«Por la inseguridad tengo miedo de volver a jugar en la Argentina» – GENTE Online
 

"Por la inseguridad tengo miedo de volver a jugar en la Argentina"

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Hoy, a los 32 años, su nombre es el símbolo del voley argentino. Algo que
jamás imaginó este hombre que nació el 22 de diciembre de 1971 en San Martín y
que, recién a los 17, después de probar sin mucha suerte con el fútbol y el
básquet, incursionó en el deporte que lo iba a transformar en uno de los mejores
del mundo en su puesto. Sin duda, su presente no puede ser mejor: con una
temporada impecable con el equipo Unisul de Brasil -que tiene a Javier Weber
como técnico, quien fuera su compañero en la Selección nacional durante doce
años-, acaba de conseguir la Superliga Masculina, el campeonato más importante
del calendario brasileño. Este fue el broche de oro para el cañonero argentino,
que se quedó con las tres principales competencias de ese país -las dos
anteriores habían sido el Gran Prix y la Súpercopa- y, como si fuera poco, fue
declarado el MVP (jugador más valioso) de la Superliga.

Pero sin duda, el 2004 será un año difícil de olvidar en la vida de Marcos. A
sus primeros logros deportivos en el exterior, se le suma el nacimiento de Luka,
su primer hijo, quien está a punto de cumplir sus primeros tres meses: "Esa fue
la alegría más grande de mi vida. Porque si bien lo deportivo importa, nada se
puede comparar con la llegada de un hijo. Soy el papá más feliz del mundo"
,
sorprende Milinkovic, quien durante años se destacó por mantener en absoluta
reserva su vida privada. Ahora, en el gimnasio del CENARD, donde se prepara
junto a todo el equipo argentino para los Juegos Olímpicos de Atenas, se anima a
contestar todo:

-Una primicia el nacimiento de Luka. Muy pocos lo sabían.
-Porque estuve jugando y viviendo en Brasil y ahí, en Florianópolis, tuvimos
esta alegría. Luka nació en la Clínica Santa Helena, pesó cuatro kilos y medía
53 centímetros. Y por supuesto, mi esposa está tan feliz como yo… Se llama
Jelena, es yugoslava y la conocí cuando estaba jugando en Italia. Tenía un
compañero y amigo en Milán que era yugoslavo, y cuando terminó la liga nos
fuimos juntos a visitar su país. Ahí me enamoré de ella… y hoy es la madre de mi
hijo.

-¿Y te fuiste con ella a vivir a Brasil?
-Sí, estuvimos viviendo juntos en Florianópolis, y cuando terminó la liga nos
vinimos unos días a la Argentina para visitar a Aurora, mi mamá, y a Ivana y
Mariana, mis dos hermanas. Después la llevé a su casa en Yugoslavia, porque yo
tengo un programa muy intenso con la Selección para Atenas, que incluye muchos
viajes en el medio. No la quería dejar sola tanto tiempo. Preferimos separarnos
un poco, porque creo que es mucho más seguro que ella esté en su país.

-¿Para que esté cerca de su familia o porque tenés miedo de que le pase algo a
ella y a tu hijo en la Argentina?
-Un poco de todo, pero lo que nos llevó a tomar esta decisión fue todo lo que se
está viviendo. Llegamos hace unas semanas y la verdad es que no vi muy bien al
país. Tienen que suceder cosas como las que le pasaron a Blumberg para que los
políticos se pongan las pilas y hagan algo por la gente. La sensación que tengo
después de estar un tiempo alejado, es que todavía nos falta mucho.

-Tenés varias propuestas para jugar en la Argentina, incluso, una del equipo de
Tinelli. ¿Este miedo del que hablás puede volcar la balanza para que sigas en el
exterior?

-Y mirá, es algo que lo estamos hablando mucho con Jelena. A ella le encantó el
país, para mí sería un sueño volver a jugar acá, y mucho más en una liga que
creció muchísimo, pero tampoco puedo condenar a mi familia a vivir con miedo.
Las ofertas existen, pero antes tendríamos que pensarlo muy bien. Y si ahora el
país no nos da garantías de tranquilidad, prefiero seguir jugando en el exterior
y venir sólo para estar en la Selección nacional.

Y ahí está, como en el año 1990, cuando debutó con la celeste y blanca en el
Campeonato Sudamericano de Brasil. Sin duda, los juegos de Atenas lo
sorprenderán en el mejor momento de su carrera y de su vida con un sueño que lo
llenaría de orgullo, obtener una medalla: "Ojalá podamos repetir o mejorar lo de
Sydney (fue elegido como el segundo mejor jugador de los Juegos). En el 2000
arañamos la hazaña, espero que esta vez podamos conseguirla".

-¿Es esperanzador sabiendo que el rendimiento de ustedes crece mucho cuando
juegan cosas importantes?
-Sabemos los límites que tiene el equipo como también lo sabíamos cuando fuimos
a Australia. Después, jugamos un gran torneo y superamos ampliamente el objetivo
con el que habíamos ido. Por eso esperamos que en Atenas repitamos esa
actuación.

-Y sin hacer futurología, ¿cómo ves al equipo?
-Muy bien. Además, contamos con una ventaja, y es que esta es la misma base de
jugadores que jugó el mundial y sólo se incorporaron muy pocos chicos nuevos,
que además tienen un nivel bárbaro.

-¿Les quita el sueño conseguir una medalla?
-El sueño de la medalla no se pierde nunca. Conocemos nuestros límites y
nuestras diferencias con las grandes potencias, pero creemos en el orgullo de
este equipo y esta vez vamos para meternos en la historia.

Acaba de ganar todo lo que jugó en Brasil, y dice que el equipo argentino está en su mejor momento". Quieren sacarse la espina que quedó clavada en el último mundial, donde fue considerado como el mejor del torneo.">

Acaba de ganar todo lo que jugó en Brasil, y dice que el equipo argentino está "en su mejor momento". Quieren sacarse la espina que quedó clavada en el último mundial, donde fue considerado como el mejor del torneo.

En la red, se destaca por sus contundentes remates y sus innumerables bloqueos. Así, este gigante de 2,20 metros se las arregla para ser uno de los mejores jugadores de voley del mundo. Y en las prácticas de fútbol recreativo con el equipo, en el CENARD, mira el partido desde el arco, donde es imposible hacerle un gol.

En la red, se destaca por sus contundentes remates y sus innumerables bloqueos. Así, este gigante de 2,20 metros se las arregla para ser uno de los mejores jugadores de voley del mundo. Y en las prácticas de fútbol recreativo con el equipo, en el CENARD, mira el partido desde el arco, donde es imposible hacerle un gol.

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