Pedro Capó, el artista latino del momento: “¡No sé quién podría vivir una cuarentena sin música!” – GENTE Online
 

Pedro Capó, el artista latino del momento: “¡No sé quién podría vivir una cuarentena sin música!”

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En una nota exclusiva para GENTE desde su casa de Miami, recorre su historia, cuenta por qué la canción Calma le cambió la vida, disfruta del inminente suceso del tema Buena suerte, y se explaya sobre las consecuencias del Covid-19: “La pandemia nos abre una oportunidad para reinventarnos”.

El caribeño en plena producción: ya sobrepasó la barrera de los 14 millones de oyentes en Spotify.

–Usted está...?

–Estoy. Seguro que estoy.

Gira la ruidosa cucharita en su pocillo de loza, entremezclando su café con leche de coco y almendra y azúcar de agave, y avanza sin preámbulo extra: “Estoy en cuarentena. Mejor, aclaremos, mi familia y yo estamos –subraya Pedro Francisco Rodríguez Sosa (39)–. Y la transitamos como la gran mayoría, en nuestra casa. Hay una orden gubernamental, un toque de queda con la mayoría de los negocios closed y la posibilidad de un cierre completo. Puertas adentro, con mi señora (Jessica Rodríguez) y nuestros tres niños (Salvador Paz, Bobby Sol y Jahví Coamex), la venimos llevando.

Lógico, hay que inventar ideas para que los peques no se aburran, sobre todo el chiquito. ¡Menos mal que acaba de comenzar la escuela virtual... (resopla)! En verdad, son divinos. El mayor, un divinazo, metido más en el mundo de la actuación y el cine. El segundo, musical, toca bárbaro el piano. Y el menor, en fin, podríamos considerarlo la superestrella”, define quien a la fecha es en realidad la superestrella, a partir de una carrera profesional que finalmente lo consagró con Calma –tema éxito al que se suman sus colaboraciones en Te olvidaré (junto a Agustín Bernasconi y Maxi Espíndola, de MYA), Tutu (con Camilo Echeverry) y Perdiendo la cabeza (a la par de Carlos Rivera y Becky G) y rutilantes premios –tres Grammy Latinos, entre otros–.

El aislamiento en su casa de Miami.

–¿Esperaba esta actualidad meses antes de cumplir la otra cuarentena: las cuatro décadas de edad (el próximo 14 de noviembre)?

–Mira, siempre me pregunto si es casualidad o no que Despacito y Calma hayan logrado una repercusión tal que nos cambiara la vida a dos autores de alrededor de 38 años y un par de décadas de trayectoria que le cantamos a nuestro Puerto Rico. Y no lo sé. O, me corrijo, no lo creo: algo inclina la balanza. Calma es un tema que, por lo pronto, emergió como opción B –no como opción A– de mi último álbum, el quinto desde que lancé el primero, en 1998… Igual celebro que estas cosas me sucedan en la “mitad de la vida”. Me siento feliz como un pollito primaveral en un momento creativo. No obstante, queda bastante por delante.

Mientras Calma fue el tema más streameado de 2019, superando los 2.200 millones de views en YouTube, Buena suerte ya trepó a los ocho millones.

–Antes de mirar hacia el futuro, si nos permite, rebobinemos su pasado. ¿Con qué músicos se crió?

–Vengo de la salsa, del rock de los Setenta, las enormes baladas de los Ochenta, los boleros de los domingos y la música de la cepa de mi abuela paterna, Irma. Cuando empecé a tocar la guitarra y a gravitar en la música, a los 12, 13 años, con la adolescencia medio rebeldona, me acerqué a Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains. Después, a montones de artistas. Por supuesto, nómbrame a Ricky (Martin), una enorme influencia, y a Draco Rosa, también ex integrante de Menudo y notable creativo. Dos de mis mayores referencias. Trabajé con Ricky. Somos amigos. Mi gran sueño sería grabar, compartir un tema con él. Lo hemos platicado.

En el video del remix de Calma, con Alicia Keys y Farruko.

–¿Y de la Argentina?

–Con Fito, sin duda. He pasado por tu país en cuatro oportunidades. Me encanta su comida, su cultura. De joven descubrí a Sui Generis, Soda Stereo, la Bersuit Vergarabat, Charly García, Los Auténticos Decadentes y, obvio, a Fito Páez. Llegar a tu suelo equivale a algo fuerte: trasladarme al sitio que vio nacer y desarrollarse a semejantes maestros.

