Oriana Sabatini revela detalles inéditos de su romance de dos años con Paulo Dybala – GENTE Online
 

Oriana Sabatini revela detalles inéditos de su romance de dos años con Paulo Dybala

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De paso por Buenos Aires, la artista contó en detalle cómo fue que nació el amor con el delantero de la Juventus.

Oriana y Paulo Dybala se conocieron a mediados de 2017. Fue tiempo después de que el delantero (y centrocampista) de la Juventus le enviara un “Me gustaría invitarte a salir” vía WhatsApp.

2017. Poco tiempo después de haber “superado el duelo” por el fin de su primer noviazgo (de casi tres años, con Julián Serrano) –“y sin buscar nada más que descifrarme en esos impasses de autoconocimiento que se dan entre un amor y otro”– Oriana Sabatini (23) recibió un mensaje de WhatsApp, “muy correcto” de número desconocido: “Me gustaría invitarte a salir”, escribió Paulo Dybala (25). “¡¿Quién es éste?!”, pensó ella. Bajó al living celular en mano: “Pá, ¿quién es Paulo Dybala?”, preguntó. Papá Osvaldo se rio “¡y me hizo toda la investigación!”, suelta con gracia.

Hasta ahí –y por más que insista con que el amor anterior “fue casi el de dos niños”– Oriana había aprendido “que los príncipes azules no existen. Que los novios perfectos tampoco –aunque destaque luego que “el único hombre perfecto es y será mi papá, porque siempre me querrá incondicionalmente y sin lastimarme”–. Que el respeto, la confianza y la consideración del espacio personal son las claves de una relación sana. Y que la conexión espiritual es fundamental”.

"Fui prejuiciosa con este amor. Tenía miedo de que la gente pensara: ‘Está interesada en él por tal o cual cosa’. O que de ahí en adelante –siendo Paulo mega conocido– sólo se me preguntase sobre el noviazgo, tal vez diluyendo o quitando de foco mi perfil profesional".

–¿Qué respondiste a ese mensaje?
–“¿Y cómo sé que realmente sos vos?”. Me contestó: “Si querés te llamo”. ¡Ni loca! ¡Qué vergüenza! ¿Cómo va a llamarme un desconocido? Le pedí: “Mandame un mensaje de voz. Busco en YouTube alguna entrevista tuya y chequeo”.

Las primeras charlas derivaron en “una gran juntada”. El delantero (y centrocampista) de la Juventus propuso: “Estoy de visita y quiero ver a mis amigos. ¿Qué te parece si invitás a tus amigas?”. Así comenzó una serie de asados. “Nos reíamos mucho. Pegamos tanta onda que aún seguimos conectados todos en un mismo chat”, cuenta Oriana. “Nos vimos muy pocas veces. En ese momento cada uno estaba en otra época de la vida. Él debía regresar a Italia y yo a trabajar fuerte con la música. Dejamos de hablar por un par de meses, sabiendo que algo habíamos dejado pendiente. Me había quedado una muy linda impresión de él: tan caballero, tan educado, tan atento...”.

En materia de seducción hay un ítem prioritario para ella: “A mí me seduce el hombre que sepa cuidarme. Quien logra que me sienta segura, protegida y respetada, ya tiene ganado mi corazón”.

–Más allá de los ideales, siempre hay una acción concreta, un comentario preciso, algo que deja marca, que nos cambia la mirada en esos tiempos de conquista. ¿Cuándo pusiste ese tipo de atención en Paulo?
–Fue mientras estábamos conociéndonos. Un día recibí un ramo de flores en casa. Las más preciosas que vi en la vida: flores rojas con destellos de luz. Fueron 21, como el número de su camiseta en aquel momento. Para mí fue inédito: ¡nadie lo había hecho antes! Y me movió el piso. No eran sólo flores: significaban mucho más. Desde ese momento ya no pude dejar de pensar en él. Y, por otro lado, Paulo y yo tuvimos una conexión especial. Me pasó de estar comiendo con él, mirarlo y pensar: “Yo comí con él millones de veces antes”. Esos “dejavús” los tomé como señal. Hubo entre nosotros un primer feeling muy fuerte, esa sensación de los cuerpos que encajan, la piel, las emociones... Me bajó una información, algo que me dijo: “Es él”.

–Creés en el destino...
–¡Re! De eso hablamos todo el tiempo. Para nosotros nada fue tan casual. Perteneciendo a dos ámbitos distintos y sin nadie en común, ¿cómo fue que nos encontramos? ¿Cómo fue que nos enamoramos así? ¡¿Qué es esto tan loco?!

"Debo admitir que al principio me incomodaba que la gente se acercase a pedirme un foto sólo por ser su novia, sin saber de dónde vengo ni qué hago".

