externas, digamos.
Entonces, el doble discurso o, en todo caso, el discurso diferente de la acción,
¿no será que más no se puede? En ese sentido, uno se consuela y se desconsuela
al mismo tiempo.

–¿Y en cuanto a la prensa?
–Me molestan todas las actitudes autoritarias en general. Y por momentos, al
presidente Kirchner lo siento un poco autoritario y con cierta predisposición a
pensar que todo aquel que no está de acuerdo con él, está en el camino
equivocado y es un vendepatria. Me parece que eso no es sano; la crítica es
parte de un mecanismo de la democracia.

–Algo parecido pasó con la tragedia en el boliche Cromañón…
–Sí, después de Cromañón plantear: “No les temo a las plumas amarillas…”.
No, paso... La verdad es que me está ofendiendo, porque yo critico su silencio y
me resulta curioso que saltee las críticas a un gobierno que empezó criticando y
ya no critica más, como buscando un acercamiento con el peronismo o el menemismo.
Sólo habla de desastre cuando se refiere a la Alianza, y aunque es verdad que
fue un desastre, no pasamos del paraíso al infierno sin escalas. Fuimos
introduciéndonos en el infierno paso a paso, como diría Mostaza Merlo.

Haciendo Terminéstor, la obra que encabeza con Miguel Angel Cherutti, lleva el récord de audiencia en lo que va de la temporada.">

Haciendo "dedo", apenas una broma para la foto. Terminéstor, la obra que encabeza con Miguel Angel Cherutti, lleva el récord de audiencia en lo que va de la temporada.

A lo largo de la obra, Guinzburg interpreta algunos personajes de la realidad nacional. Uno de ellos es el piquetero Raúl Castells –que se pelea con un Cherutti disfrazado de su “colega” Luis D’Elía–, y el otro, Máximo Saúl Menem dentro de cincuenta años.

A lo largo de la obra, Guinzburg interpreta algunos personajes de la realidad nacional. Uno de ellos es el piquetero Raúl Castells –que se pelea con un Cherutti disfrazado de su “colega” Luis D’Elía–, y el otro, Máximo Saúl Menem dentro de cincuenta años.

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