Doblemente galardonado en la 20ª entrega anual de los Premios Grammy Latinos: con Calma se llevó los de Canción del Año y Fusión Urbana. En 2018 había logrado el de Vídeo Musical de Formato Largo con En letra de otro.

Un lustro atrás –luego del mismo lapso en su isla nativa– se afincó en familia media hora al noroeste de Miami Beach. “En un suburbio”, puntualiza por teléfono, a 7.338 kilómetros y sesenta minutos menos de Buenos Aires. “A los 20 había residido una década en New York, incursionando en la interpretación, un área que me sigue interesando. Sin embargo, como mi primer amor es la música, he decidido maximizar el bello momento que en la actualidad me toca experimentar dentro de ella”, afirma este “artista popular” al que lo seduce “el reto de desplegar diversos colores urbanos a través de mis canciones”, especifica.

Secundado por su esposa desde 1998, la enfermera Jessica Rodríguez, quien lo acompañó el jueves 14 de noviembre de 2019, cuando Pedro gozó de una aquella noche inolvidable de los Grammy Latinos, en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, Nevada, Estados Unidos.

“Por lo general compongo en el celular. Aunque hay excepciones. Buena suerte, el sencillo que viene sonando fuerte y acaba de estrenar video, surgió en pleno Heiga Studios. Entre melodías y disparates con los productores Alex Palmer y George Noriega y mis brothers de Rec808 aparecieron las dos palabritas, y explotó. No fue planeado a propósito para esta época difícil, pero pareciera. Lo estrenamos el 14 de febrero y apuntaba a jugar con la mística en que solemos apoyarnos para acceder a objetivos difíciles de la vida. Lo planteo en términos románticos, de amor a primera vista, de generar fuerzas intangibles para alcanzar un anhelo”, sintetiza, antes de detallar cómo ejerce su oficio durante los complicados días de Covid-19 que corren:

Con sus hijos varones, Jahví Coamex (14), Bobby Sol (8) y Salvador Paz (6).

“El tiempo es un verdadero lujo para quienes viajamos tanto. Estamos preparando y empujando, de manera remota, con el equipo, para cumplir nuestro objetivo inicial de que en mayo salga el nuevo disco. Se trata de una manera inédita de grabar, cada uno en su hogar, en calzoncillos y pantuflas. Yo sólo me cambiaré si debo filmar algún clip”, lanza una carcajada.

Dixit Pedro: “Siempre me pregunto si es casualidad o no que Despacito y Calma hayan logrado una repercusión tal que nos cambiara la vida a dos autores que le cantamos a nuestro Puerto Rico. Y no lo sé. O, me corrijo, no lo creo: algo inclina la balanza”.

–¿Se puede vivir la cuarentena sin música?

–¡No sé quién podría...! En lo personal consumo algo que me enriquezca, alimente mi espíritu y me acerque una bonita vibración de bienestar. Bob Marley es importante para los momentos actuales: un maestro que entienden niños, jóvenes y adultos. También aprovecho para leer. Estoy con Cien años de soledad, de (Gabriel García) Márquez; voy por los 50, me falta la mitad.

Nieto del cantante español-boricua Bobby Capó y de Irma Nydia Vázquez –ex Miss Puerto Rico–, Pedro transcurre el aislamiento en su casa de Miami, rodeado por su familia. “Inicio el día leyendo las noticias para actualizarme, y a continuación busco un poco de paz entre mis afectos y el trabajo”, confía desde su intimidad, en la que además lee, compone música y hasta graba a distancia, intentando terminar su sexto disco.

–¿Qué nos viene a decir la pandemia?

–Si prestamos atención, la vida por lo general nos dice algo. Lo vemos con el contraste nosotros versus el planeta. Me han enviado asombrosas imágenes, por ejemplo, de las playas de mi San Juan de Puerto Rico, donde puedes descubrir a la naturaleza procurando, ante la ausencia de gente en sus arenas, lo que le pertenece. En el día a día, en el trajín, perdemos noción de su valor. Con la ansiedad e incertidumbre que nos abordan, con la paranoia hipocondríaca que genera el virus, debemos seguir al pie de la letra los consejos de especialistas e intentar ponernos positivos, ver la luz. Ahora nos llegó la oportunidad de ir hacia algo bonito, de reinventarnos. Y debemos aprovecharlo.

–¿Hora de “cerrar –un poco– la pantalla”?

–Y abrir la conciencia.

Fotos: Cortesía de AVEIT
Agradecemos a Guada Casigno

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