Un tiempo después, ya entrado 2018 –y a la distancia–, Oriana y Paulo retomaron las charlas telefónicas. Y en uno de esos encuentros virtuales se plantearon: “¿Para qué seguir hablando si estamos los dos tan lejos?”. Entonces él tomó la iniciativa: “Te invito a Torino, pasamos unos días juntos y vemos cómo resulta”. Y ella –“tal vez en mi primera locura de amor”– voló a Italia, en principio por cuatro días, “los únicos disponibles que tenía”.

Cuenta que no dio lugar a las opiniones en casa. Que mamá (Cathy Fulop), es “pro de ‘andá y viví la vida’”. Pero a papá “le hacía algo de ruido”. En fin... Fueron trece horas de meditación en el aire. “Estaba más que nerviosa de iniciar una ‘convivencia’ con alguien que apenas conocía”, dice. Finalmente concluyó: “Y bueno, si no resulta tendré una anécdota graciosa para contar alguna vez. El amor se trata de esto: todo o nada”. Y nunca más volvieron a desconectarse. “Esos días en Torino dieron inicio a una historia en serio. Una historia que comenzó ahí, no antes, como todos supusieron”.

Hablamos entonces de la mirada ajena. Saltamos a los prejuicios. Y empezamos con el mote de “botinera”. “Un término que escuché por primera vez en los programas de espectáculos, y que se ata a un estereotipo despectivo que no coincide conmigo ni con otras tantas mujeres de futbolistas que he ido conociendo en este tiempo. Mujeres con iniciativa, activas y dedicadas sólo a sus hijos si ellas mismas lo deciden”, dice Oriana antes de revelar los temores que sorteó al comenzar esta historia. “Tenía miedo de que la gente pensara: ‘Está interesada en él por tal o cual cosa...’. O que de ahí en adelante –siendo Paulo mega conocido– sólo se me preguntase sobre el noviazgo, tal vez diluyendo o quitando de foco mi perfil profesional. Debo admitir que al principio me chocaba que en las calles la gente se acercase a pedirme una foto sólo por ser su novia, sin saber de dónde vengo ni qué hago. Pero ese aspecto también fue un trabajo de los dos. Decidimos no exponernos tanto juntos, para que la pareja no se fagocitara nuestras individualidades. De hecho, por más que el amor sea nuestro orgullo, en nuestras cuentas de Instagram lo primero que exhibimos es nuestro trabajo”.

"Paulo y yo estábamos conociéndonos cuando recibí su ramo de flores en casa. Las más preciosas que vi en la vida: rojas con destellos de luz. Fueron 21, como el número de su camiseta en aquel momento. Para mí fue inédito. ¡Nadie lo había hecho antes! Me movió el piso. No eran sólo flores: significaban mucho más. Desde ese momento ya no pude dejar de pensar en él".

–¿Estás preparada para una relación con itinerarios, distancia y exposición internacional?
–En todo ese tiempo que tomé para ordenarme en soledad, también debí definir cuál sería mi hogar-base. Necesito tener la certeza de volver siempre a un lugar, a mi casa. Pensé: ¿Cuánto tiempo estaré en Italia? ¿Podré ir y venir? ¿Cada cuánto? Y lo charlé mucho con Paulo, queriendo saber qué creía él de todo esto. Como también de la lejanía, porque a veces nos toca estar separados hasta por un mes y medio. Le planteé: “Usemos la distancia a nuestro favor”. Porque hace bien. Permite tener otras expectativas, valorar mucho más. ¿Qué más lindo que extrañarse? A nosotros nos sirve un montón. Estoy convencida de que la convivencia desde tan chicos arruina a la pareja.

–¿Qué cediste y que no cederías jamás por este amor?
–No cedería lo que me hace feliz, personal y profesionalmente. Cuando una deja esas cosas se abandona. ¿Y qué cedí? Las raíces. De ser híper familiera pasé a ser una nómade. Vivir lejos, con otro idioma, otra cultura... Me cayó sin elegirlo. Pero sé encontrar balance con mis escapes a Buenos Aires o a Madrid, donde tengo amigas.

–¿La distancia enseña a domar los celos?
–Paulo y yo somos parecidos en ese aspecto. Necesitamos saber qué está haciendo el otro. Pero no en el sentido tóxico o controlador, sino porque nos gusta ser prolijos. Y admito que, de los dos, fui yo –insegura por naturaleza– quien debió aprender a controlar los celos. De no haberlo hecho, ¿cuánto podría haber durado este vínculo a la distancia? Entendí que el origen de los celos y la desconfianza se relacionan directamente con el amor propio. Si uno no se quiere, si no está en paz y armonía con uno mismo, costará aceptar que es posible que el otro pueda quererte, desearte, respetarte y priorizarte. Fue un gran aprendizaje. Hoy amo más relajada. Es otro aspecto de mi personalidad que logré madurar.

Fotos: Iván Resnik (gentileza) y álbum personal.

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